𝗜𝗠𝗠𝗢𝗥𝗧𝗔𝗟 𝗕𝗟𝗢𝗢𝗗
❪ El amor es la muerte del deber... ❫
━ 🏹 ❛ Si crees que esto
tendrá un final feliz,
es que no has estado
prestando atención ❜
Bajo el fuego o la tormenta
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Papáactuó como... ¿un padre?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Nico
▬▬▬▬▬▬Lo último que escuche entrenador Hegde quejarse.
—Vaya, esto no es bueno.
Me pregunte qué habría hecho mal esta vez. Quizá los había teletransportado a una guarida de cíclopes, o trescientos metros por encima de otro volcán. No había nada que yo pudiera hacer al respecto.
Había perdido la vista. Mis otros sentidos se estaban apagando. Las piernas me flaquearon y me desmaye.
Ya parezco Jason.
Traté de aprovechar al máximo mi inconsciencia.
Los sueños y la muerte eran viejos amigos míos. Sabía cómo moverme por mi oscura zona fronteriza. Busqué a Thalia Grace con sus pensamientos. Recorrí a toda velocidad los habituales recuerdos dolorosos: mi madre sonriéndo, con la cara iluminada por la luz del sol que rielaba en el Gran Canal de Venecia; mi hermana Bianca riéndose mientras tiraba de él por el National Mall de Washington, con su sombrero flexible verde protegiéndole los ojos y las pecas que salpicaban su nariz. Vi a Percy Jackson en un acantilado nevado delante de Westover Hall, protegienme a mi y a Bianca de la mantícora mientras yo me aferraba una figurilla de mitomagia y susurraba: «Tengo miedo» . Vi a Minos, mi viejo mentor fantasmal, llevándome por el laberinto. La sonrisa de Minos era fría y cruel. «No te preocupes, hijo de Hades. Tendrás tuvenganza» . Y después vi a mi hermana mayor, o bueno me gustaba creer que era así, a Khaleesi en la casa de Percy, ambos besándose y diciendo que se querían.
Yo no podía detener los recuerdos. Se agolpaban en mis sueños como los fantasmas de los Campos de Asfódelos: una multitud afligida y sin rumbo implorando atención. «Sálvame» , parecían susurrar. «Acuérdate de mí» .«Ayúdame» . «Consuélame» .
No me atrevía a detenerme en ellos. No harían más que abrumarme con necesidades y penas. Lo mejor que podía hacer era seguir concentrado y abrirme paso.
