Capítulo 3

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Desesperante.

Esa era la palabra que calzaba a la perfección con el momento.

Me desesperaba estar es este lugar.

Quería irme.

Todos me veían.

Y ahí estaba ella.

El demonio de mis pesadillas, esa que no me dejaba vivir. La persona que se atrevía a decirme las cosas en la cara y como eran.

Era la clase de matemática, una de mis clases favoritas, me encontraba sentada frente al pizarrón y a lado mío estaba ella, con un lapicero en la boca viendo cada movimiento que yo hacía, esperaba ese momento para reírse de mí o recordarme lo inútil que soy.

Kimberly la típica chica rubia que todos dicen que es hermosa.

Y sí, Kimberly era hermosa pero sólo superficial.

¿Qué pasa bicho raro? ¿Por qué me ves tanto? ¿Te gusto o qué?

Voltee mi mirada y le pedí permiso a la profesora para ir al baño. Necesitaba salir de ahí, me agobiada estar cerca de Kimberly.

Me dirigí al baño, me fijé que no hubiera nadie en los cubículos y cerré la puerta.

Entré a un cubículo. Me desesperaba, ¿Por qué me dejaba tratar así? ¿Por qué se divertían conmigo? ¿Qué les había hecho yo? Sentí un líquido acuoso bajar por mis mejillas.

Era demasiado estúpida, ¿Hasta cuándo vas a defenderte?

Mis sollozos aumentaban, me ahogaba. Sólo necesitaba una salida a todo. No entendía nada, no me entendía a mí, ¿Qué me pasa? ¿Por qué me siento así?

Saqué una cuchilla que guardaba siempre en mi bolsillo. La llevaba siempre conmigo aunque no la usara, tal vez algún día lo haría. Este es el día.

Necesitaba sacar el dolor, necesitaba hacerlo superficial.

Puse la cuchilla en mi muñeca e hice el primer corte. Sangre empezó a brotar de mi brazo, me sentía bien sin embargo mis sollozos aumentaron.

Escuché pasos y me asusté. Me había fijado en los cubículos y no había nadie, la puerta estaba bajo llave, ¿Por que oía pasos? ¿Me estaba volviendo loca?

La puerta del cubículo se abrió de repente.

—¿Qué crees que estás haciendo Valeria? Sal de ahí, ven.

Tania me ofreció su mano. Me sentí aliviada al verla, no por que me cayera bien o por que fuera mi amiga. Sino que era la única persona que me hacía ver la realidad, mi vulnerabilidad hizo que aceptara su mano para salir.

Limpió mi sangre, y mis lágrimas.

—No debes hacer esto Valeria.

Tocó mi rostro suavemente, sin embargo me aleje. Tania era una de las mejores amigas de Kimberly, por lo tanto era una más de las que me hacían vivir un infierno.

—No te haré daño. Kimberly no está aquí y yo no soy como ella.—dijo abrazandome, le devolví el abrazo.

Necesitaba sentir a alguien, la voz de Tania era suave. ¿Acaso puedo confiar en ti Tania?

Volvió a tocar mi rostro pero esta vez no me aleje. Su mirada se dirigió a mis labios y la mía a los de ella.

Se acercó a mí y mis nervios aumentaron, olvidé el dolor en mi muñeca, olvidé el llanto, olvidé todo y lo hice.

Hice lo que necesitaba hacer.

Estampe mis labios contra los de ella.

La puerta se abrió.

Me alejé rápidamente pero fue en vano Kimberly lo vio todo.

—Ella me besó.—fue lo primero que dijo Tania—. Tú lo viste.

Seguía en shock, no sabía qué decir.

—¿Co... como entraste?—fue lo único que pude decir.

Kimberly levanto su mano mostrando un manojo de llaves.

—Ser amiga del conserje tienes sus ventajas. Pero eso no es lo importante aquí. Chicas vengan.

Las otras amigas de Kimberly se asomaron a vernos.

—Quiero que vean. Además de anoréxica y estúpida, la rarita es lesbiana.

Todas empezaron a reírse.

—Quiso besar a Tania, yo lo ví. ¡Eres un asco maldita lesbiana! Vamos Tania, debes lavarte bien la boca, no se te vaya a pegar alguna enfermedad de está asquerosa.

Tania se fue de su lado.

—¡Chao lesbianita asquerosa!

Y cerraron la puerta en mi cara. ¿Cómo debía sentirme ahora?...

Limpié mis lágrimas, moví la cabeza intentando alejar ese horrible recuerdo. Los recuerdos me atormentaban, aunque no lo quisiera, venían a mí como un balde de agua fría y me hacían sentir estúpida.

No podía confiar en nadie, ese día confíe en Tania y sólo se burló de mí en mi cara, ¿Qué me decía que Raquel no haría lo mismo? ¿Qué me decía que el grupo de amigos de Raquel y Diego no de burlarían de mí y en la primera oportunidad?

Tania fue la primera chica que me atreví a besar y ha sido la única. Desde ese día Kimberly y sus amigas se encargaron de que todo el colegio de diera cuenta de mi preferencia sexual, lo hacían ver como si fuera algo asqueroso. Incluso llegué a escuchar que tenía una enfermedad venérea.

Se encargaron de que mi reputación quedara en el subsuelo.

Pero ahora era un nuevo colegio, nuevas personas y aunque no podría con todo, quería intentarlo.

Dejé de ver el techo de mi habitación, la pantalla de mi celular iluminó mi habitación que estaba oscura como siempre. Tomé el celular, era un número desconocido.

"Irás a esa fiesta o dejo de llamarme Raquel Muror."

De nuevo esta gente y sus apellidos.

Sonreí al terminar de leerlo.

Esta chica estaba loca, sin embargo había algo en ella que me atraía.

"¿Cómo conseguiste mi número?"

No suelo darle el número telefónico a nadie.

"Un mago jamás revela sus secretos."

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No me llames ValeriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora