Capítulo 29|Caos.

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Dann aún se mantenía acorralado contra el suelo, por más que trataba de zafar sus manos no podía.

Entre sus jadeos escuchó como las cosas en la cocina se movían y caían. Corydon apareció, sosteniendose tambaleante de la barra; tosió y se asustó al ver a Dann en esas condiciones. Con las piernas flaqueantes se acercó a él y lo miró curioso.

—Animalito, ¿Quien te lastimó? —comentó burlón, mostrando una sonrisa con esos asquerosos dientes amarillos.

—Quítame esto —ordenó Dann, con la mirada penetrante que el otro no dudó en obedecer—. Tú te llevaste algo mío, ¿Por qué?

Corydon logró desatar con un poco de esfuerzo el metal que ataba las manos de Dann.

—Estaba invadiendo su cabeza de maldad y tristeza, él dijo mentiras de mí. Ella tenía que ver la verdad que nadie pudo decirle antes, creí que con eso ella sería más fuerte y actuaría contra él por si sola —contó mientras se ponía de pie.

Dann respiró profundo para arrancar con fuerza aquellas dagas de metal que se habían clavado en la palma de sus pies, haciéndolo apretar los dientes hasta sangrar para evitar un grito.

—Se supone que eras quien debía protegerla de todo, ¿Por qué no la protegiste de él? —lo encaró, mirándolo a los ojos.

El cuerpo humano de Corydon era tan flaco y arrugado como el de un viejo, sus ojos saltones y ojerosos lo hacían parecer un adicto al crack.

El espectro con forma humana no habló.

Dann intentó entrar en sus recuerdos, ilusionado con que fallaría, pero cuando descubrió que sí podía verlos no se acobardó.

Grande fue su sorpresa cuando todos los recuerdos de Corydon se cruzaban unos con otros; eran como una tormenta en el mar. Aún así, muy en el fondo encontró unas imágenes que llamaron su atención.

Era una pequeña Rachell, temerosa y llorando imploraba ser soltada por alguien que se mantenía sobre ella, obligándola a estar abierta para él. Las lágrimas de ella salían sin parar de sus ojos, y el dolor, dolor y resentimiento que la escena emanaba terminaron por dejar enfurecido al hombre lobo.

Salió de su mente, tenía el pecho agitado y los puños apretados de la furia.

—¿Por qué Rachell te odia tanto? —trató de averiguar, no quería cometer una imprudencia.

El espectro se acomodó los pantalones anchos que traía, jugó con sus manos y caminó jorobado hacia la salida. Sin intenciones de contestar.

—Habla si estoy equivocado, pero vete en silencio si mis sospechas son ciertas.

Corydon le echó una mirada sobre el hombro, con rapidez tomó el pomo de la puerta dispuesto a irse.

Dann no tardó en entender todo.

El coraje que Rachell le tenía a Corydon era por algo, cuando él fue a la casa de sus padres y encontró esa sangre oculta en la cama le pareció extraño. Por eso ella parecía distante cuando alguien se acercaba mucho, porque Corydon había abusado de ella.

Dann se apresuró y salió del departamento cojeando con ambos pies, pues esas heridas tardarían unas horas en sanarse. Pero cuando se asomó, Corydon fue tan cobarde que escapó.

El hombre lobo estaba furioso; sus ojos rojos de la ira, los puños temblorosos por tanta adrenalina en su cuerpo y la respiración agitada, su instinto le ordenaba matar a ese infeliz, pero aún estaba agotado.

Se detuvo en el marco de la puerta a respirar para recuperar energía, sin embargo sintió a alguien acercarse a él. Y para cuándo levantó la mirada se encontró con el séquito de gente que parecía muerta en vida. Todos lo rodearon de repente, y Dann no había conseguido escapar porque lo acorralaron dentro de la casa y se le fueron encima. Golpeó a unos y otros, los arañó en la cara. A grandes y chicos, pero estaban poseídos porque aún cuando él era tan salvaje, aquellas personas no parecían impresionadas o adoloridas.

Luna de Noviembre [Oscuros #1] [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora