𝗜𝗠𝗠𝗢𝗥𝗧𝗔𝗟 𝗕𝗟𝗢𝗢𝗗
❪ El amor es la muerte del deber... ❫
━ 🏹 ❛ Si crees que esto
tendrá un final feliz,
es que no has estado
prestando atención ❜
Bajo el fuego o la tormenta
...
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❛ 𝕳𝖆𝖎𝖑 𝕬𝖓𝖉𝖗𝖔𝖒𝖊𝖉𝖆, 𝖌𝖔𝖉𝖉𝖊𝖘𝖘 𝖔𝖋 𝖘𝖆𝖈𝖗𝖎𝖋𝖎𝖈𝖊𝖘 ❜
▬▬▬▬▬▬ LA GUERRA HA ACABADO.
O eso era lo que se decía. Un susurró en el viento diciéndote al oído que podías descansar. Que por fin, todo se había terminado.
Pero al ver los rostros de los semidioses que habían luchado en la guerra, se podía apreciar el dolor que los carcomia, esa marca que segaria por siempre sus sueños. Que, cada que se vieran sus manos, encontrarían la sangre de sus enemigos y de inocentes que peleaban una batalla que no les correspondía. Ese era el día a día de los semidioses.
Tal vez los dioses no lo vieran. Pero había personas que si lo podían apreciar. Que podían observar más allá de esa variedad de iris, que podían ver como el dolor los consumía, al pensar en las personas que perdieron y adoraron, en las personas que tuvieron que condenar a muerte y en la lucha incansable por su sanamiento interno. El cual nunca tendrían.
Las marcas creadas por las guerras, no avisaban que había acabado, si no más bien que comenzaría una guerra interminable consigo mismo. Con su propia cabeza.
Esa era la parte que no te decían de ser semidiós. El ver a diario esas expresiones que intentaban sonreír y, al caer el sol, se volvían oscuras como la noche sin la luna y sin su manto de estrellas. Ese era el día a día de un semidiós.
Tal vez los dioses antiguos sean grandes, pero no son ni bondadosos ni misericordiosos. Son volubles, inestables como la luz de la luna reflejada en el agua o las sombras de una tormenta. Si insistes en llamarlos presta atención: ten cuidado en lo que deseas y accede a pagar el precio. Y por muy desesperada o grave que sea la situación, nunca reces a los dioses que corresponden al caer la noche.
Recuerda a Khaleesi Rowle, quien ahora vive una guerra eterna con ella misma. Quien ahora, pertenecía a los dioses a los que rezaban por una ayuda. Piensa en ella, y en la petición que le hizo a ellos, en quien ahora estaba pagando el precio.
Hacia pocos días la guerra se había acabado. Pero había empezado una interminable lucha interna para ella. Para la princesa de la caza, que se encontraba en ese momento en el Olimpo, oculta de lo que le esperaba prontamente.
Mientras caminaba por los pasillos del reino de los dioses, la rubia llevaba sus ojos alunados de un lado a otro, observando con detalle los tapices que Atenea había confeccionado para representar las batallas de sus mejores guerreros. De sus semidioses preferidos y sus martires más importantes para ganar guerras. Hacía poco se había sumado un tapiz más.
Khaleesi lo observó, mientras llevaba sus manos delicadamente a su espalda. Su cabello rubio se encontraba trenzado hacia atrás, dejando algunos mechones sobre su rostro para darle algo de armonía, mientras había un manto de bucles rubios cubriendo su espalda, la cual se encontraba levemente descubierta debido al vestido que usaba.
