El hombre que es Dazai Osamu

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•La percepción de Akutagawa respecto a un nuevo descubrimiento.




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Hasta hace poco creí saber la exactitud con que habría de describirse a Osamu, y las palabras cálidas no figuraban en la pesada carga de su nombre, meramente aspero en mi mente, por tratarse de un significado en su persona, sumamente trágico y lastimosamente cierto.

Pero hoy, luego de recibir de golpe la satisfacción de conseguir un sueño tan simple, pero en escencia propio, la epifanía del descubrimiento, vino acompañada de hechos antes inexistentes a mi realidad. La cadena habrá llegado, en cierto punto, hasta dónde contemplo más objetivamente el 'yo' que engloba a Dazai, y dónde logro objetar la antigua sensación de falta de humanismo cuándo lo pensaba.

El hombre, por más alejado de las emociones que aparente, guarda un cúmulo arremolinado de principios ligados a lo intangible, a lo que no puede explicarse de otra forma sin aludir a la pasión con la que es capaz de sentir. Es posible que de ahí surgieran mis preconcepciones erróneas, pero ahora que las sé, no queda más que rectificar el trazo de pensamientos y decir que: "Dazai es sumamente apasionado".

La intimidad de su relación con los sentimientos y sensaciones, lo vuelven una persona tan humana, que son capaces de camuflarse en la serenidad de su rostro y, al mismo tiempo, descarrilar el corazón débil del hombre con bastante más frecuencia de la que uno habría de imaginarlo.

Hoy, en la calle, corroboré la curvatura de sus labios acomodarse entre la sombra tácita de una sonrisa, sin que cayera en cuenta que lo había visto, y refunfuñar un amor que, ni él ha de saber, puede permitirse experimentar. El sol acentuó un brillo, atenuado con disimulo esmero en la indiferencia, hilado a sus ojos renuentes y mostró la escencia de su alma. Y, finalmente, mientras él no lo notaba, la encontré en el reflejo de la luz a través de esos ojos marron oscuro, y me prometí que no sólo guardaría el toque de su mano revolviendo mi cabello, sino también la emoción de percibir la sinceridad de su corazón.

Ese momento fue eterno, y al mismo tiempo pasó, fugaz, de un momento a otro, en el que desee algo más que la efímera eternidad del universo, para permitirle pronunciar un millar de veces más las palabras que le sucedieron después de su muestra de cariño:

"Lo has hecho lo mejor que podías, estoy orgulloso de ti"

Dazai es tan humano, que solo resta amarlo, sin decírselo, dejando que lo niegue de a ratos en la comodidad de su desentendimiento, pero sabiéndolo muy en el fondo, mientras envuelve firme, el hombro de sus subordinados, en un gesto de profundo valor, que nos permite simplemente... Quererle.

El amor y la admiración parecen formar parte de la concepción, que siempre perseguirá al hombre que tenemos por entendido, es Dazai Osamu.

De muchas formas puedo compartir el sentimiento con el Joven tigre, porque la felicidad es más grande, que si tratara de arrancarle a Atsushi la misma comprensión que tiene de su mentor. Y puedo asegurar directamente, sin rodeos, que él también a congelado instantes en el tiempo, dónde Osamu, sin querer, se despega de su actuación y nos comparte algo genuino, como si agradeciera en silencio...tenernos.






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De pronto ya no tengo ganas de escribir cosas tristes, no con Akutagawa. A el de verdad le hace falta más amor que a Atsushi.

Anatomía de los hubieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora