Me desperté a la mañana siguiente con un dolor de cabeza increíble. Debí de beber mucho anoche, porque creo que esta es la mayor resaca que he tenido nunca. Me incorporo, cuando me doy cuenta de que esta no es mi cama. Oh mierda, estoy jodidamente desnuda. Me sonrojo al darme cuenta de que ni si quiera se de quien es esta casa ni por lo tanto, con quien me he acostado. ¿Puedo pasar más vergüenza? Oh pues claro que si, ahora resulta que tampoco se donde están mis bragas. Joder Paula, joder.
Después de unos minutos encuentro toda mi ropa, desperdigada por la habitación. Me visto rápidamente y asomo la cabeza a través del umbral de la puerta. Escucho ruidos procedentes de la cocina, así que me acerco allí. Abro la puerta suavemente y me encuentro a Berto haciendo café. Berto.El primo de una de mis mejores amigas.¿Por que coño nadie me paró ayer?. Me deben muchas explicaciones... aunque quizá la que deba las explicaciones sea yo. Pues van jodidas, por que no recuerdo absolutamente nada.
-Oh, veo que has despertado. ¿Quieres café?- me pregunta con una dulce sonrisa.
-No. Berto, verás yo no... no se que ha pasado. Quiero decir, me lo puedo imaginar, pero no recuerdo absolutamente nada. No se como llegué a la conclusión de que esto era buena idea pero...no lo ha sido para nada.Estoy bastante confundida. Lo siento, creo que debería irme.
El se queda mudo durante unos segundos, como procesando lo que le acabo de decir.
- Entiendo que estés confusa... De todas formas, cuando te aclares y si cambias de opinión, me encantaría conocerte. Tienes mi número grabado en el móvil.
-Eh... vale...- contesto sin saber que decir.
Recojo todas mis cosas y salgo de allí, sin saber muy bien donde estoy. Bajo las escaleras del edificio y salgo a la calle. Todavía no es mediodía, pero el sol calienta con fuerza. No tengo ni puta idea de donde estoy, así que decido llamar a Natalia.
-Necesito que me ayudes, ven a buscarme. Ahora te mando la ubicación en un mensaje.
- Está bien.-contesta sin hacer preguntas-.
Bendito GPS y bendita Natalia. Por suerte, solo tarda 15 minutos en llegar en su moto nueva, de la que está tan orgullosa. Para a mi lado y me da un casco para que me lo ponga. Ni si quiera tengo que decirle a donde quiero que me lleve, por que ya lo sabe. Ya sabe que lo que menos me apetece ahora es escuchar a mi madre preguntar por las ojeras que seguramente tengo, o por mi olor a alcohol que se huele a kilometros. Sabe que lo que necesito es ir a su casa, ducharme y cambiarme y, sobre todo, hablar. Hablar de lo que pasó ayer, para buscar algo de sentido a lo que hago, aunque probablemente no lo encuentre, por que no existe.
Llegamos a su casa. Como de costumbre, no hay nadie. Subimos a su habitación y me deja una toalla para que me duche, mientras ella prepara algo para comer. Que haría yo sin ella...
Cuando salgo del baño me encuentro ropa limpia encima de la cama, así que me cambio y me recojo el pelo mojado en una coleta alta. Cojo el móvil para mandarle un mensaje a mi madre, pero veo que está apagado... vaya , voy a tener que buscar un cargador. Encuentro uno enchufado en la mesita de noche de Natalia y lo enchufo, después bajo las escaleras hasta la cocina.
- A ver, cuéntame. Con quién has dormido.- comienza a preguntarme-.
- Con Berto, y ojalá solo hubiéramos dormido.
- Joder ¿te lo tiraste?
- En realidad no lo recuerdo, pero despertarme desnuda en su cama es una señal bastante fiable, en mi opinión. No recuerdo nada de anoche.
-¿Nada?
-Nada. Después de llegar al Manhattan está todo borroso... ¿ que pasó?
- Bueno pues... bebimos bastante todas, pero tu sobre todo. Empezaste a hacer el gilipollas por el medio de la pista de baile y decidimos que era tu hora de irte, así que Berto se ofrezco a llevarte a tu casa. A saber lo que le dirías... o harías - Noto que no me dice toda la verdad, pero no tengo manera de saberlo.
- Joder, no lo recuerdo. Que vergüenza.
- No te preocupes, no se lo diré a nadie. Toma, desayuna todo lo que quieras, no tienes buena cara.
- Pues como para tenerla... - le contesto irónica-.
Pasamos un rato hablando durante el desayuno, cosas totalmente banales. Cuando terminamos la ayudo a recoger y decidimos salir a la calle para despejarnos. Al parecer a ella tampoco le sentó muy bien el vodka de ayer.
- La cabeza me va a explotar... -comento mientras me siento en el sofá esperando a que Natalia acabe de prepararse.
- Ya sabes, noches de desenfreno...
- Mañanas de ibuprofeno - termino su frase mientras sonrio.- Por cierto, no tendrás alguno por ahí...
- Si claro, primer cajón del mueble de la televisión. Ahí almacenamos toda la droga - comenta con una leve risa-.
- Y la cocaína, ¿donde dices que la guardas?- le pregunto esperando cualquier barbaridad por respuesta-.
- Lejos de tus manos, imagínate... borracha y drogada, a saber a quien podrías haber violado.
Las dos nos reímos ante esa idea. La verdad es que no debería hacerme gracia lo que he hecho esta noche, y se que cuando se me pase esta niebla que ahora cubre mi mente lo lamentare muchísimo... pero ahora estoy con Natalia, y no puedo resistirme a su humor ni a su risa. Que suerte tengo de tenerla.
Salimos a la calle y nos sentamos en un banco de un gran parque, rodeado de árboles. Hemos quedado allí con Claudia, Sandra y Carol. Al parecer Cris no coge el móvil.
Llegan todas juntas al cabo de un rato, y se sientan con nosotras intrigadas por saber que es lo que ha pasado. Comienzo a relatar la historia de como me desperté esta mañana en una cama que no era la mía y sin mi ropa y lo mal que lo pasé cuando no conseguía recordar con quien me había acostado.
- Y bien, ¿quien es el? - pregunta Claudia curiosa-.
- Es... Berto.
- ¡¿BERTO?! ¿¡ MI PRIMO BERTO?!- Pregunta Carol incrédula.
- Ese... ese mismo -consigo decir sin levantar la mirada del suelo-.
- ¿ Y que le has dicho esta mañana? - pregunta Sandra-.
- Pues le he explicado que no recordaba nada... y que estaba bastante confundida. Quería irme cuanto antes de allí. El me dijo que cuando me aclarara podía llamarle, que quería seguir conociéndome.
- ¿Cuando te aclararas? ¿Pero es que no se da cuenta de que estabas totalmente borracha? - Exclama Carol.
- No se a lo que se refería exactamente la verdad... ni quiero saberlo. No lo volveré a ver y ya está. No quiero complicarme más la vida.- Le contesto sin ganas de seguir hablando de ello.- Y vosotras, ¿que tal la noche?
Esta vez es Sandra la primera en contestarme.
-Pues verás...
ESTÁS LEYENDO
Las nubes no siempre saben a chocolate
Dla nastolatkówA sus 17 años, Paula vive una vida bastante tranquila. Dentro de lo esperado. Hasta que una nueva vecina le hará descubrirse a si misma y, como consecuencia, a sus propios demonios hasta ahora escondidos.