Capítulo 20| Anhelo, conocimiento y destino.

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Aquella noche, Luca escuchó la puerta principal cerrarse. Salió preocupado y no encontró a Rachell por ningún lado. Pero al asomarse a la ventana la vio caminar entre los árboles hasta traspasar la reja de seguridad hacia el lago. No estaba seguro, pero por la ruta que tomaba creyó que iría a buscar a Dann.

Si tenía suerte lo encontraría. Y si no, ella volvería a casa.

Agachó la mirada con culpa. Si fuera en otras circunstancias él pensaría que Rachell estaría segura con Dann, pero sabía cuáles eran sus planes y se arrepentía de que no todo fuese tan bueno para su hermana. Sin embargo, él ya no se metería en sus asuntos. Tenía unos propios que eran más primordiales.

Se dedicó a cuidar de April. Y por los conocimientos que tenía, sabía que no le había ocurrido nada malo, y eso se lo agradeció a su creador en una oración y con una veladora blanca.

Por su cabeza cruzó la idea de averiguar un poco sobre ese chico llamado Rob. Su instinto le decía que no lo haga, porque cada que pensaba en ello, su corazón se aceleraba sin razón aparente.

Pensó en pedirle ayuda a Dann, y estaba seguro en sólo un diez por ciento que su amigo lo ayudaría.

Cuando April se despertó al día siguiente, vio a Luca sentado en una silla junto a la ventana; estaba durmiendo en una posición tan incomoda que era seguro que terminaría con un horrible dolor de cuello y espalda.

Ella se sirvió el desayuno. Nada especial, solo cereal con leche. No tenía hambre, pero tampoco le gustaba dejar su estómago sin algo para empezar el día.

April aún sentía la mandíbula adolorida, por lo que se pasó sentada en la mesa cerca de una hora para acabar ese pequeño tazón de cereal. Y su mente aún reflejaba esas imágenes que Astaroth le había enseñado. Estaba cansada, se veía nostálgica y con la mirada apagada.

—Buenos días —saludó Luca al salir de la habitación.

Se quejó llevándose las manos al cuello y luego trató de peinar su melena con las manos.

—Hola... —murmuró ella, jugando con lo poco que le quedaba de la comida.

—¿Estás bien?

—Sí, bien —susurró con severo sentimentalismo y los ojos cristalinos.

Luca se dirigió a la sala y sobre uno de los muebles tomó su mochila para entregársela.

—Me tomé el atrevimiento de limpiar tu mochila, se llenó de lodo y estaba húmeda —comentó dejando la mochila sobre la mesa.

Ella revisó cada bolsillo para percatarse de que nada se había roto o perdido.

Encontró la libreta con el nombre en la pasta y se la dio a Luca; explicó por qué tenía una S de más, pero al chico no le molestó eso. Solamente le agradeció y llevó la libreta a su cuarto para resguardarla y deseando usarla pronto.

Pero cuando April corrió el cierre del bolsillo más pequeño donde había guardado aquel papel que Ruls, su padre, le había entregado, no lo encontró.

Y por más que revisó a fondo, no lo encontró. Ella creyó que tal vez lo había extraviado en el camino.

Le restó importancia, ya lo conseguiría en otra ocasión.

Se apoyó sobre su puño y se perdió en sus pensamientos. Unas lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas cuando la escena y la voz de su mejor amiga resonaron de nuevo etn su cabeza. Eso llamó la atención de Luca, quien dejó de rebuscar en el refrigerador para mirarla.

Luca se apresuró a abrazarla, y ella se aferró a él con tanta necesidad que lo impresionó.

Luca creía que tenía un poco de culpa. Si tan solo no se hubiera detenido ante la situación, tal vez hubiera logrado hacer algo. Pero se había sentido tan inseguro de enfrentarse a su enemigo, que su mejor opción fue quedarse en el suelo viéndolo escapar.

Luna de Noviembre [Oscuros #1] [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora