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En cuanto desaparezco de la visión de mis amigos, suspiro. Nunca me han gustado las fiestas, pero siempre acabo cayendo ante la tentación.

El ambiente es pesado, adolescentes de todas las edades, pero legales, bailando en los rincones, fumando en los baños, incluso besándose contra las paredes. Cantidades de humo se expanden por todo el pasillo y la música resuena en mi cabeza de lo alta que está.

Atravieso la pista improvisada de baile, pero cuando estoy por salir, unas manos se estancan en mi cintura y mi espalda choca contra un fuerte pecho. Jadeo de sorpresa, llevando mi mano instintivamente a mis labios y el chico atrás de mí comienza un baile al ritmo de la canción que ahora suena en los altavoces.

Estoy por quejarme, darme la vuelta y golpear al chico, pero vine buscando diversión y ella sola me encontró, así que me dejo llevar también por la música y bailo al compás del chico.

Nuestros primeros pasos son torpes y desaliñados, pero aguantamos toda la canción. Es en la segunda cuando empezamos a coordinarnos y el baile empieza a subir de tono por segundos, siendo apasionado y sensual. Sus manos aprietan delicadamente mi cintura y puedo sentir el bulto que he causado chocando repetidas veces con mi espalda baja.

Mierda, quiero girarme y besarle.

Estaba por pensar en una opción para ese problema cuando el chico tira de mi mano y me lleva arrastrando hasta uno de los salones apartados, donde los más jóvenes fuman escondidos y otros se besan en privacidad.

Me pega a una de las paredes de la sala y mi boca se seca al hacer por primera vez contacto visual con él.

— J-jungkook.

No puedo formular más. Recibo una sonrisa de lado y luego estrella sus labios con los míos en un beso desesperado y con ansias. Me tambaleo un poco sobre la pared, pero eso no impide que me sujete fuerte de su cuello aceptando gustoso su lengua en mi boca y correspondiendo al beso mientras él me pega más a la pared como soporte.

Puedo sentir de nuevo el bulto ahora golpeando contra mi muslo por la cercanía de ambos, y sin darme cuenta, el mío empieza a formarse bajo mis pantalones por recibir tales besos.

Sus besos son ardientes, lentos y queman con cada roce de labios. Sus labios son la combinación perfecta para llevarte al infierno y estar convencido de que ha valido totalmente la pena cualquier pecado cometido.

Disfruto de ellos y deslizo una de mis manos por sus pectorales, acariciando su pecho y jugando con la chaqueta de cuero que decora su cuerpo. Su jodido y caliente cuerpo. Porque tras esa fachada de niño pijo, tímido y callado existe una bestia que estoy completamente tentado a probarla. Él está... diferente hoy. Más bien es como si fuera el verdadero Jungkook. Su ropa es bastante inusual, incluso en el lugar en el que está es inusual para él.

Pero a estas alturas no me importan más que sus labios cuando éstos se deslizan por mi cuello y tengo que retener un gemido que intenta escapar de mis labios.

— ¿Vives solo? —pregunta desde ese lugar, susurrando. Asiento sin ser capaz de emitir algún sonido— Vamos a tu casa.

Asiento de nuevo sin meditar ni pararme a pensar en lo que pasa por mi mente por haber aceptado tal oferta, pero qué más da, ya está hecho.

Me besa una última vez antes de colocarse bien la ropa y de nuevo tira de mi mano hasta sacarme de la fiesta y guiarme hasta su conocido auto.

— ¡Espera! —exclamo— ¡Yo estaba esperando a mis amigos!

— Que se jodan. —espeta subiendo al coche— Estás conmigo ahora.

Parpadeo un par de veces. Bien, Park Jimin, tú mismo tentaste al destino y al universo por querer diversión esta noche y ahí tienes tu recompensa. No pienso tampoco cuando me subo al auto en silencio y colocando mi pantalón para que no apriete de más mi erección. Jungkook aprieta su mandíbula y empieza a conducir, guiándose por la dirección de la última vez. No contento con la falta de atención, deslizo mi mano por su muslo y él la atrapa antes de llegar a su entrepierna.

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