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Naruto no podía decir que tuvo una infancia horrible, porque estaría mintiendo y mucho. Su padre era un famoso empresario, reconocido por todo el país, por lo que fácilmente podría decirse que nació en cuna de oro.

Al contrario de algunas personas, él jamás pasó hambre, frío, o necesidades similares. Desde que llegó al mundo, su padre se encargó de llenarlo de gustos materiales para que quedara incluso más que satisfecho, pensando que de esa forma lograría reemplazar el afecto y el tiempo que no era capaz de dedicarle debido a su trabajo.

Si bien la relación con su padre no era mala, tampoco podría tomarse como una de las mejores, ya que a penas si hablaban cuando este no se encontraba ocupado en viaje de negocios, o algo relacionado con su jornada laboral.

Su madre había fallecido cuando cumplió tres meses de nacido, por lo que sus recuerdos de ella eran inconclusos, casi inexistentes. Su padre tampoco hablaba mucho de ella, así que no sabía absolutamente nada sobre su vida, o de cómo fue que se conocieron.

Estaba demás el decir que le pidió explicaciones a su padre, pero este simplemente evitaba el tema, o se negaba a darlas. Naruto inclusive llegó a pesar que la verdad era que ni siquiera él podía recordar a su amada, ya que tampoco habían fotografías o retratos familiares.

A pesar de no tener el amor de una madre, o el tiempo de un padre, la vida le ofreció buenos amigos como –suponía él– una forma de recompensar todo aquello que perdió o, mejor dicho, que nunca tuvo.

No podía quejarse, su vida no era tan mala.

Las cosas comenzaron a empeorar cuando la exnovia de su padre se entrometió nuevamente en la vida ambos, consiguiendo robar una vez más el corazón de su progenitor; e inclusive el poco tiempo que le dedicaba. Con el tiempo y a pesar de sus quejas y oposiciones, terminaron casándose.

No es como si estuviera celoso, o como si odiara que su padre encontrara nuevamente el amor. El problema era que esa mujer era el mismísimo demonio, enviado solamente para encargarse de hacerle la vida imposible, y no tenía dudas de ello.

Cuando su padre la presentó como su novia, el Uzumaki pudo sentir la tormenta avecinándose en su vida, sin darse cuenta de que en realidad se trataba de un tornado infernal.

Intentó, realmente intentó darle una oportunidad, sentirse cómodo con ella y verla como una segunda figura materna, pero todo se fue al carajo cuando ella comenzó a hablar mal de su madre; diciendo que era una cualquiera, que salió de un burdel, que vivía ahogada en las bebidas alcohólicas, drogas y demás mierdas que prefería olvidar.

No iba a aceptar una mujer como ella al lado de su padre, no por celos, no por envidia, sino por cuidarlo. Ella no lo amaba, estaba más que seguro de que sólo había vuelto para enredarlo y quedarse con todo su dinero; y por nada del mundo iba a dejar que sacara provecho de él.

Pasaron tres meses desde que sus intentos fallidos por alejarla se detuvieron de golpe ante la noticia de su matrimonio, a pesar de sus advertencias, su padre seguía sin escucharle, y se limitaba a pensar que solamente eran imaginaciones suyas por "celos". Sin embargo, no iba a dejar el camino fácil para la bruja por un maldito compromiso. Claro que, ahora que ella había logrado sacarlo del medio, sería un poco más difícil de cumplir.

Mierda, realmente se atrevió a cambiarlo a un maldito colegio élite para idiotas que seguramente se bañan en su asqueroso dinero. Cielos, a pesar de nacer en cuna de oro, detestaba estar rodeado de niños ricos que miraban a los demás como si fuera inferiores a ellos, ese aire de superioridad que todos mantenían era insoportable.

¿De verdad tenía que soportar el resto de su secundaria en esa maldita cárcel?

— Es un honor recibir a su pequeño hijo en nuestra institución, Señor Namikaze.— Murmuró el anciano sentado detrás del escritorio en su oficina, más conocido –para Naruto– como el director del circo.— Me alegra saber que más familias...— Divagó, sonriendo levemente.— importantes, como la de usted, nos confían la educación de sus hijos.

膝の上 get on your knees and beg ━ sasunaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora