𝗜𝗠𝗠𝗢𝗥𝗧𝗔𝗟 𝗕𝗟𝗢𝗢𝗗
❪ El amor es la muerte del deber... ❫
━ 🏹 ❛ Si crees que esto
tendrá un final feliz,
es que no has estado
prestando atención ❜
Bajo el fuego o la tormenta
...
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❛ THE NEW ROMA ❜ ❪ chapter three ❫
¡¿Un jodido ataque?! ¡¿En qué pensabas?!
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❪ khaleesi ❫
NO ERA QUE DESEARA ODIAR LA NUEVA ROMA... Pero tampoco era que quería que me agradará... Para mí era como la parte oscura de los dioses. Si, más responsables, pero también más sanguinarios, fuertes e incluso inteligentes. Y eso me inquietaba. Me inquietaba la legión entera que había a nuestro alrededor y nosotros no teníamos ningún arma para atacar si llegaba la ocasión. Éramos seis griegos y una ciudad entera de romanos con todo tipo de cosas a su disposición y una jefa que podía acabar con cualquiera sin remordimiento.
Aún así llegué a admirar todo el lugar. Los jardines terraplenados, las fuentes y los templos, las serpenteantes calles adoquinadas y las relucientes casas de campo blancas. A Annabeth y a Vanessa les hubiera gustado y estoy segura que mientras Jason le muestra la ciudad a mi amiga ella se estaría haciendo preguntas y estaría dudando de su proyecto en el Olimpo.
—Tenemos los mejores arquitectos y albañiles del mundo —dijo Reyna, como si me estuviera leyendo el pensamiento—. Roma siempre los tuvo en la Antigüedad. Muchos semidioses se quedan a vivir aquí después de su período en la legión. Van a nuestra universidad. Echan raíces y forman familias. A Percy pareció interesarle ese aspecto.
Sonreí sin proponermelo, pero luego adopte una cara seria nuevamente. Ella no podía descubrír mi punto débil, así como ella estaba tratando de ocultar el suyo. Pero en sus ojos de obsidiana vi que ella no se creía inferior a nadie y mucho menos a mí. Éramos iguales y yo estaba completamente de acuerdo.
—Ya lo creo que eres una guerrera —dijo la pretora—. Tienes fuego en los ojos.
—Lo siento.
Trate de suavisar la mirada. Aunque no lo creía posible.
—No lo sientas. Soy hija de Belona.
—¿La diosa romana de la guerra?
Reyna asintió con la cabeza. Se volvió y silbó como si estuviera pidiendo un taxi. Un instante después, dos perros metálicos corrieron hacia ellas: unos galgos mecánicos, uno de plata y otro de oro. Rozaron las piernas de Reyna al pasar y me observaron con unos brillantes ojos de rubíes.
