Capítulo III

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Capitulo III

Mafia AU/Omegaverse

N/A: No se supone que esto fuera tan largo...

Advertencia de violencia física y psicológica.

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"Si hacemos eso lo tomarán como un insulto, sabes como son, ya no hay vuelta atrás"

"¡NO ME IMPORTA! Los quiero lejos de mi bebé, es solo un niño ¡Es solo un beta! ¡¿Por qué lo tuvieron que elegir a él?! ¡Nos iremos mañana mismo!"

Azul observó toda la escena desde la rendija de la puerta, llevaba 20 minutos escuchando a su madre llorar y el vano intento de su padre por consolarla. Sus tentáculos se contrajeron y trató de borrar de su memoria los gimoteos emitidos por su progenitora luchando por desaparecer el amargo sabor de boca que le provocaba saber que aquello era por su culpa, aunque, originalmente, él no fuera el motivo inicial de todo aquel drama que se desataba en la casa Ashengrotto pues aquel desastre era originado por una fuerza más grande y que venía al doble; la familia Leech, o mejor dicho, los gemelos herederos de la misma.

El solo pensar en ellos provocaba que sus tentáculos se contrajeran en anticipación, presintiendo el peligro a pesar de que estos no se encontraban presente. ¿Quién hubiera imaginado que su curiosidad sería la firma de la sentencia de su destino? El estar atado a aquellos dos sujetos que vendrían a cambiar sus planes y traerían tanta tragedia y desgracia a su familia y todo, por un simple descuido, un choque de tiempos, un desliz innecesario.

Pero ahora, Azul no podía hacer nada más que resignarse, no era momento de sentir miedo o angustia como lo que estaba viviendo su madre ahora, solo quedaba trazar un plan y seguirlo al pie de la letra, esperar que funcionara y dar sus pasos con sumo cuidado (a pesar de tener tentáculos). Mientras esperaría que en algún momento el consuelo llegase a su madre a la par de que rezaba porque el destino fuese menos cruel en un futuro, pero ahora solo le quedaba resignarse a saber que todo había comenzado por un adelanto en los horarios del instituto, en aquel restaurante familiar, a pesar de estar oculto a los ojos curiosos que lo encontraron, que hallaron su escondite, su olla de pulpo y que ahora, debía lidiar con las consecuencias.

"Padre, pensé que habías dicho que no existían más sirenas pulpo en esta zona, que eran poco comunes además de que pocos sobrevivían para tener hijos"

Todavía recordaba el dialogó y...se estremecía.

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El pequeño pulpo se encontraba nadando con la cabeza baja de regreso de la escuela, con sus tentáculos trataba de ocultar los moretones cercanos a sus vetosas y las raspaduras, sus ojos estaban cubiertos con algo de tinta que intento borrar con su mano mientras apretaba la correa de la mochila que llevaba tras de si, de su boca salió un pequeño sollozo pero trató de detener los demás, hoy había sido un buen día en comparación con otros pero, no quería que sus padres lo vieran así, ya era suficiente con que pagaran una escuela de alto rendimiento como para molestarlos con sus problemas escolares porque era un becado, y es que, Azul para esa edad, ya entendía cómo funcionaba el mundo, conocía como era estar en medio de un tanque con tiburones y solo le quedaba tratar de sobrevivir, aguantar y estudiar, trabajar para llegar más alto y en algún momento defenderse y obtener su recompensa, demostrar que era algo más que el hijo becado hijo de los dueños de una cadena de restaurantes.

Cuando llegó a las puertas del elegante lugar sus ojos brillaron en reconocimiento, el sitio era refinado, la fachada se encontraba pulcra y desde dentro podía escuchar la música de jazz que se colaba ligeramente por la puerta, era un lugar ostentoso, no para cualquiera transeúnte y contaban con otra sucursales cercanas, no obstante esta era el principal, el restaurante más elegante de la ciudad, con las mejores comidas y con una franquicia calculadas en millones de maldonas, ese era el sitio del cual sus padres eran dueños...

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