III

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– No, nunca te dejaré, te lo prometo Rinon – dijo con ganas de llorar nuevamente, sabía que aunque la promesa no había sido solicitada a ella, lo cumpliría, porque después de todo la amaba. 

Los minutos seguían pasando, Momoko había vuelto a recostar a Rinon quien ahora dormía apaciblemente, lo sabía por la forma tan tranquila que respiraba, pero no quería mirarla, porque sabría que el rojo se instalaría en su cara al recordar lo que había hecho y que la estaba matando de la culpa.

¿Ahora como vería a Rinon a la cara después de haberle robado aquel beso? Peor aún, ¿Cómo iba a ver a Hana? Su senpai había confiado en ella, quien había aprovechado el momento de la indefensa Rinon para hacer uno de sus sueños realidad, por inercia tocó sus labios para recordar aun el cosquilleo de los labios de Isono con los suyos...aunque solo hubiera sido para darle el jarabe.

Sacudió la cabeza con fuerza y cubrió su caliente rostro con sus manos y gimió levemente en frustración, quería dejar de pensar ya en ello, pero el silencio que reinaba en la habitación no ayudaba un poco.

Sabía que lo que había hecho no estaba bien, no solo porque el Rinon estaba inconsciente, sino porque después de ello, no iba a estar tranquila e iba a sufrir más.

Suspiró.

Debía pensar en cómo arreglar esa situación o como olvidarlo, pasó la lengua por sus labios y sintió aun el sabor del jarabe.

No, no iba a ser fácil.

Pero el ruido de la puerta de la entrada interrumpió sus pensamientos y decidió salir a recibir a Hana, quien traía una bolsa en una mano y el abrigo en otra y sonrió al verla.

Momoko se sintió mal al ver esa sonrisa, de poco la conocía y ya la había traicionado, no sabía que decir, solo se limitó a ver como Hana dejaba la bolsa en la barra de la cocina.

– ¡Hola, Momo-chan! ¿Cómo está Rinon? – dijo y volteó a ver a Momoko, quien evitaba su mirada mirando hacia abajo y se preocupó – ¿Rinon, está bien? – exclamó acercándose hacía la puerta para ver a su mejor amiga.

– ¡Hola, Momo-chan! ¿Cómo está Rinon? – dijo y volteó a ver a Momoko, quien evitaba su mirada mirando hacia abajo y se preocupó – ¿Rinon, está bien? – exclamó acercándose hacía la puerta para ver a su mejor amiga

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Sus sueños eran confusos, algunos de su infancia en donde ella misma se veía sonriendo, después sus sueños iban a Sakura Gakuin, las risas, los buenos tiempos, las despedidas, Hana yéndose, ahora mismo sufría.

"No puedo llorar" dijo con una sonrisa mientras veía caminar lejos de ella a Yui, Moa, Yunano, quienes a lo lejos le daban una sonrisa y se desvanecían, las extrañaría, lo sabía, pero aún tenía a Hana, quien tomaba su mano, pero de pronto sintió como la soltaba y entonces su sonrisa se borró. Hana comenzó a caminar hacia donde sus compañeras lo habían hecho y todo se volvió gris, las lágrimas que antes había contenido, ahora caían copiosas por su rostro y como si una fuerza la retuviera ahí mismo no podía más que repetir el nombre de Taguchi y pedir que no se fuera.

Y como por arte de magia Hana regresó por un momento, entonces pudo librarse de aquello que la retenía de poder correr a darle un abrazo.

"Hana, no me dejes sola" susurraba, no quería despedirse de su mejor amiga, de alguien que le había acompañado por tanto tiempo, cómplice de aventuras y desventuras.

FiebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora