𝟣𝟩 - 𝐎𝐣𝐨𝐬 𝐀𝐳𝐮𝐥𝐞𝐬

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Narra Nicki

Todo, absolutamente todo estaba de maravilla, que las cosas funcionaran tan bien en mi vida era realmente extraño.

Estaba empezando, por asi decirlo, una relacion un tanto toxica con Yun.

Tan pronto un dia nos lo pasabamos bien pegandole a la gente en el taller con llaves inglesas, como que al dia siguiente yo podia acabar en un bar consumiendo mis penas en alcohol.

Nuestra relación no era la mejor en muchos sentidos aunque para nosotros si lo fuera.

Todo no podía ser perfecto y mi problema estaba en que aún tenía cabos sueltos. Hace un par de meses que ni si quiera veo a mi padre, estaba preocupado. Lo normal es que yo fuera arrestada por cualquier gilipollez pero llevaba tiempo sin ocurrir y eso no me ponía del todo feliz.

Hoy no tenía nada especial que hacer por lo que decidí irme a comisaría a tocar los cojones un rato, solo para que Jack no se preocupe aún más por mi.

Caminaba por las calles pensando un poco en todo, pensaba en como era la etapa que estaba pasando y tambien pensaba en cómo me afectaría. ¿Saldría viva de esta o no?

[...]

Llegué a la comisaría y la primera imagen que vi fue toda la entrada del edificio repleta de gente manifestando el no se el qué, igualmente no les presté atencion.

Adentrandome entre el mogollón de personas vi a tres hombres, dos de ellos vestían de una manera muy peculiar, había oído hablar de ellos, por lo visto eran subinspectores, los subinspectores Fred Y Dan. Al otro lado de ellos vi a Jack con la porra en la mano.

Trataba de hacerme paso entre la gente pero era realmente complicado, había una gran cantidad de personas saltando y gritando, entre esos actos noté como una mano me sobó el trasero, a lo que yo me limité a darme la vuelta para saber quien fue. No vi nada pero el que pareció que si vio algo fue uno de los policías que se acercó apresuradamente hacia mi.

—¿Esta bien señorita? -preguntó en un tono lo suficientemente alto como para que yo lo escuchara-

—Si, si -contesté confusa por su preocupación-

El agente se volvió a alejar, volvio a su posición anterior. Conway le dijo algo a los dos subinspectores y se metió a el interior del edificio.

Los subinspectores comprobaron que no hubiera vistas de alguno de sus superiores y sacaron sus porras.

—Salir del perimetro cagando ostias -gritaba el compañero del que me habló anteriormente-

Se acercó un poco a mi el que gritaba, me fije en sus ojos. Azules, un azul muy claro. Yo había vistos esos ojos varias veces y una de ellas fue hace poco tiempo.

De un momento a otro el ojiazul me empujó para sacarme de ahi a mi también pero otros gritos que imponían mucho las que los suyos aparecieron.

—A ella no, capullo -hablaba Conway a la vez que se acercaba-

Me limité a sonreír con arrogancia ya que el de ojos azules no pudo salirse con la suya.

—Llevabas tiempo sin pasarte por aquí a tocar los cojones, en que cueva te habías metido -seguía hablando mi padre-

—Unas pequeñas vacaciones -respondí yo-

—Hare como que te creo -espetó Jack-

Me limité a rodar los ojos y cruzarme de brazos en el sitio

—¿A que has venido? -preguntó directo-

—A consultarte quien son estos dos -hablé haciendo referencia a los subinspectores-

—Fred -señaló al ojiazul- y Dan -señaló al de ojos negros y maquillados-

—¿De donde has sacado al Fred este? juraría haberlo visto varias veces -pregunté pensativa-

—Oposiciones -respondió nervioso Dan, mentía-

—Cielo, no deberías mentirme a mí, cazo las mentiras enseguida. Es mi especialidad -hablaba mientras lo miraba fijamente, sacaría la verdad por si mismo-

Cortó el contacto visual, el momento era violento. El estaba nervioso pero no lo suficiente.

—Que tal por el taller de anormales -cambió Conway el tema-

—Bien, me han ascendido a subjefa -contesté tratando de parecer normal-

—¿Cuanto cobran los mecanicos? -preguntó el de ojos azules mientras miaraba a la nada-

—Más que la policía, creeme -respondí dulce-

Un pitido sonó en la radio de Conway, parecía una alerta. Al instante los tres hombres se echaron a correr al interior de comisaría, al parecer era una urgencia.

Al ver que se fueron me limité a marcharme yo también.

ᴀʀᴇs - 𝗦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora