Capítulo 25|Despedidas.

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Dann observó la botella ya vacía en sus manos. Mimi estaba frente a él en el rincón de la sala dormida profundamente.

Observó su mano, justamente aquella cicatriz que por años tuvo. Era la marca de su alma gemela que en algún momento se había rendido a buscar, pero que cuando la encontró tuvo la mala suerte de ser la misma persona a la que debió matar. Después de tanto tiempo solo y vagando por el mundo con la ilusión de encontrarla.

Había estado en un dilema. Estaba condenado a pasar toda su vida al lado de esa persona especial, pero al mismo tiempo esa persona era la misma que había asesinado a su pueblo y a la cual debía ejecutar para cumplir una promesa.

No sabía dónde estaba Rachell, había buscado en todos lados que ya ni sabía por dónde empezar de nuevo. En todo lo que había sucedido habían algunas preguntas que no habían obtenido respuesta.

En muchas ocasiones quiso ver los recuerdos de Rachell, pero la fuerza Moun que lleva dentro era tan poderosa que una barrera evitaba que él entrara, y cada que lo intentaba terminaba con con el cuerpo adolorido y el cabello blanco.

Incluso nunca supo por qué Rachell odiaba a Corydon, cuando se suponía que Ella lo había creado para cuidarla.

Habían tantos huecos en la historia que no podía llenar, porque incluso cuando quiso entrar en la cabeza de Luca, este tampoco se lo permitió. Y cuando se lo preguntó él simplemente sonrió nervioso y negó.

Pero había algo...

Su padre estaba vivo, su madre también.

Tenía que empezar a buscar alguna pista a partir de ellos.

Así que se levantó y se fue a la cocina, tiró la botella en el bote y bajo el grifo comenzó a lavarse la cara y tomar agua con las manos.

Escuchó ruidos que provenían de la habitación y ese extraño olor a mezcla de sangre y pedernal. Escuchó a Luca charlar en voz baja y de vez en cuando reía.

Se pegó a la puerta y escuchó crujidos acompañados de quejidos. Sin embargo, era tan orgulloso que pensó que estaría bien y se marchó, comenzando su camino hacia la cuidad donde antes vivía Rachell.

En un recorrido de quince minutos llegó a la ciudad, parecía haber más gente de lo habitual así que se mantuvo lejos de los niños que salían de sus escuelas. Se acercó por el vecindario hasta detenerse en aquel árbol de la esquina donde usualmente se quedaba en las noches para vigilar a Rachell.

Pero notó algo extraño.

La casa estaba rodeada con cintas de seguridad y policías que vigilaban el área, algunos vecinos estaban reunidos hablando entre ellos, algunos se veían desesperados y otros impactados con preocupación.

Tenía que entrar a esa casa para averiguar algunas cosas y sobretodo saber qué hacía la policía acordonando el lugar.

Así que cruzó a la otra calle para entrar por la parte trasera de la casa.

Por suerte algunos delincuentes habían cortado parte de la cerca metálica que había, lo que se lo facilitó todo. La puerta del patio que se dirigía a la cocina estaba cubierta con más maderas para evitar el paso.

Se mordió la lengua dentro de la boca en busca de alguna respuesta. Cuando alzó la vista vió una ventana semiabierta en el segundo piso. Con cuidado observó a su alrededor para no ser visto por nadie, y fue cuando dió un gran salto para sostenerse del marco de la ventana; la abrió con facilidad para entrar y cerrarla como antes para no dejar pistas.

Al parecer esa había sido la habitación de Rachell por mucho tiempo. La cama y la almohada tenían su olor casi difuminado.

Dann tomó una blusa que había sobre la cama y la sostuvo con fuerza entre sus manos, la acercó a su nariz sintiendo ese aroma y la suavidad de la tela que en algún momento comparó con lo suave que solía ser el oscuro cabello de Rachell.

Luna de Noviembre [Oscuros #1] [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora