ETERNALLY | Choi Soobin [Hearts➹2]✔

◖Capítulo 39◗

La cafetería estaba bastante llena, y la mayoría era de mujeres, por lo que el ambiente era relajante. Solo me molestaban algunos que otros murmullos.

Ya estábamos en Febrero, y Soobin había entrado a trabajar hace tres semanas. Su cabello partido de un lado, dejando parte de su frente descubierta, el uniforme que ceñia su delgada figura y sus mangas arremangadas hasta sus codos, lo hacían ver jodidamente atractivo.

Esta era una faceta de Choi Soobin que desconocía.

El era amable, servicial que incluso Tiana llegó adorarlo. Siempre decía que desde que entró a trabajar, siempre habían personas, siempre habían chicas...

¡Era increíble!.

Paz, y más paz.

—Oye, se están sabroseando a tu novio.—llegó a mi lado Tiana, pegandome ligeramente con su codo en mi brazo.

Entre cerré mis ojos, mirando a detalle a las chicas que estaban al lado de Soobin mientras el tomaba la orden de una mesa. Ellas tapaban su boca con su mano, mirando de reojo hacia a el y escuchaba como murmubaran.

—¿Acaso..? —dije comprendiendo mejor todo ahora.

—¿Hablas en serio Hayashi?. —me miró incrédula, colocando sus manos en su cintura— Esto a sucedido desde el primer día, me sorprende que hasta ahorita te hayas dado cuenta, conociendote.

Admitia que me agradaba el ambiente de la cafetería, pero estaba empezando a comprender que no era todo tan bonito ahora. Ugh, odio ser tan incrédula con las chicas; sin embargo sonreí. Tenía que aprender de mis errores.

Soobin caminó hasta acá para rodear la barra y querer entrar a la cocina, pero lo detuve antes de eso, colocándolo enfrente mío, al otro lado de la barra.

—¿Qué sucede?. —me miró confuso, haciendo un puchero.

Posé toda mi mirada por el lugar, asegurandome de que todas nos estuvieran viendo, y lo estaban.

—Tienes algo en tu cara.—señalé su rostro con una enorme sonrísa y me recargué en la barra— Tal vez, es por eso que todas las chicas te miran.—esfumé mi sonrisa.

—Oh... —soltó nervioso, pasando el torso de su mano por sus mejillas y mentón— ¿Se fue?.

—No. Pero, tranquilo. Yo te lo quito.—sonreí ladina.

Me coloqué de puntitas, tomandolo de la camiseta y lo jalé hacia a mi, solo para besar sus labios cerciorándome de que aún tenía las miradas puestas en nosotros. El me miró sorprendido, relamiendo sus labios.

—¿Por qué fue eso?. —cuestionó.

Ensanché mi sonrisa.

—La mancha se a ido.—me limité a contestar— Y las moscas también.—susurré seria, alejandome de el.