capítulo 12

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POV Raquel.

Salgo de la última clase, guardo los apuntes que tomé durante la clase, empiezo a buscar una persona en específico pero no la veo.

Valeria no ha asistido a las últimas clases de la tarde, no la veo desde la mañana y eso es raro, porque compartimos las clases de la tarde.

Tal vez se sintió mal y faltó, tendré que darle mis apuntes.

Salgo a buscarla por todo el colegio y no la encuentro, la busco en la banca donde siempre está y no hay rastro de ella.

Sigo caminando y me topo a Diego.

—¿Has visto a Valeria?— le pregunto sin darle tiempo a saludarme.

—La verdad no, la última vez que la vi se veía extraña.

—¿Crees que se iría a casa?

—No lo sé, vi que su madre también vino. Seguramente se fue con ella, relajate. — asiento y empezamos a caminar.

Es raro que se haya ido sin despedirse de mí, caminamos hacia los casilleros para guardar las cosas que llevo, mientras le voy escribiendo textos a Valeria pero no me responde. La llamo en una ocasión y su celular suena apagado.

Imagino que está dormida o ocupada en algo.

Diego intenta sacarme conversación pero no le doy mucha atención, siento que nada entre él y yo es lo mismo desde la última conversación que tuvimos.

Llego a mi casillero, sacó la llave, lo abro y me dispongo a meter mis libros y papeles.

—Toma, esto salió volando de tu casillero.— Diego me extiende un papel doblado en un cuadrito.

Es extraño, no guardo cosas así aquí.

Me dispongo a revisarlo.

Es una carta.

Una carta de Valeria.

Siento como mi alma se va de mi cuerpo, me mareo y siento que no puedo respirar.

—¿Raquel? ¿Estás bien? ¿Qué es eso?—Diego me agarra y le ofrezco la hoja.

Él empieza a leerla en voz alta.

"Oh Raquel, mi Raquel. ¿Alguna vez has sentido que no encajas en algún lugar? ¿Alguna vez te has sentido a la deriva? ¿No? Es justo lo que siento. Siento que no debería estar aquí. No soy una persona buena ni para tí, ni para mí. Constantemente decepciono a las personas que me rodean y no quiero hacerlo más.

Ya no quiero seguir con esto, perdóname Raquel.

Es mi fin, así debía ser, no quiero seguir con esto que oprime mi pecho y no me deja respirar, no quiero seguir ahogandome en este mar sin fondo.

Esto no es una despedida, si en algún momento me extrañas puedes buscarme.

Búscame en mis flores favoritas.
Búscame en cada palabra de mi libro favorito.
Búscame en tus recuerdos.
Búscame en las madrugadas.
Búscame en mi canción favorita.
Búscame en los atardeceres.
Búscame entre mis cosas.
Búscame en los momentos felices.
Búscame en tu corazón.

Ahí estaré siempre, te regalo todo de mí, aunque todo en mí este roto.

De verdad te pido perdón por no haber sido lo suficientemente capaz como para quedarme a luchar.

Te amaré siempre."

Estoy en el suelo, Diego termina de leer y todo se viene abajo.

¿Porqué Valeria? ¿Porqué me haces esto?

Duele, duele tanto, no lo soporto.

Valeria no me dejes, no puedes dejarme, no puedes irte, no ahora.

Diego intenta consolarme, pero lo quito. Limpio mis lágrimas y me levanto.

Valeria no me puede dejar así.

Sé que podemos seguir luchando juntas. Sé que puedo ayudarle con lo que sea que tenga, todo pasará.

Salgo corriendo de ahí y me dirijo a su casa, Diego viene detrás de mí.

Tomo un taxi para llegar lo antes posible, necesito llegar a tiempo, quiero creer que llegaré a tiempo.

Aunque no sé desde qué hora Valeria se fue, no sé cuánto tiempo ha pasado desde que dejó esa carta en mi casillero.

Tal vez no fue capaz de cometer esa locura.

Tal vez sólo sea una broma.

Tal vez, tal vez, tal vez.

Me duele tanto, siento que mi mundo se va a acabar con cada segundo que pasa. Pero no me permito derrumbarme.

Bajamos del taxi y me dirijo lo más rápido que puedo a su puerta.

Minutos después su madre me abre.

—¿Donde está Valeria?

Pregunto agitada sin saludar.

—Ella vino temprano, dijo que tú y ella se habían peleado, se encerró en su cuarto y dijo que no quería que nadie la distrayera. Sabes como es ella.

La dejo hablando y voy corriendo hacia su habitación, su madre hace preguntas y viene detrás de mí al igual que Diego.

Intento abrir la puerta y está con llave.

—¿Señora tiene una copia de la llave? Por favor es urgente.

Ella asustada tanto como nosotros busca la llave y me la da, abro rápidamente y la oscuridad se adueña del lugar.

La busco pero no la veo.

Enciendo la luz.

La veo, ahí está. Y todo en mí se derrumba, corro hacia ella. Está tirada a un lado de su cama, al rededor hay muchos botes de pastillas vacíos.

Valeria no.

¿Qué hiciste mi niña?

Mi corazón se parte en dos y grito, grito del dolor que oprime mi pecho.

No puede ser.

La levanto del suelo y la abrazo pero ella no se inmuta, sus brazos caen flojos a los costados.

Y grito... Por que Valeria, porque me haces eso.

Escucho como su madre está junto a mí en el mismo estado que yo.

—Diego, llama una ambulancia.

Le digo y me ahogo con mis propios sollozos, me acerco a su pecho e inhalo su olor.

No me puedes dejar Valeria. Yo... te amo.

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No me llames ValeriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora