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Siguieron conduciendo. No pasaba ni la media noche. El susto de hace casi una hora los tenía más alerta que nada. Los C4 y esos perros no morían fácilmente, simplemente desaparecieron y eso los tenía más intranquilos. Sus luces apuntaban a la dirección la cual cuidaban, e incluso tejados.

- Estamos perdiendo tiempo y desperdiciando gasolina. – Habló Jo a Trina. – No estamos ubicados, ¡Andamos a ciegas! –

- Tenemos que parar y ver el mapa. – Trina tomó la radio. – Andar de noche es peligroso. Debemos buscar dónde quedarnos, no podemos seguir a ciegas. –

- ¿Algún plan? – se escuchó la voz de Frankie.

- Ver el mapa, ubicarnos, descansar un poco y partir a primeras horas. – siguió Trina.

- También siento que estamos perdidos. – opinó Beck. – Busquemos un lugar. A demás... Holland, no pienso arriesgarme. –

- Así que uno menos. – dijo a la nada Trina. Soltó el aire y dijo por la radio. – Paren, veremos en esta. – apuntó una casa frente.

Los motores se apagaron. Con armas arriba y apuntando a todos lados empezaron a caminar hacia la puerta principal.

- Creo que lo prudente sería no bajar las casas esta vez. – habló Fernando. – Y él tiene que morir ahora antes que nos traiga problemas. – señaló al soldado sin brazo que se encontraba lejos del grupo, aún en el auto.

- Esto es culpa suya. – bramó Conway. – Todo esto está planeado por ustedes, nos trajeron aquí para deshacerse de nosotros. –

- Sí quisiera deshacerme de ti, creeme que hace tiempo te habría puesto una bala entre los ojos. – expresó con enojo Frankie.

- Ustedes no son más que unos niños jugando a ser héroes. ¡Tienen todo en ese maldito refugio y vienen aquí a "salvar" personas! ¡Son verdaderamente patéticos! –

Beck golpeó con su arma el pecho de Conway. – ¿Te crees mejor que nosotros o mejor que cualquier otro sobreviviente? Toma la maldita arma y disparale a tu propio hombre. –

- ¿Cuántas veces has tenido que matar a uno que no sea un caminante? – preguntó Trina cruzada de brazos. – Para tu propio bienestar, estoy segura a muchas personas. No eres más que un maldito cobarde que tiene la lengua larga. –

La voz de Clarisa los interrumpió, no dando tiempo a las quejas de Conway.
- Nos desviamos del camino. – negó con la cabeza. – Nos alejamos de nuestro destino. – Clarissa estaba de rodillas junto a Jade y Miller, en el centro de ellos estaba un mapa extendido.

- ¿Qué tan lejos? – Trina se acercó, colocándose de cuclillas.

- Unos... 25 kilómetros... Pero, – Miller empezó a apuntar con su dedo en el mapa. – Estamos aquí, si seguimos este camino, y no hay dificultades, llegaremos antes que se nos acabe el combustible. –

- Lo más conveniente es seguir avanzando. Quizás turnarnos en los autos. – habló Jade por primera vez sin levantar la mirada del mapa. – Tanto ustedes como yo estamos concientes que los C4 nos están siguiendo. Nos atacan y simplemente desaparecen. –

- Como odio a esas cosas. Puedo con las otras tres clases, pero los C4 con un verdadero dolor en el culo. – expresó Jo.

- Bien, entonces será mejor ponernos en marcha. – Fernando se dio la vuelta.

Los demás empezaron a caminar. Jade recogió el mapa y siguió a todos a sus respectivos vehículos. Apenas iban subiendo cuando dos C4 saltaron encima de Beck y Conway. Ambos hombres intentaban apartarlos, pero su fuerza era muy superior.

Hollywood Of The DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora