01: «Orientación»

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Michael suspiró mientras veía como su moreno terapeuta estaba leyendo las notas de la sesión anterior. Se tomó la molestia  de apoyar su espalda en el cómodo sillón que lo esperaba desde hace un año, todos los martes en la consulta del señor Hood. Un año que había estado lleno de eventos extraños pero a la vez satisfactorios.

—Está bien. Antes de empezar las preguntas de rutina —murmuró el moreno hombre de ojos oscuros, quien lo observó por unos instantes antes de comenzar:— ¿Pensamientos de querer desaparecer o fantasías sobre hacerte daño?

—Nop —contestó Michael como siempre. A pesar del diagnóstico de su trastorno depresivo, jamás había tenido conductas suicidas, por eso le llevó tanto tiempo pedir ayuda, pues pensaba que la verdadera depresión siempre tenía conductas de autolesión o ideas de terminar con su vida.

Estúpida ignorancia en base a información falsa que leyó en redes sociales.

—¿Has dejado de hacer algo que te apasionaba? —consultó el doctor. Michael abrió su boca, dispuesto a responder con sinceridad, pero Calum terminó de agregar:— Dejar de ir a fiestas entre semana no cuenta.

—Entonces no—bufó Michael.

Eso era otra cosa que no entendía. Sentía tanto cansancio iniciar su día, no tenía deseos de nada, ni siquiera ganas de ir a la escuela cuando ese se suponía que era el mejor año, donde él tenía una reputación de ser un chico fiestero, popular, incluso a veces rebelde por dejarse llevar por sus impulsos.

Michael nunca tuvo deseos de suicidarse o ganas de autolesionarse, sin embargo, gracias a terapia, descubrió que habían una y mil formas en las que se autodestruía, como pasar más de 24 horas sin dormir entre semana por ir a fiestas de fraternidad donde se colaba, o porque consumía grandes cantidades de alcohol, hierba y un par de drogas alucinógenas cuando la fiesta lo dictaba.

—¿Tu medicación? —volvió a consultar Calum, viendo como su paciente jugaba con sus dedos tatuados. Tenía 17 y un par de tatuajes que logró realizarse cuando estaba drogado. Descontrol total, por eso sus padres decidieron pedir ayuda.

—Sigo tomando mis medicinas en la mañana y ahora en la noche —contestó Michael. Se había prometido jamás mentirle a su terapeuta.

 Calum había sido el tercero luego de dos experiencias realmente incómodas y violentas, donde los otros dos profesionales, intentaban hacerlo escupir todo y drogarlo hasta las bolas. Michael no le gustaba que lo presionaran, mucho menos creía que sobre medicarse, lo haría mejorar. Calum no lo presionaba, insistía que Michael era libre de comentarle cualquier cosa, que aquel espacio era seguro y que nada le comentaría a sus padres (porque el último terapeuta le dijo a sus padres que se drogaba y casi lo envían a un reciento de rehabilitación cuando en realidad no lo necesitaba). Calum era un buen terapeuta.

—¿Y por qué antes no las tomabas por la noche? —preguntó Calum sin poder evitar que una sonrisa se colara entre sus labios.

Michael le levantó su dedo medio, aprovechándose de la confianza que tenían.

—Porque me emborrachaba y tampoco quería morir por una sobredosis y la combinación —gruñó Michael. Calum movió su cabeza de un lado a otro como un gesto de felicidad, mientras anotaba en su libreta.

—¿Cuánto estás durmiendo? —ahora el tono de voz de Calum era mucho más grave mostrando su preocupación. Michael mordió su labio inferior.

—5 —confesó, escuchando como Calum suspiraba.

—Dijiste que ibas a intentar por lo menos dormir 7 horas Michael, esto es peligroso para tu salud, lo hemos hablado —recordó el terapeuta. Michael suspiró.

How to sin?  » MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora