5.

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Sus orbes azules se pasearon con deleite por el cuerpo ajeno, que yacía recostado con suma tranquilidad y de brazos cruzados, sobre el borde de la puerta del dormitorio.

Si se dedicaba a pesarlo con seriedad, debía admitir el Uchiha tenía lo suyo. Sus facciones eran tan hermosas como frías y atrapantes. Su voz era sumamente encantadora y varonil, siendo imposible para el Uzumaki el disfrutar de ella. Sus orbes oscuras, que parecían dedicarle una mirada especial cada que podían, no dudaban en hacerlo estremecer; mientras su cuerpo y alma se sentían completamente a su merced.

Es decir, si no fuera por ese tono arrogante de mierda que se traía, sumado a ese maldito aire de superioridad, seguramente ya estaría derretido ante sus encantos; como lo estaban la mayoría de sus compañeras, incluyendo algunos chicos.

El menor relamió sus labios con suavidad y se volteó avergonzado cuando se percató de que lo estaba observando como si de un premio de tratase; no podía dejar que el chico supiera acerca de sus profundos sentimientos, eso sería cavar su propia tumba. Al hacerlo, no tardó en fingir desinterés por su presencia, para luego dedicarse a continuar acomodando las sábanas de su cama.

— ¿No te han enseñado a golpear la puerta?— Cuestionó en un tono seco, alejando las sábanas sucias.

Indiferente. Sumamente indiferente. Así es como debía de actuar; aunque le costara horrores.

— Uhm. Bueno, es mi habitación, no veo por qué debería hacerlo.— El joven de orbes oscuras soltó una risa sin ganas, causando que el menor tragara en seco.

Aunque, para el Uchiha, muy en el fondo y, a pesar de que no lo admitiera abiertamente, el carácter fuerte y desafiante del rubio lo estaba volviendo loco. Y es que, además de eso, ¿cuándo siquiera disfrutó de algo similar? ni él podía saberlo con exactitud, pero por alguna razón; no podía evitar disfrutarlo en demasía y sentir la necesidad de molestar al menor.

— Parece que el director te ha tomado cierto rencor.— Murmuró con un tono divertido ante el silencio del más bajito.

— No he hecho nada.— Se limitó a decir, causando una suave risita en el contrario ante su tono bajo.

— Mhm, seguro. Bueno... podría ayudarte, claro que, no será gratis.— Comentó con una diminuta sonrisa y el menor soltó una risa seca, negando repetidas veces.

— Antes muerto que aceptar tu ayuda.

El pelinegro se limitó a decir algo más luego de eso y simplemente tomó asiento en uno de los sofás, observando con atención la silueta del rubio. El susodicho pasó saliva por sus labios ante la atenta mirada sobre él, o mejor dicho, sobre su cuerpo. Mierda, ¿acaso lo estaba tomando de idiota?, ¿quién no sentiría una mirada como esa a kilómetros?

Se golpeó mentalmente e ignoró como pudo aquellas orbes oscuras, para así continuar con el trabajo que el director le había –injustamente– impuesto. Cuando finalmente acabó, tomó las sábanas que debían lavarse entre sus manos y caminó hasta la puerta, siendo detenido por su compañero.

El Uchiha lo tomó del brazo y tiró de él, cerrando la puerta con brusquedad, al mismo tiempo que estampaba en su lugar el cuerpecito del menor.

— ¿A dónde crees que vas?— Cuestionó sin más, observando con diversión el rostro temeroso del rubio.— Nosotros tenemos una charla pendiente, rubio.

— E-ese no mi problema.— Respondió, desviando su mirada hacía las sábanas que acabaron siendo arrojadas sobre el suelo.— Tengo mejores cosas que hacer, no puedo perder mi tiempo contigo.

— Así que...— Divagó, esbozando una diminuta sonrisa, mientras una de sus manos se atrevía a correr con suavidad los mechones de cabellos rubios que cubrían sus orbes azules.— Te gustan los juegos artificiales, huh.— Comentó y el menor apretó los labios, encogiéndose de hombros.

膝の上 get on your knees and beg ━ sasunaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora