capítulo 9

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Limpió mis lágrimas, escondo la ropa de mi hermano y aliso mi vestido con las manos. Ahora tengo miedo de salir, mi mamá lo vió todo, ¿Qué va a pensar? Tengo vergüenza y a la vez miedo. Esto no estaba dentro de mis planes.

Abro la puerta de mi cuarto y veo a mi mamá recostada de la barra de las gradas. Me pego un susto al verla ahí, los nervios y el miedo vuelven a mí, me acerco a ella lentamente sin despegar la vista del suelo.

—Escuchame Valeria, voy a ignorar que te he visto vestida como marimacho, no sé qué te traes, pero que sea la última vez, eso no es de una señorita.— empiezo a odiar que me digan "señorita", no dije nada y siguió hablando—. Ahora ve a felicitar a tu hermano. Han ganado el partido por dos goles y te lo has perdido por quedarte aquí de loca.

Y se fue, dejándome ahí, con mil cosas en la cabeza, tomé una fuerte respiración y me preparé para ir a buscar a mi hermano.

—Hey, felicidades, me ha dicho mamá que ganaron el juego.

—Así es, que mal que no fuiste, un amigo te quería conocer.— Que dicha que no fui.

—Sí perdón, no me sentía muy bien... David, ¿si te digo que me gustan las niñas me aceptarías?— lo dije casi en un susurro, era la primera vez que se lo decía a un familiar.

—¿Eres lesbiana?— preguntó sorprendido. ¿Cómo le digo que no me siento lesbiana por qué en el fondo soy un chico?

—Eso creo.— bajé la cabeza, estábamos en su habitación, no había peligro.

—Claro que te acepto tal y como eres. Eres mi hermana y te quiero, sólo no se lo digas a mis padres aún, ¿Si? Se volverán locos, ya sabes como es mamá.

David me sonrió, ya no había nada más que decir; salí de su habitación y me fui a la mía.

La oscuridad me dió la bienvenida, solté un suspiro como si hubiese estado reteniendo el oxígeno. Me sentía bien al saber que mi hermano tomó bien la noticia, aunque me hubiera gustado decirle cómo me sentía, pero lo mejor es ir poco a poco.

Luego está mi madre, su expresión al verme, sus palabras que me lastimaron... creo que no debería seguir con estas ideas, la gente no entenderá, mis padres no entenderán.

Me tiré a la cama, agarré la almohada y dejé salir las lágrimas que me estaban acechando de hacía tiempo, puse la almohada en mi boca y grité mientras lloraba, el miedo me inundaba, la inseguridad era parte de mí nuevamente, sentía que me hundía cada vez más, lloré por todo.

Luego de un momento limpié los restos de lágrimas en mis mejillas, me sentía mejor, me sentía liberado, llorar y sacarlo todo ayuda bastante.

Me levanté y me vi al espejo, mis ojos estaban hinchados, mi nariz estaba roja al igual que mis labios, mi cabello era un desastre, quise volver a llorar por mi aspecto pero lo evite.

Tomé mi celular y llamé a la única persona que me brindaba paz.

Raquel POV.

Golpee la puerta, todo estaba silencioso, este lugar siempre ha sido tan silencioso. Estaba frente a la casa de Diego, golpeando a su puerta, me había llamado diciendo que necesitaba verme con urgencia, se sentía mal y estaba solo en casa y como buena amiga que soy aquí estaba minutos después.

Pero seguía sin abrirme la puerta, volví a golpear la puerta un poco más fuerte y abrió.

Un Diego desaliñado con el cabello revuelto y con la cara desubicada me dió la bienvenida.

Me adentré a su casa y me senté en el sofá, me ofreció coca cola, acepté y él se sentó frente a mí.

—¿Qué pasa Diego?

—Mira, iré a grano Ra, hay algo que necesito decirte, lo he intentado pero no encuentro manera y muero de miedo en este momento no sé si es lo correcto pero ya no puedo más, necesito decírtelo.

—Me estás asustando Diego, dímelo ya.

—Raquel, eres una chica maravillosa, guapa y con un gran corazón, yo... estoy enamorado de tí, siempre lo he estado y yo...— lo interrumpí.

—¿Qué? Diego tú y yo sólo somos amigos, no sé qué decirte, me has agarrado de sorpresa. Pero seré franca contigo. Yo... no puedo corresponderte.— ¿Cómo rechazar a alguien a quien quieres mucho sin lastimarlo?

—Tenía tanto miedo a tu rechazo, no debí decírtelo, por un momento pensé que me querías.

—Y te quiero Diego pero no de la misma forma, te quiero como mi mejor amigo y debo decirte que me gusta alguien, y es... una chica.

—¿Una chica? ¿Es por eso que nunca has tenido novio? ¿Quién te gusta? ¿Lindsay? ¿Valeria?— habló tan rápido, se veia dolido.

—Eso no importa ya, yo no quiero perder tu amistad, eres un gran amigo. Perdón por no poder corresponderte.— Diego se puso de pie y me ofreció hacerlo también.

Me abrazó y le devolví el abrazo.
Se acercó a mi rostro y no sabía que hacer, lo último que quería era besar a mi amigo.

Justo cuando se acercó más mi celular empezó a sonar, me fijé en la pantalla de mi celular y mi corazón pegó un brinco. Contesté de inmediato.

—¿Hola Valeria?— escuché como sorbia la nariz, estaba llorando—. ¿Estás bien?

—No, no estoy bien.

—Iré a tu casa, voy para allá.

Tomé mis cosas y salí de ahí, dejando un Diego destrozado y desorientado.

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No me llames ValeriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora