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— Mi nombre es Park Jimin, tengo veinticinco años y estudio derecho en la Universidad Central. —hablé presentándome ante los señores Jeon frente a mí— Déjenme decirle que mis servicios son únicos y exclusivos, no se da por acabado hasta que la sección que hayan solicitado haya culminado. Ahora sí, ¿para qué soy bueno?

Los señores sonrieron entre ellos. Han caído.

— Jimin. —habla el hombre— Tenemos dos hijos; Jeon Taehyung el mayor, y Jeon Jungkook el menor. Jungkook es el mejor ejemplo para esta familia, pero Taehyung es todo lo contario. Solo quiere ir de fiesta, salir con sus amigos y, sobretodo, no quiere nada relacionado con los estudios.

— Él es nuestro heredero oficial. —explica ahora la señora Jeon— Dentro de un par de años todas nuestras empresas acabarán en sus manos y Jungkook aún no terminó sus estudios para hacerse cargo de ella. Será una catástrofe.

— Muy bien. —asiento— ¿Y dónde entro yo aquí?

— Uno de los chicos de limpieza habló de tí. En la universidad a la que asistes eres famoso por fingir una relación por un día, ser el hermano de alguna chica o siquiera hacerte pasar por algún famoso. —es el señor Jeon el que habla ahora— Queremos que hagas encaminar a Taehyung. Ya sabrás que hacer, si enamorarlo o acercarte solo como su amigo, y luego cuando pasen varios meses y le hayas convencido, desaparecerás.

— Entendí. —relamo mis labios— Señor Jeon, no creo que enamorarlo sea la mejor opción porque puede sufrir graves consecuencias ante el efecto Park, pero eso haré. Le haré caer ante mí y le cambiaré todas sus ideas. —le miro— Eso no significa que apoye su idea, creo y pienso que cada uno debe ser feliz y libre a su manera. Pero yo no podría serlo sin dinero, así que... ¿cuándo puedo empezar mi misión, suegro?

Los señores Jeon sonríen y me acompañan hasta la puerta. Tengo un trabajo asegurado por unos meses, y en el caso de que el chico sea joven y guapo, va a ser muy divertido como la pasaré los próximos meses.

Me despido de ambos y giro para salir de la mansión de estos señores, no obstante, choco contra un cuerpo que entraba y me tambaleo.

— Disculpa, estaba distraído. —me lamento. El chico ni siquiera me mira.

— ¡Jeon! —habla el señor a mis espaldas— ¿Podrías acercar al chico a su apartamento? Jimin debe estar cansado de caminar hasta aquí y no te cuesta nada llevarlo en un momento.

El chico de rostro cansado y chandal gris me mira y luego vuelve a mirar a su padre bufando.

— Papá, acabo de venir de hacer deporte, voy a sudar todo el coche y apestaré.

— Solo es un momento, venga. —le insiste, el chico se gira hacia mí.

— No se preocupe, señor Jeon, puedo ir caminando.

— Haberlo pensado antes. —el chico de chándal sujeta mi antebrazo, sin llegar a hacerme daño y me guía hasta uno de los coches aparcados en el estacionamiento delantero— Sube y ponte el cinturón, no toques nada.

Gira el coche y se sube al lado de piloto, pone en marcha el automóvil y me mira mientras me tiende su teléfono.

— Marca ahí tu dirección. —dice y lo hago para devolvérselo— Esta es la primera vez que llevo a alguien del servicio de limpieza en mi auto.

— No, no soy del servicio. Soy un amigo. ¿Eres un hijo de los señores Jeon?

El chico asiente.

— Así es, dime, ¿de quién eres amigo? —pregunta sin apartar la mirada de la carretera, el teléfono avisando de lo cerca que estábamos del destino.

— De tu hermano. —asiento como si yo mismo estuviera creyéndomelo. Para el auto y me deja salir.— Gracias por acercarme.

— Lamento este interrogario, pero enserio mi hermano es poco sociable como para tener amigos. ¿Seguro estamos hablando del mismo Jeon? —ríe.

Piensa, vamos, piensa en el nombre del otro chico.

Oh, bingo.

— Jungkook no es muy sociable, tienes razón, pero solo ocurre con gente que no conoce y desconfía. —asiente viéndome tras el vidrio bajado de la ventana—Somos amigos desde hace pocos meses.

Sonríe y apoya su mano en las marchas.

— Que raro, que yo sepa no te había visto en mi vida. —me mira— Y tampoco es que seamos amigos.

Bien, Jimin, aún no empezaste y ya metiste la pata en la familia Jeon.

— Buen día, Jimin. —es lo único que dice tras verme en shock, y acelera perdiéndose en la carretera.

Empezamos bien.

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