Sanji.

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Aquel barco estaba lleno de vida, sus tripulantes en el transcurso del viaje y el paso de las horas provocaban que el oleaje fuera suave incluso al momento de una tormenta. Todos en alguna ocasión cargaron algo sobre sus hombros impidiendo tener esa felicidad, pero ahora eran libres de navegar y cumplir sus sueños. No obstante, el que mostraran una sonrisa y platicaran abiertamente durante el día, no significaba que no guardaran secretos.

Todos los tenían, ya sea pequeños o grandes estaban ahí y mientras algunos de estos secretos pedían ser enterrados u olvidados, otros querían salir a flote, anhelando ser gritados a los cuatro mares sobre aquello que querían hundir cual barco destrozado. Ella los tenía, aquella integrante desde hace meses guardaba secretos sobre su procedencia e incluso día a día callaba, o más bien noches, después de todo ella y él eran el secreto.

Abrió los ojos con pesadez adecuándose a la oscura habitación sintiendo su litera ser mecida, suspiró y como todas las noches salió de las cálidas sabanas para abrirse paso en el particular frío de las tinieblas sobre el mar. No era necesario encender alguna luz, después de todo sus pies sabian el camino característico cual tomar en aquellas noches de desvelo.

Pisadas suaves y un rumbo fijo, su mirada puesta sobre la barandilla y más allá del mar pasaron hasta la puerta de madera frente a ella, una madera fría que albergaba del otro lado aquello que calentaba su pecho. Abrió y sin más entró con la mirada en el frente sin importarle que alguien le observaba, tomó asiento frente a la mesa y nuevamente exhaló.

—¿Un café? —alzó un poco la voz preguntando, a pesar de conocer la respuesta. (T/n) asintió aún sin mirarlo y el rubio con una suave mueca comenzó su labor.

A pesar de estar sumida en sus pensamientos alcanzaba a escuchar las suaves pisadas del leve tacón del rubio, siendo el único sonido que destacaba además de las respiraciones de ambos.

—Listo, (t/n)-chan. —frente a ella estaba la taza humeante que acostumbraba a beber.

—¿Que hora es? —preguntó observando a su lado, donde el cocinero tomó asiento apartando el cigarrillo de sus labios para exhalar el humo.

—Tres cuarenta de la madrugada... si no me equivoco es un nuevo récord, lograste dormir una media hora más.

—Yo no creo eso, simplemente necesitaba estar aquí.

—¿Para guardar otro secreto? — preguntó inconscientemente con un tono más ronco.

—¿Tu estas dispuesto? Ambos tenemos demasiado que ocultar como para sumar uno más —respondió con una leve sonrisa nostálgica.

Sanji le observo apagando de una vez el cigarrillo en el cenicero para prestar la suficiente atención a sus pensamientos. Tenía razón, estaba seguro que en algún momento aquello que guardaba llegaría a ser una carga para la tripulación, y aunque lo atormentaba en las noches impidiendo dormir correctamente, sabía de un método para olvidarse de aquel mal rato, y ella también era conocedora de eso.

Así mismo, (t/n) a pesar de las palabras dichas, necesitaba su taza de café y la compañía del rubio, donde ambos terminaban por refugiarse en la piel del otro creando así otro momento que esconder del exterior.

Fue atraída hacia él quedando a tan solo centímetros de su rostro, su mirada intensa se posicionó sobre los labios entreabiertos de la joven sintiendo la inmensa necesidad de probarlos y degustar aquel sabor dulce del café que preparaba. (T/n) ante la cercanía solo trago seco sintiendo el aroma embriagador que desprendía, a pesar de no gustarle el olor a cigarrillo, el suyo era bastante atrayente. Se inclinó con lentitud hacia ella hasta rozar sus labios para plantar un suave beso.

One Piece [One-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora