VII

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– Vamos Isono suéltalo – dijo dándole un pequeño golpe en el hombro, Rinon la miró sabiendo que cometía un error, pero necesitaba que alguien le aconsejara.

Esperaba no arrepentirse, después de todo era su mejor amiga. 

El sonido de unos pasos presurosos llenaron los pasillos de Sakura Gakuin, no sabía la hora, su reloj de pulsera no estaba, al parecer lo había perdido, con las prisas de correr a casa y cambiarse, solo se había dado un baño rápido y había intentado escapar, pero fue imposible, su padre había estado esperándola en su recamara, le había castigado quitándole todo lo electrónico incluido el teléfono.

De repente sintió el abrazo de alguien y al voltear se dio cuenta que era su amiga Maaya, le sonrió y se dejó abrazar viendo la sonrisa de Maaya.

– ¡Momo-chan! ¡Ayer después del ensayo te estuve buscando para irnos juntas! – dijo soltándola a lo que Momoko le sonrió nerviosa sin saber que contestar.

– Ah...es que ayer me fui a casa temprano, si eso – contestó tratando de ocultar que había estado en casa de su senpai, Maaya notó que Momoko le estaba mintiendo, podía notar las ojeras en sus ojos, además la tristeza en la cara de Okazaki era casi imposible de disimular, así que solo le sonrió.

– Bueno supongo que sí, aunque llame a tu casa y me dijeron que no estabas...– dijo volteando a ver a los pasillos para evitar ver a Momoko, quien solo agachó la cabeza, sabía que Maaya era una de sus mejores amigas, pero no quería que Maaya interviniera por que la conocía y era capaz de ir contra Rinon con tal de defenderla, después de unos segundos de silencio Maaya pronuncio –Momoko... ¿por qué no me dices lo que está pasando? – dijo tomando sus manos, pero Momoko no quería hablar.

– Porque eres muy joven e idiota para entender ciertas cosas – dijo una voz de alguien más, las dos voltearon a ver a quien había hablado, Maaya soltó a Momoko para enfrentarla.

– ¿Qué dijiste Mirena? – dijo Maaya encarándola, a pesar de que Asou era dos años menor, pero tenían la misma estatura, Mirena solo la miró con burla.

– Lo que oíste, ko-u-hai– dijo poniéndose cara a cara con Maaya antes de sentir un empujón de su parte haciéndola enojar, estaba a punto de responderle cuando vio como Momoko se ponía en medio de ambas.

– ¡Ya por favor paren! – Las miro molesta a ambas – ¡no quiero ser su excusa para que peleen! – dijo viendo como ambas bajaban la guardia al verla molesta. No era normal ver a Momoko enojada, solo se miraron retándose con la mirada pero no dijeron nada más.

El timbre sonó haciendo que cada los pasillos se llenaran de más alumnas yendo hacía sus respectivos salones, Maaya solo se disculpó y dio media vuelta yendo hacía su salón.

Momoko se sintió mal, pero no quería hablar del tema con nadie, sintió la mirada de Mirena sobre ella que no decía nada pero tampoco se iba.

– Vamos, nuestros salones están cerca y la tolerancia va a terminar pronto – dijo comenzando a caminar dijo a lo que Momoko asintió y comenzó a caminar para alcanzarle, el silencio se apoderó de ellas, hasta que cuando ya casi llegaban al salón la jaló hacia un lado.

– ¿Qué haces Mirena? ¡Tenemos que entrar a clases! – dijo mirando hacía los salones pero lucían vacíos – ¿qué hora es? – dijo confundida.

– Apenas es la hora de entrada, pero ¿cómo vas a saber si no traes ni reloj? – dijo observando su muñeca izquierda, Momoko se sonrojó, era verdad, pero no podía decirle porque no traía su reloj, iba a decirle que lo olvidó en casa cuando Mirena volvió a hablar – Bien, yo no soy Maaya, ahora dime que pasa – dijo mirándola a los ojos, Momoko se sorprendió por la forma tan directa en que le preguntaba las cosas.

FiebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora