Capítulo 1

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Normalmente no soy una persona optimista, mucho menos con autoestima. Todo me da flojera, y muy pocas cosas me emocionan. Es como si viviera en una nube negra donde no pudiera salir jamás, oscuro sin luz.

Tan oscuro como mi habitación, es tan deprimente. No he podido dormir nada en toda la noche, sólo he podido ver el techo blanco y las paredes oscuras de mi habitación.

He dado mil vueltas, he intentado imaginar cosas bonitas para poder dormir pero sólo termino llorando y sintiéndome peor.

La alarma suena, veo la hora 6 a.m, me siento un poco mejor al saber que otra noche acabó y yo sigo con vida. Sigo sin dejar arrastrarme por la oscuridad.

Me levanto, paso las manos por mi cara y quito algunos rastros de lágrimas que yacían sobre mis ojos.

Me dirijo a la ventana, está nublado. En esta zona donde vivo los días  nublados son muy comunes, eso no hace que mi vida mejore, al contrario, siento que el clima está siempre como mi estado de ánimo. Muy pocas veces hay días soleados.

Decido dejar la ventana cerrada y me dirijo al baño. Evito verme al espejo, ver mi estado sólo empeoraría mi situación.

Lavo mi cuerpo rápidamente, tomo una toalla y la enrollo en mi delgado cuerpo.

—Buenos días, te has levantado a tiempo. Sonríe, hoy debe ser un gran día para ti, ya lo verás.— me topo a mi madre al salir del baño.

Trato de sonreír pero no me sale.

Hoy debe ser un gran día.

Sí claro, no hay ningún gran día para mí. Hoy sólo es un día más que estoy con vida.

Vuelvo a mi habitación y no enciendo las luces, vivir en oscuridad se ha hecho costumbre para mí. Agarro el nuevo uniforme que mi mamá dejó sobre la cama. Una enagua granate que llega por mis rodillas, una camisa blanca de botones y un suéter del mismo color que la enagua.

Coloco las medias blancas que llegan más abajo de mi rodilla, busco los zapatos negros y sólo encuentro uno; mi cuarto es un desorden, no he tenido ánimos para ordenarlo.

Encuentro el zapato debajo de una montaña de ropa, los coloco, amarro mi cabello y me permito verme al espejo. Error.

No me gusta lo que veo, adelgazo cada vez más, mi piel se ve pálida y mis piernas se ven tan delgadas que parecen dos palillos de fósforo.

Hoy es el primer día en un nuevo colegio, mi mamá decidió cambiarme de colegio al darse cuenta que sufría bullying por parte de un grupo de niñas huecas que se sentían superiores. Me insultaban cada vez que podían, me decían palabras feas que hacían que me deprimiera más por mi aspecto.

"¿No te lleva el viento por estar tan flaca?"

"Come, ah no, eres anoréxica."

"¿Crees que alguien se fije en ti algún día?"

"Bañate, hueles a mierda."

Y más cosas que no me gustaría recordar. Mamá se dió cuenta, no sé quién se lo dijo por que no tengo la suficiente confianza en ella como para contarle mis cosas o lo que me pasa.

Así que hoy empezaría en un nuevo colegio, una parte de mí sentía curiosidad por ver la reacción de la gente al verme y la otra no quería salir de mi habitación.

Era hora de irme, mi madre dijo que mi hermano me llevaría, ella debía irse al trabajo.

Llegamos a la entrada del nuevo colegio y me despedí de mi hermano dándole una mirada.

No me llames ValeriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora