Solo un segundo

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-¿Ah? ¿Dónde estoy? –se preguntó mientras caminaba por la extraña plasta pesada oscura, ahogándole un poco, lastimándole a cada esfuerzo en sus músculos. No importaba a dónde mirara, todo era igual y le aterró esa eternidad física, apretándose el estómago unos segundos, pujando.

Perder la belleza es un impacto terrible, perder la sensación de victoria y descanso era mil veces peor. Se llenó de horror en los gestos cuando comprendió que no controlaba su propio cielo y lo sintió severamente injusto.

Perdiendo la paciencia. Comenzando a correr con sobresfuerzo para lograr un poco de velocidad. -¡¿Dónde estoy?! ¡¿Mamá, papá?! ¡Ayuda! ¡Ayuda! –sentía que daba vueltas en círculo sin ninguna voz ni señal de su propia existencia. -¡Mamá! –le llamó asustado y de repente chocó de cara contra algo durísimo y frío. -¡Ouh! ¡Mi nariz, dattebayo! –se masajeó la cara y miró al frente. No, no había nada. -¿Qué es? –estiró las manos con miedo hasta que ambas encontraron una superficie fría. Se puso de pie y trató de saltarla, no pudo derrumbarla tampoco. -¡¿Qué es esto?! –gritó enojado, molesto. Se sentía engañado y frustrado. -¡Quiero irme de aquí! ¡No me gusta!

-Que ruido haces, idiota.

-¿Ah? ¿Quién es? –miró a todos lados pero la voz parecía venir de su pecho mismo, tocándose con cierto recelo la piel. -¿Quién eres? Responde, dattebayo.

-¿Cómo que quién soy? –la cara surgió en sus recuerdos. Una sonrisa de lado. Unas mejillas pálidas con un ligerito color rosa. Una voz que le estremecía. –Miedosito.

-Ah... -su cuerpo avanzó de nuevo en edad y la mirada se intensificó mientras notaba en la penumbra a la nada misma. –Sa... Sasuke. –un escalofrío le recorrió la espalda hasta la nuca y se tuvo que morder el labio con fuerza para no llorar otra vez.

-Vaya genio. –le dijo sarcástico.

-¡Sasuke, no me lo vas a creer, dattebayo! –decidió sonreír para tolerar la cantidad de emoción que estaba recibiendo solo con la idea de tenerlo ahí. -¡Estaba en mi cielo, en el mío, el personal! ¡Y de repente te vi a ti! Bueno... vi tus ojos... ¡Pero me salí y...!

-¡Nadie te lo pidió!

-... ¿Qué?

-Eso de salirte. Idiota, no debiste hacerlo. Regrésate.

-Pero... entonces no te vería jamás.

-¿Y qué? No es como si...

-¡Yo no quiero un cielo si no estás ahí! ¡Ya te lo dije, juntos o nada! –le dio un pisotón al suelo mientras se cruzaba de brazos. –Te quiero conmigo.

-Tonterías. Solo tú eres capaz de negar el cielo si no estoy ahí.

-... ¿Dónde estás, Sasuke? –palpó de nuevo aquella invisible pared con aun más impaciencia, recorriéndose por ambos lados ignorando la pesadez del avance.

-No lo sé.

-¿Puedes verme tú?

-No. Solo te escucho.

-... Yo igual. –se recargó de costado en la pared algo decepcionado.

-No creo que tengamos en mismo destino, Naruto. –le explicó con voz baja. –Tal vez por eso no nos podemos ver.

-Ya veo. –se deslizó con tristeza por la pared y pegó la nuca. Cerró los ojos un momento antes de abrirlos y tocar su pecho. –Puedo escucharte en mi corazón. –le dijo y acarició un poco con sus dedos aquella zona como si con eso pudiera tocarle a él. –De todos los que pude ver... es a ti a quien más deseaba...

Muerte, camino, cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora