Dann se había mantenido lejos desde aquella última noche, cargaba un peso que lo hundía en su mente; lleno de estrés, de rabia y un dolor que iba más allá de lo físico y mental, le dolía tanto el alma que era capaz de arrancársela a sí mismo.
Cada vez que decidía transformarse en bestia le resultaba doloroso, sus transformaciones nunca lo habían hecho sufrir y su piel nunca se había llenado de hematomas solamente por estirarse demasiado.
La última noche que intentó transformarse no lo logró, el dolor se lo estaba impidiendo y ante eso solamente cayó de rodillas mientras su respiración intentaba controlarse y sus brazos temblaban amenazantes con dejar de funcionar.
En el suelo había un pequeño charco, él logró observar su reflejo lleno de cansancio y la mirada marchita, durante un breve instante no se reconoció, pero después se dio cuenta que aquello era producto del tiempo, era la razón por la que estaba en donde estaba y no iba a dejarse vencer aunque el alma le doliera.
—Mierda —se murmuró a sí mismo al descubrir ese mechón de cabello blanco que arruinaba su melena y amargos recuerdos le inundaron la memoria.
Hay una oscuridad asombrosa, la única luz está a lo lejos y no es más que una antorcha que lucha ante el inminente aire para mantenerse firme y encendido para iluminar el camino de quien la vea.
Dos sombras se encuentran reflejadas en el suelo por la pequeña fogata en el suelo, a la derecha hay una mujer de cabello muy largo atado en dos trenzas y algunos rizos sobrantes sobre su frente, junto a ella se encuentra un jovencito delgado y jorobado que parece haber tenido una pelea, pues su espalda sangra y mancha aquel camisón verde que lleva.
—Muéstrame la mano —dijo esa mujer, con una voz melodiosa que endulza el oído del joven.
El niño, obediente extiende su mano mostrando aquella gran herida que tiene en su palma, la sangre brota y duele de tan solo mirar, aún así ella le cubre la herida en su mano derecha con un trozo de tela.
—Tuve mucho cuidado, pero esos niños no querían jugar conmigo. ¿Por qué todos me tienen miedo? —el pequeño se mordía la lengua para soportar el dolor.
—Eres más fuerte que ellos, Dann.
—Pero me controlo, aún así ellos no me quieren.
—Aún controlando tu fuerza para ellos eres más fuerte.
—¿Por qué no hay más niños vampiros o hechiceros? Estoy cansado de querer acercarme a los humanos, ellos siempre me juzgan y me dejan solo… ¿Así será siempre? ¿Siempre me quedaré solo? —sus grandes ojos ruegan por soltar lágrimas, pero con su mano se las limpia con rapidez pues su padre siempre le había dicho que llorar era para los débiles, él no quería serlo.
—No, tu no estarás solo para siempre. Esta es la marca de la eternidad —menciona ella y señala la mano que recién le había curado—. En el mundo solamente podrán existir dos personas con esta misma marca, a veces el destino puede colocarlas en puntos de la vida muy diferentes, pero siempre terminarán por encontrarse.
—¿Por qué?
—Así es como nacen los lobos. Su trabajo de un lobo es encontrar a la otra persona que comparta su marca
—¿Cuál es su propósito?
—Un lobo nace y obtiene un alma gemela con la cual debe pasar el resto de su vida, en ocasiones suele reflejarse en un hermano, en una madre, en un hijo, una pareja, amigo e incluso en alguien que no conoces.
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Luna de Noviembre [Oscuros #1] [FINALIZADA]
ParanormalGlumy; el pequeño pueblo donde las personas residentes son escasas, propagando el mito de la bestia que se devora a todo lo nuevo que llega y culpando a su propio lago de las desapariciones en masa. Una madrugada Rachell llega desesperada a este pu...