Sus labios rosas y finos besaron la jarra con su poción favorita, fresca, que le daba una bienvenida al fin de semana. Bebió el primer amargo sorbo que lo refrescó por completo y levantó su mirada para toparse con su mejor amigo, disfrutando igual que él de la exquisita tradición que arrastraban hace años.
Todos los viernes, compartir una jarra de cerveza entre una amena charla.
—¿Cómo fue tu semana escuchando los problemas ajenos de la gente? —consultó Luke lamiendo sus labios, deleitándose con el sabor. Jamás se cansaría de la cerveza.
—¿Cómo fue tu semana frotando penes de goma? —devolvió la pregunta Calum con una sonrisa, inclinando su cabeza hacia un lado. Luke negó con una sonrisa y se rindió, elevando su jarra para chocarla con la de su mejor amigo, haciendo un brindis.
Ambos volvieron a llevar el brebaje a sus labios y bebieron.
—¿No has tenido problemas con Beatrix? —consultó el psicólogo, dejando al lado su cerveza para luego sacar su cajetilla de cigarrillos, eligiendo uno que llevó a sus labios para luego encenderlo.
—Bee ha demostrado responsabilidad y sigue órdenes. No sé como ella y tus padres llegaron al arreglo de que dejara la universidad solo si se podía mantener, conociendo que tu hermanita realmente es una de las personas más rebeldes que he conocido —comentó Luke, silenciando su teléfono. Justamente aquella tarde debía cerrar Bee y confiaba en que lo haría y no llevaría otra vez a uno de sus amantes, a utilizar los columpios de su tienda.
Solamente guardó silencio porque quería muchísimo a la muchacha de 20 años y prácticamente la vio crecer. Le tenía tanto respeto que incluso debió suplicarle que ella misma borrara las grabaciones de la cámara de seguridad.
—Ya estoy harto de su comportamiento. Les he dicho a mamá y papá que corten con sus tratos especiales, que solo la malcrían más, pero que puedo esperar si es la menor. Y la verdad, no sabes nada de rebeldía si tan solo escucharas los pacientes que tengo —bufó Calum dándole una calada a su cigarrillo. Luke sonrió, recostándose en el respaldo de la incómoda silla, dispuesto a escuchar más de la experiencia de su mejor amigo.
—Adelante —invitó, bebiendo un nuevo sorbo de su jarra, feliz de escuchar las aventuras del terapeuta Calum Hood en su consulta.
Por supuesto que no sabía nombres de sus pacientes, pero Calum le comentaba las vidas de ellos y sabía más o menos a qué se enfrentaba cada semana.
—Bueno, mi paciente con 3 gatos, al final comprende que su amor a ellos es un reflejo a la falta de amor propio —Luke asintió, satisfecho. Aquel caballero que desconocía, llevaba siendo paciente de Calum los últimos 3 meses.— Luego tenemos a mi paciente oficinista que aún no aprende que a su opinión no es útil si es que nadie la pide, además, obvio que lo odiarán si sus comentarios son xenófobos, racistas, machistas y homofóbicos —Luke bufó. Se alegraba tanto de no conocer a aquel hombre, incluso recuerda una historia de Calum donde aquel desconocido se rehusó a estar en la consulta de Calum hasta que él cambiara su camisa que tenía una diminuta mancha de soya de su almuerzo.— Y para finalizar, mi chico rebelde decidió, por fin luego de súplicas, dejar de ir a fiestas entre semana y a tomar sus medicinas.
Ese era el paciente que más odiaba Luke. Sabía que era un menor de edad, que quizás le faltaba madurar, pero le frustraba que él tuviera todo y que lo sacrificara por sus ansias de salir a fiestas y la autodestrucción que hacía.
Odiaba cuando la gente no se valoraba.
—Al menos es inteligente —rescató, solo logrando que Calum elevara sus hombros, quitándole importancia al asunto.
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How to sin? » Muke
Teen FictionUna de las ventajas de la edad, es que logras obtener experiencia a partir de numerosas situaciones. Luke, era inexperto en muchos ámbitos, aunque cueste creerlo, sin embargo, existía un campo donde era un total experto. Michael, a pesar de su cort...