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¿Quieres un poco de dignidad?

Faltaban dos días, solo dos días para dar a conocer los nombres de las primeras diez personas que poseían el puesto de los mejores entre los reclutas.

Y no, obviamente no me tomé la libertad de pensar si yo me encontraría entre ellos, porque sabía que no di todo mi potencial con el propósito de serlo. Así que no era uno de los más intranquilos entre los adolescentes.

Tomé una bocanada de aire antes de sentarme en el suelo y evitar el contacto ocular con cualquiera que por allí se encontrase. Simplemente no estaba de humor para oírlos hablar sobre los indicios de los próximos diez mejores reclutas que serían anunciados. Connie me tenía cansado ya semanas antes, Sasha y él pensaban que al menos debían encontrarse entre los puestos nueve y diez, como si serlo fuera un orgullo.

Bueno, por algo es "los diez mejores".

Subí la mirada para notar los colores violetas del cielo.

Hasta ellos habían decidido su propio destino entre los tres Cuerpos de la milicia, ellos también querían pertenecer a la Policía Militar. Para mantener sus vidas a salvo dentro de la Muralla Sina y despreocuparse por las grandes cosas que pasan fuera de ellas.

Lo mismo que Jean.

Y no los juzgo. Me parece lo más lógico que alguien puede hacer al tener cierta ventaja de escoger. Si yo fuera uno de los mejores, sin dudar elegiría ser de la Policía Militar, sin vacilaciones ni tartamudeos.

Al menos ellos ya han elegido, y yo todavía no sabía que pensar ¿Por qué pensaría siquiera? Era obvio que unirme a la Infantería era lo mejor para mi.

Así podré estar junto a mi padre, mantenerme a salvo y no desperdiciar mi vida. No había que ser listo para entender que entre las Tropas Estacionarias o Legión de Reconocimiento, la primera es la mejor opción.

Toqué el suelo con las palmas de mis manos, sintiendo el cosquilleo del pasto en estas. Y enfoqué nuevamente el cielo, cada vez que se volvía a otros tonos, tonos naranjas, rojizos, violetas; el cielo en verdad adquiría una belleza más agradable.

A mis oídos se instalaron fuertes palabras, deteniéndome, deteniendo mi fijo observar al manto pincelado de colores, y obligándome a virar a mi izquierda.

—¡Eso es lo que eres! Una chiquilla con ideas suicidas al igual que ese idiota de Eren. Si sabes que no eres fuerte, entonces ¿Para qué mentirte y unirte al Cuerpo de Exploración?

Entre la lejanía, dos personas discutían, o bueno, solo el chico, porque el otro estaba tirado a la merced del pasto. Su estructura era pequeña, algo notable desde tanta distancia.

Y el muchacho en pie sin obtener respuesta alguna, se marchó dando zancadas hacia alguna de las cabañas. Fruncí el ceño y volví a pasar mi vista al frente. Aclarando mis pensamientos y evitando opinar sobre aquello de hace unos segundos.

Mentirte y unirte al Cuerpo de Exploración.

Claro, todos pensaban lo mismo, era una locura.

Bufé y me removí, negando por dentro, miré a la misma dirección de antes, logrando captar la figura en el suelo. Seguía allí, sin otra cosa que hacer. Quizás porque el chico logró herirlo con sus palabras, tal como hacen enojar al tonto de Eren por desear libertad, por desear un mundo en el que no existieran Titanes, en que no tengamos que vivir por otros.

Me di cuenta que mis pies iban en camino hacia ese alguien, y al frenarme me fijé en la idiotez que estaba haciendo. Yo iba a ¿hablar? con esa persona, ¿para qué? para preguntarle semejante «¿Te encuentras bien?» ¡Vamos! Era ridículo.

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