Momoko observa de cerca a Rinon, que es la nueva presidenta de Sakura Gakuin, quién está actuando de manera extraña, cuando la sigue a casa se da cuenta que aquel comportamiento extraño es debido a una fuerte fiebre que tiene su senpai, que se ha de...
Y como lo prometió partiría en cuanto aparecieran por primeros rayos de sol.
Encamino sus pasos a su recamara, aun extrañada por la actitud de su kouhai, no entendía mucho por qué había mencionado a Hana si estaban hablando de la recamara, además de la manera que se había despedido de ella.
Suspiró.
Tal vez todo estaba normal pero tal vez su cabeza aun recién recuperada de la fiebre le estaba jugando una mala pasada.
Su mente le decía que al mencionarle que Hana estaba durmiendo en su recamara, había percibido tristeza en la otra chica.
Movió negativamente su cabeza intentando desvanecer de su pensamiento aquella mirada que tal vez ella estaba confundiendo, después de todo Okazaki no podría sentir más que respeto por ella, al ser su senpai.
¿Quién no le decía que tal vez Momoko se sentía atraída hacía otra persona? Tal vez alguien de su edad, quizás Mirena o Maaya podrían ser el objeto de su amor.
Entonces ¿Por qué sentir tristeza? Tenía que grabarse que ella solo era su senpai, aquella que le enseñaría todo lo que sabía acerca de Sakura Gakuin y nada más.
No rebasaría esa línea, no volvería a cometer ese error de volverse a involucrar con alguien de su grupo.
Aunque doliera verle todos los días. Aunque doliera no decir nada.
Guardaría silencio, ocultaría todo detrás de una sonrisa.
Después de todo esa era su mejor manera de hacer las cosas.
Recargó la frente en la puerta de su recamara, vio como pequeñas gotas caían cerca de sus pies.
Suspiró nuevamente y con su mano limpió los rastros de aquellas gotas en sus ojos, tomó la perilla esperando que Hana estuviera dormida. No quería tener que darle explicaciones del porque había llorado.
Quería acostarse a dormir y despertar hasta que su corazón hubiera sanado.
Aunque sabía que eso era imposible.
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El trinar de los pájaros en la ventana de aquella recamara hicieron que Momoko abriera los ojos y notara que esa no era su recamara, dándole pánico por unos segundos hasta que recordó porque no se encontraba en casa.
Igual haciendo que recordara todo lo que había pasado el día anterior, haciéndola suspirar, miró su reloj de pulsera y vio que era aún bastante temprano, pero sabía que tendría que ir a casa a cambiarse para ir a la escuela, esperando que su padre no estuviera en casa.
Porque sabía que le regañaría después de colgarle el teléfono, cuando le dijo que regresara a casa o él iría por ella, le había dicho que la batería se había agotado y le había colgado aun oyendo los gritos de su padre.