capítulo 4

2 0 0
                                    


—¿Valeria? Ha venido tu amiga a buscarte. Ya ha hablado conmigo, tienes permiso de ir.

¿Ir donde? ¿Qué amiga?

Era sábado pasado el medio día, según yo. En mi habitación no sabía cuando era de día o de noche, estaba igual siempre.

Recordé el mensaje de ayer.

No puede ser.

Salí y vi a mi madre, ¿Sonriendo?

—¿Tienes amigos nuevos y no me habías contado? Esa chica me cae muy bien. Por eso te di permiso y me entero de que hay una fiesta, porque sino no me entero, tú no me cuentas nada.

Voltee los ojos en dirección a mi madre, me dirigí a la sala dejando atrás a mi mamá.

Mi corazón dió un vuelco y empezó a latir rápido.

¿Por qué?

Raquel estaba de espaldas viendo los adornos de mi madre, carraspee para llamar su atención.

Ella volteó y me sonrió. No pude devolverle la sonrisa.

—Vaya, no me digas que te he despertado.

Echo un vistazo a mi atuendo. Pantalones de pijama, una camiseta tres tallas más grandes que la mía y mi pelo enrollado en un chongo mal hecho.

—No me has despertado pero, ¿Cómo sabes donde vivo? ¿Primero mi número y ahora mi dirección? Estas loca, empiezas a darme miedo.—dije borde.

—Tu madre ya ha dado el permiso, y traje algunas cosas, tenemos tiempo para alistarnos— arrugue las cejas—. Sí nos iremos juntas de aquí.

¿Y esta tipa no tiene madre que la mande?

Subí a mi habitación, me bañé y cuando regrese a mi habitación Raquel estaba allí, sentada en mi cama.

—¡Dios! ¡Me asustaste niña loca! ¿Quién te ha dejado entrar?—dije sosteniendo la toalla sobre mi cuerpo.

—Tu madre. Elegí tres vestidos y tres pares de tacones, elige el que más te guste.— y en efecto los atuendos estaban sobre mi cama, fue cuando noté que mi cama estaba tendida y la ventana...

—¿Quién te dió permiso de abrir la ventana? Eres insoportable. Estoy dispuesta a ir a esa fiesta sólo por no quitarle la felicidad a mi madre pero debes saber que no me gustan los vestidos ni los tacones, tampoco me siento cómoda con el maquillaje. No quiero sonar grosera pero deja todo como está por favor.— le dije viéndola a los ojos.

—Oye no tienes por qué hablarme así, está bien si no te gustan los vestidos, buscaremos otras prendas, algo debes de tener. Puedo hacerte un maquillaje natural y...

—En serio, ¿Por qué haces esto? ¿Por qué quieres ser mi amiga? ¿Por qué quieres que vaya a esa cochina fiesta?

—Val mira yo...

—¡Te he dicho que no me digas así!—le grité.

Ella se levantó y se acercó a mí, tanto que invadió mi espacio personal.

—Escucha, no me interesa que seas tan odiosa, que me hables feo o que rechaces mi amistad por que no me interesa, no me iré, no me alejaré por que no quiero. Así que te aguantas o te aguantas. Te espero afuera.

Y se fue dando un portazo. ¿Qué fue eso? Sentí su aliento mezclándose con el mío, aún sentía mis piernas temblar por dos cosas:

Estaba completamente desnuda junto a una chica en mi habitación.

Esa chica me había puesto nerviosa.

Le eché un vistazo a los vestidos para despejar mi mente. Eran muy bonitos, pero no me sentía cómoda con ellos. Mi cuerpo no era muy bonito como para usar uno, además que sentía que eso no era lo mío. Me los probé todos, odiaba como me veía, odiaba mi reflejo, me veía fatal.

Saqué un jeans flojo, una camiseta de rayas blancas y negras y unas tenis blancas.

Cambie el vestido por el atuendo que había escogido y me sentía mejor, más agusto. Vi mi reflejo y me gustaba más.

Recordé a Raquel y me sentí culpable por haberle hablado tan feo. La llamé con un grito y llegó.

—Guau, esperaba que te gustarán los vestidos pero te ves genial así, me gusta tu estilo.— sonrió y le devolví la sonrisa.

—Perdón. Perdón por haberte hablado así.

—No te preocupes, déjame maquillarme y cambiarme, mientras puedes peinar tu cabello.—dijo entrando a mi habitación.

Asentí. Ella se cambió en el baño y regresó a maquillarse frente a mí.

Era impresionante como podía hacer tantas cosas en su cara, como sabía combinar las bases, el polvo y delinear sus ojos, maquillar sus cejas y que se siguieran viendo naturales, encrespar sus pestañas y echarse labial en sus bonitos labios.

Era arte lo que hacía, me sacó de embelesamiento cuando habló.

—¿Quieres que te maquille?

—Oh no, gracias. Eso no va conmigo sabes, no me gusta mucho el maquillaje en mí. Pero eres impresionante en esto.— me sonrió, se veía realmente preciosa.

—Gracias, pero al menos déjame sacarte las cejas ¿Si?

Asentí, se veía feliz y hermosa. Volví a ponerme nerviosa por tenerla cerca.

Acomodó mi cabello a los lados de mi cara.

—Listo, Valeria te ves hermosa, ¿Quieres ver?— dijo guiandome al espejo.

En efecto me veía bien.

—Sí, gracias.—dije.

—Vámonos, es tarde.

El tiempo había pasado tan rápido que no me había fijado que ya era de noche.

Salimos de mi habitación.

—Raquel te ves hermosa, adoro tu maquillaje, pareces una muñeca.— dijo mi madre, Raquel sonrió—. ¿Y tú hija? ¿Por qué no usaste vestido?

—Mamá sabes que no me gusta.—dije encongiendo los hombros.

—Valeria también se ve hermosa, ¿No cree señora?— dijo Raquel hacia mi madre.

—Por supuesto.— le dió una sonrisa para nada convincente.

Se creó un momento incómodo.

—Ya nos vamos mamá, volveré más tarde.— dije empujando a Raquel a la entrada.

Me despedí de mi madre y nos fuimos. Como Raquel dijo, Diego vivía cerca, así que caminamos hasta su casa.

—¿Valeria?— Raquel llamó mi atención mientras caminábamos.

—¿Qué?

—¿Por qué te gusta la oscuridad? Me llamó la atención la oscuridad de tu habitación.— ¿Cómo puedo responder sin sonar grosera?

—Pues sólo me gusta y ya. No preguntes.

No dijo nada más, caminamos en silencio hasta llegar.

Se oía la música fuerte, desde afuera se veia que habían bastante personas adentro.

Empecé a sudar, ¿Y si me veían raro? ¿Y si se burlaban de mí? ¿Y si me trataban mal? ¿Y si nadie se me acerca? Empecé temblar.

¿En serio crees que tendrás amigos algún día? Ilusa.

No.

Apestas, nadie querría ser tu amigo, asquerosa.

Las palabras de Kimberly resonaban en mi mente.

Mi respiración se agitó.

—¿Estás bien? Estas pálida.

—Raquel, no quiero entrar. No... quiero.— mi voz sonaba agitada.

—Estás teniendo un ataque de pánico.

___________________

No me llames ValeriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora