ALWAYS ⋆ ࣪. draco malfoy

i. hogwarts

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El castillo había resultado ser más mágico de lo que ella alguna vez había imaginado, este era por mucho el sueño más grande que tenía y por fin estaba cumpliéndolo.

—¡Muy bien bajen todos de los botes!— ordenó Hagrid, aquel hombre gigante que los había recibido en la estación. Los niños obedecieron y caminaron hasta la entrada al castillo donde los esperaba una mujer anciana y de puntiagudo sombrero.

Esta mujer se presentó como la profesora Mcgonagall e indicó a los alumnos que al entrar al comedor serían recibidos por los demás estudiantes y seleccionados a sus respectivas casas, estas eran: Gryffindor, Slytherin, Ravenclaw y Hufflepuff. Se retiró un momento dejando a los pequeños solos, los cuales se dedicaron a observar su alrededor.

Ariette había crecido escuchando las historias de sus padres sobre Hogwarts y se había vuelto uno de los mayores sueños de la niña. Para ella esto era una fantasía inalcanzable, jamás creyó que llegaría este momento y ahora que finalmente sucedía no se lo podía creer. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un niño rubio.

—Así que era cierto lo que decían en el tren— dijo— Harry Potter ha venido a Hogwarts.

Hubo un silencio en el aire antes de qué un montón de vocecitas comenzarán a susurrar sobre los rumores. Al parecer todos estaban sorprendidos por la noticia, menos Ariette quien lo había conocido en el tren y no entendía la emoción en el ambiente.

—Ellos son Crabbe y Goyle. Y yo soy Malfoy, Draco Malfoy— continuó, pero la burlona risa de un pelirrojo atrajo su atención.—¿Crees que mi nombre es gracioso? no tengo que preguntar el tuyo, esa cara y esa ropa usada y vieja, debes ser un Weasley. Te darás cuenta de que algunas familias son mejores que otras, no te conviene amistar con los equivocados y yo te puedo ayudar.

Extendió la mano hacia el niño castaño frente a él, pero este lo ignoró por completo y rechazó su solicitud, acción que dejó a todos los presentes perplejos.

—Creo que ya se quien es el equivocado muchas gracias.— en el rostro de Malfoy se podía ver una total arrogancia, una actitud prepotente y a alguien que no está acostumbrado a que le digan que no.

Por suerte la profesora volvió y rompió con la tensión yacente, condujo a los niños hasta una gran puerta que se abrió apenas llegaron. Al entrar pudieron visualizar que el comedor estaba rodeado de una atmósfera aún más mágica que el exterior. Había velas flotantes en el techo y cuatro mesas que dividían a los estudiantes mayores quienes contemplaban el desfile de infantes por entre ellos.