II

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Buscó sus llaves y observó que estás se veían borrosas y que estaba fallando para intentar escoger la correcta e introducirla en la cerradura mientras la sensación se hacía mucho peor, haciéndola desesperar un poco e intentando apresurar sea entrar a su casa, hasta que entre sus nervios las llaves cayeron al suelo y otro mareo más fuerte hizo que se tambaleara, para solo oír como alguien la llamaba a lo lejos y sentía que su cuerpo se desvanecía lentamente. 

Sintió que el aire de los pulmones le faltaban, tal vez subir corriendo las escaleras no había sido la mejor idea, pero si no hacia eso, Momoko nunca alcanzaría a su senpai, quien había subido al elevador y que más seguro ya hubiese llegado a su casa.

Lo único que quería era que saber si es que la persona que amaba estaba bien, la había visto caminando tan distraídamente, que afortunadamente no le había pasado nada en la calle, hasta que llegó al piso para acercarse lo suficiente y ver como Rinon soltaba las llaves y comenzaba a desvanecerse,

– ¡Rinon-senpai! – gritó Okazaki y a pesar del cansancio tuvo la rapidez suficiente de pegar un sprint y llegar a amortiguar la caída de su senpai, quien prácticamente se había desmayado en los brazos de su kouhai.

Quien al tener a Isono tan cerca notó preocupada que su amor platónico hervía en fiebre, ahora podía entender el porqué estaba tan extraña en la práctica.

Momoko sintió un poco de molestia con la chica más alta ¿Por qué no decirle a alguien más que estaba mal? ¿Por qué le había dicho que estaba bien cuando ella preguntó? Suspiró, ella lo sabía, para Rinon no era importante, solo era una kouhai más quien solo colaboraba con ella, sonrió irónica, tal vez debería agradecer un poco el que la tuviera cerca, con eso debería ser más que suficiente, además sabía qué tipo de persona era Isono, no le gustaba preocupar a los demás, a veces a la misma Momoko le dolía que su senpai fuese tan cerrada.

Suspiró nuevamente, pero ahora eso no era importante, lo importante era ¿Cómo diablos iba a meter a Rinon a su departamento? No es que le fastidiara tenerla durmiendo en su regazo, pero no era lo ideal para alguien que hervía en fiebre. Así que con todo el esfuerzo del mundo la colocó sobre su hombro para intentar levantarla, pero era una tarea algo complicada, Rinon era algo pesada para ella.

¿Qué hacer?

Okazaki se estaba comenzando a desesperar, ya que sus intentos por levantarla solo la hacían cansarse y tampoco quería lastimar a su senpai, le molestaba bastante ser demasiado débil para hacerlo, pero debía intentarlo, ya que el sol amenazaba con comenzar a ponerse y si eso pasaba el frio aumentaría y eso enfermaría más a Rinon.

Así que con todas sus fuerzas intentó nuevamente, "¡Vamos! ¡Tú puedes Momo-chan!" pensó y como si fuera por arte de magia sintió como el peso de Rinon se hacía mucho más liviano, casi prácticamente sintió como si en ese momento su senpai no pesara nada.

La chica estaba feliz de poder haberlo hecho hasta que escuchó un ligero gruñido junto a ella y se percató de una larga y bella cabellera que sobresalía del otro brazo de Rinon, Momoko estaba asombrada por la fuerza de aquella persona, quien levantando el rostro un poco exclamó con rudeza:

– ¡¿Qué esperas niña?! ¡Abre la maldita puerta! ¡No voy a estar cargándola todo el día! – Momoko se quedó pasmada un momento para después reconocer y seguir las órdenes de la dueña de aquella fuerza y hermosa cabellera, a quien Okazaki no podía confundir con ninguna otra:

Taguchi Hana, el amor eterno de Isono Rinon.

Vacilante metió la llave en la puerta, la cual se abrió con facilidad y entraron rápidamente, vio como Hana, en un movimiento rápido cambiaba a Rinon de posición y la cargaba al estilo de novia, para caminar al interior de la casa, suponiendo que a la recamara de su senpai, Momoko se apresuró a tomar las cosas que Rinon había soltado al desmayarse y cerró la puerta detrás de ella para seguir a Hana quien ya había acostado a Isono en su cama y ahora tomaba su temperatura juntando sus frentes.

FiebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora