ETERNALLY | Choi Soobin [Hearts➹2]✔

◖Capítulo 49◗

Soobin

Mis ojos se sentían pesados, mientras mi garganta estaba seca; además, mi cuerpo estaba acalambrado por la forma en que dormí. Froté mis ojos, viendo todo mi cuarto con la esperanza de que la noche anterior haya sido una pesadilla, pero mi esperanza cayó al ver el plato de comida y la nota en el suelo.

Me coloqué boca arriba, sobando mi cien para calmarme y lograr retener las lágrimas. Su cuerpo tirado en las duchas con aquel charco de sangre me atormentó toda la noche, acortando todo mi sueño. Sentía que estaba temblando aún, y no quería ir a la secundaria, quería quedarme en casa sin hacer nada.

Sentía una gran culpa.

El crujido que hizo su cabeza al rebotar, ese líquido rojo, sus palabras, ¡Todo!. Apreté mis labios con impotencia, mirando el techo de mi cuarto. Tomé mi almohada para abrazarla, y una loca idea recorrió mi mente.

¿Cuánto tarda en morirse una persona por asfitxia?

Agarré la almohada con la intención de acercarla a mi rostro y ejercer presión, pero la puerta fue abierta, cancelando mi idea.

—Hyung, ¿Te sientes bien para ir a la escuela?. —me preguntó Yeonjun preocupado.

Quería decirle que no, que me sentía de la peor manera posible y quería desaparecer del mundo, que por primera vez, no quería vivir.

—No te preocupes, ve a alistarte. Los alcanzo en unos minutos. —contesté con una sonrisa fingida.

Yeonjun pareció creerme, por lo que cerró la puerta. Sin muchos ánimos me levanté y me mareé al instante, tomé mi cabeza frotando mi cabellera para después colocarme de pie. Mi ojos tenían unas ojeras muy notorias, por lo que prácticamente me veía del asco.

Mis ojos estaban rojos e hinchados, dando a entender lo mucho que había llorado. Fui al baño a lavarme el rostro, y observé mi reflejo.

Estaremos bien, ¿De acuerdo?.

Saldrás adelante, como si nada de esto hubiera pasado.

Fingiras una sonrisa, y es lo único que le mostrarás al mundo.

Un Choi Soobin alegre, confiado y carismático, es la única forma.

Traté de formar una sonrisa en mis labios, pero ni siquiera mis hoyuelos llegaron a marcarse porque en realidad era una mueca. Coloqué gotas en mis ojos para quitar lo rojo, y respiré profundo antes de salir.

Hora de construir un castillo de arena.

Practiqué varias sonrisas, gestos y formas de contestar antes de bajar con la mochila. Tenía que aprender bien, si quería que esto no llegara a oídos de nadie. Finalmente, bajé al primer piso con una mirada neutral y la sonrisa forzada se asomó en mis labios cuando ví a mi madre con los chicos.