O1.

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Capítulo n. 1, 

R U T I N A

Todo tu cuerpo se sentía liviano, te moviste incorporándote, con una maraña de pelos que impedía ver dónde estabas, apartaste los mechones de cabello, viendo una habitación ordenada, con algunos poster por allí y por acá, algunas fotos con tus amigos

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Todo tu cuerpo se sentía liviano, te moviste incorporándote, con una maraña de pelos que impedía ver dónde estabas, apartaste los mechones de cabello, viendo una habitación ordenada, con algunos poster por allí y por acá, algunas fotos con tus amigos. Todo estaba en orden. Tal y como lo dejaste.

Estiraste tus músculos para empezar el día, con una diminuta sonrisa en tu cara, bajaste las escaleras hasta llegar al salón.

─Buenos días cariño, tengo que irme ya, pero tienes el desayuno en la mesa.

Tu madre besó tu cabeza con cariño, revolviendo un poco los pelos para marcharse apurada. Parpadeaste repetidas veces al ver la comida, sin pensar mucho devoraste todo. Hiciste todo lo necesario en el aseo y te vestiste con el uniforme de Nekoma, como de costumbre. Algo en tu pantalón vibró, te cegaste por un segundo ante el brillo del teléfono, cuando bajaste este corriste a la puerta, te había llegado un mensaje de Kuroo avisando que estaban listos.

─Buenos días.

─Buenas.

Saludaste, caminando a su lado, Kuroo y tu charlabais mientras kenma jugueteaba con su móvil.
En más de una ocasión tuviste que tirar de su chaqueta para que no chocara, y de un momento a otro simplemente agarraste su manga para tirar de él o llegarían tarde.

─Nos vemos en el entrenamiento.

─Sí.

─Lo que sea...

Los pasillos estaban tranquilos, tanto tú como Kenma están cómodos en silencio, tan solo escuchando el murmullo de algunos alumnos. Las clases pasaron lentas, aunque te divertiste en algunas porque jugabas a escondidas con Kenma a Among us, por desgracia en una de esas partidas el profesor se dio cuenta y os sacó.

─¿Otra partida?

Tarareaste afirmativamente, caminando hacia el pabellón deportivo, no teníais planeado ir a la sala de castigo, así que solo os esconderíais hasta que acabasen las clases, tumbados debajo de las gradas, sobre unas colchonetas jugabais entretenidos, no hacían falta palabras porque os entendéis perfectamente con simples gestos o miradas.

Jadeaste sorprendida al ver como el muñequito amarillo con sombrero de cocinero te mataba, fue Kenma.

─¡Eres un traidor!

Escuchaste una muy leve y floja risa, cosa que te derritió el corazón, aún así te lanzaste hacia él intentando sabotear su juego, él se movía ágilmente esquivando todos tus intentos de quitarle el móvil. Te cansaste de intentar sabotearle, recargando tu cabeza en su regazo, observando su pacífico rostro, con un leve sonrojo en tus mejillas.

Kenma solo podía sentir un cosquilleo en su estomago ante la cercanía, pero no le disgustaba, quería que siguieras a su lado por siempre. Ojeó disimuladamente tus facciones, te habías quedado embobada mirando al techo, ni siquiera parpadeabas. Dejó su teléfono para mover las manos al lado de tus ojos pero no respondías a señales.

Tuvo que recurrir a su arma secreta; cosquillas. No evitaste soltar carcajadas, retorciéndote en el sitio al sentir como unas pequeñas manos se movía por todo tu cuerpo, pediste una tregua y aprovechaste para devolverle las cosquillas. Ambos quedasteis tumbados, mientras se abrazaban, regulando la respiración que estaba agitada de tanto reír.

─¿Oya?

La cabeza de Kuroo se asomó por encima de las gradas, asustándote saltaste de inmediato para golpear su pecho, él se hizo el dolido mientras Kenma salía sin prisa de su escondite.

─No me importa que sigan haciendo sus cosas pero Kenma tiene entrenamiento y tú eres la manager del equipo.

Rodaste los ojos, caminando hacia la cancha para empezar a configurar las redes, limpiar el piso y todas las demás tareas. El tiempo allí se paso como un suspiro, ahora caminabas de vuelta a casa junto a tus dos amigos, entrelazaste tu mano con la de Kenma para que no choque con nada mientras hablaba con alguien por teléfono.

Era tu rutina. Siempre estabas cuidando de aquel equipo de chicos obsesionados con aquel deporte, pero sin duda tu preocupación máxima era el colocador, con el cual tenías un estrecho lazo de amistad.

─¡Nos vemos mañana!

Un suspiro de satisfacción salió de tus labios al tumbarte en la cómoda cama que tenías, poco a poco el sueño se apoderó de todo tu cuerpo, quedando en un estado de tranquilidad eterno.

Un suspiro de satisfacción salió de tus labios al tumbarte en la cómoda cama que tenías, poco a poco el sueño se apoderó de todo tu cuerpo, quedando en un estado de tranquilidad eterno

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𝗗𝗮𝘆𝗱𝗿𝗲𝗮𝗺┃Kozume KenmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora