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Capítulo n. 4,

D E S O B E D I E N C I A

Nunca habías sentido tanta adrenalina recorrer todo tu cuerpo, tus dedos se movían nerviosos, con un ritmo constante, tamborileando el escritorio de la oficina de tu madre, no tenías mucho tiempo hasta que llegase y eso hacía que tuvieras los nerv...

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Nunca habías sentido tanta adrenalina recorrer todo tu cuerpo, tus dedos se movían nerviosos, con un ritmo constante, tamborileando el escritorio de la oficina de tu madre, no tenías mucho tiempo hasta que llegase y eso hacía que tuvieras los nervios a flor de piel. Estabas desobedeciendo totalmente sus órdenes de mantenerte alejada de internet, pero tenías demasiada curiosidad sobre aquella historia que comenzaste a leer. Solo querías hacer una simple búsqueda ¿Qué tan malo podía ser? 

Te impacientas, mordiendo tus uñas al ver el lento proceso de espera para que Google se termine de cargar, no habías usado un ordenador desde hace años, pero aun así te manejas con el como si no te hubieras separado nunca de este. Paraste todas tus acciones al ver que por fin había cargado, habías buscado lo único que sabías de aquel libro, que al parecer, según la web se llamaba manga. Cliqueaste en las primeras páginas, dando como resultado que te metieras en una página donde había una serie con el mismo nombre que el manga. Tus ojos brillaron de satisfacción al ver que había un formato escrito online, en el cual podías continuar leyendo, ya que lo preferías antes que ver la serie.

Cerraste todo rápidamente al escuchar el coche en la puerta, con el corazón a mil por hora, como si acabaras de matar a alguien e intentaras ocultar el cuerpo. Tu madre no sospechó nada y a regañadientes te dejo salir de casa para ir a la biblioteca, solías pasar a comprar libros, así que no pensaría que querías usar los ordenadores de allí.

A lo largo de las semanas, frecuentabas cada vez más la biblioteca, completamente atrapada en la historia de aquel manga, empezaste a fantasear con algunos de los personajes, ya sea por su apariencia o personalidad. Aunque, si tuvieras que quedarte solo con uno, elegirías a Kenma sin duda, en cierto modo te recordaba a ti misma, siempre tan callado y apartado socialmente. La diferencia es que tú no tenías a alguien como Kuroo, que te incentive a hacer algo más por tu triste vida, y no simplemente seguir las órdenes de tu madre al pie de la letra.

Sentías que leer aquello era lo único que te hacía querer continuar día a día, tenías algo por lo que querer seguir en este mundo, de cierta manera sentiste que eras libre, y que empezabas a soltar aquellas cadenas a las cuales estabas encadenada. Pero fue demasiado bonito como para ser verdad.

De vez en cuando escuchas voces en tu cabeza, o fuera de la casa, que te llaman para que las sigas, pensaste que estabas loca, por un momento te asustaste pero al asomarte a la ventana todo tu sistema dejó de funcionar. Era él. De carne y hueso. Kenma te saludaba desde la calle con una diminuta sonrisa, mientras movía su mano de lado a lado.

Tu corazón casi te sale por la boca, con pasos rápidos y descuidados corriste hasta la puerta principal, casi tropezando con los muebles, cuando llegaste él había empezado a caminar sin mirar atrás. Te apresuras a seguirlo, sin querer perder su figura, pero parecía que cada vez iba más rápido, te guio hasta la biblioteca y desapareció, aún algo confundida encendiste el ordenador como siempre, navegando por la web para continuar leyendo.

¿Acaso empezaste a enloquecer? Un escalofrío recorrió toda tu columna al sentir como los ojos en la pantalla podía observarte fijamente. Chillaste al sentir como tiraban de tus pelos hacia atrás, algunas lágrimas salieron por el dolor.

─¡Sabía que algo estabas tramando!

Todo tu cuerpo se heló, escuchando la voz de tu madre, te sacó a empujones de allí, encargándose de prohibirte la entrada de por vida. Tragaste saliva sin querer mirarla, te había regañado por una hora sobre que no debías hacer, sobre que arruinarías tu futuro si sigues así. Pero ni siquiera te sentías tú, eras una versión joven de ella, quería convertirte en todo lo que ella no pudo ser. 

Te encerró en el cuarto como una de las muchas veces, esta vez sentiste que algo se rompió dentro de ti, nunca te importó realmente su castigo pero ahora estabas empezando a ahogarte en agonía. Arañaste fuertemente tus brazos, dejando horribles marcas sobre tu piel, algo de sangre manchó tu camisa, no paraste hasta que te sentiste mínimamente tranquila.

Con la respiración entrecortada, miraste a través de la ventana del segundo piso, con los ojos sin vida, por un momento sentiste vértigo recorrer cada centímetro de tu piel. Las personas caminaban tranquilas, disfrutando los últimos cálidos rayos de sol de la tarde, sin pararse a mirar en tu dirección.

Solo eras una historia más en la ciudad.

Solo eras una historia más en la ciudad

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𝗗𝗮𝘆𝗱𝗿𝗲𝗮𝗺┃Kozume KenmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora