11.- Libre

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A pesar de tener invitados en casa TaekWoon no podía descuidar sus funciones como bibliotecario, aquella noche luego de acicalarse y revisar la seguridad de la biblioteca, subió a su estudio para escribir todas las vicisitudes que habían ocurrido ...

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A pesar de tener invitados en casa TaekWoon no podía descuidar sus funciones como bibliotecario, aquella noche luego de acicalarse y revisar la seguridad de la biblioteca, subió a su estudio para escribir todas las vicisitudes que habían ocurrido durante esas noches.

Para Ken no pasó desapercibida la sutil elegancia con la que se vistió su amigo, pues era raro que lo hiciera a menos que tuviera alguna visita planeada y necesitara impresionar; tampoco el que, luego de un rato Leo desapareciera de la casa por alrededor de 10 minutos.

Luego de ese tiempo TaekWoon entró al cuarto donde aún dormía Ravi; Ken y los dos humanos charlaban en la cocina así que tenía el campo libre. Dejó la bolsa con lo que había comprado en uno de los muebles y se acercó a la cama.

Respiró profundo mientras lo analizaba, disfrutaba bastante su olor y era capaz de recordar a la perfección el sabor que tenía. Para ese momento ya tenía más color en su piel, tanto su respiración como su corazón eran más fuertes, eso tranquilizaba al mayor.

Dejó que su mano cobrara valor y acariciaba como casi siempre a su dulce Ravi, apartando los mechones blancos de su rostro para luego recorrer con la punta de los dedos sus otros rasgos.

De pronto los ojos oscuros se abrieron de golpe, antes de que TaekWoon pudiera desaparecer como había hecho antes, pues considerando todo lo que había pasado aquel humano creía que lo último que querría de compañía sería a otra criatura.

―Lamento si he perturbado tu sueño, no era mi intención ―dijo con voz tranquila, apartando lentamente su mano para no alarmarlo.

Ravi lo miraba sin decir nada y TaekWoon hacía lo mismo, no esperaba que despertara tan de pronto y no estaba muy seguro de qué hacer. Luego de algunos instantes así los ojos de Ravi se achicaron.

―Eras tú el que me acariciabas ¿verdad? Y no solo hoy, lo has hecho antes.

Leo sólo asintió, aunque no parecía apenado o enojado, simplemente aceptaba lo que Ravi había dicho.

―¿Por qué estás aquí? ―preguntó Ravi, enderezándose un poco hasta quedar sentado contra la cabecera, no quería sentirse tan indefenso estando acostado.

―Ah, te compré algo de ropa para que estuvieras más cómodo, ―Señaló la bolsa de plástico que había dejado.

Aún confuso Ravi se rascó el cuello, sin embargo en aquel momento el brillo dorado hizo que los ojos de Leo refulgieran con enojo, aunque de alguna manera Ravi sabía que aquella rabia no iba dirigía a él, se sintió intimidado.

―¿Qué?

―Las muñequeras, ¿por qué no te las has quitado?

―En primer lugar, porque me he pasado dormido casi todo el tiempo. En segundo, solo YongGuk tiene las llaves, supongo que después puedo buscar la manera de romperlas...

Se silenció cuando Leo extendió una mano hacia él con la palma hacia arriba, Ravi lo miró unos segundos antes de suspirar y dejar que su brazo derecho descansara sobre la mano del vampiro.

TaekWoon se acercó para analizar con cuidado aquel maldito "adorno" en el brazo de su Ravi, tenía una pequeña juntura en la parte interna de la muñeca justo por donde se podía destrabar con alguna pequeña llave.

Una vez convencido tomó aquella juntura con sus dedos pulgar e índice, haciendo presión mientras el metal cedía ante su fuerza. Lo hacía cuidadosamente para no lastimar al humano, que miraba toda la faena con atención, luego de algunos segundos la pieza terminó de romperse y cayó sobre las blancas cobijas acolchadas. Repitió el proceso con la segunda muñequera.

―Ahora falta el collar, no te muevas. ―Se inclinó sobre la cama para poder revisar el mencionado collar de oro.

Ravi alzó la barbilla para facilitarle el estudio y, hasta cierto punto, para alejarse un poco del contacto, pues Leo se había acercado mucho hasta casi cernirse sobre él y eso lo ponía nervioso.

TaekWoon analizaba la manera de liberarlo sin lastimarlo, cosa algo difícil pues el collar estaba pegado a su piel, su mejor opción era el pequeño dije en forma hexagonal del frente.

―No te muevas, ―repitió el mayor mientras comenzaba a presionar la juntura del hexágono.

Ravi incluso dejó de respirar por un momento mientras el mayor ejercía la misma presión, no tardó más de un par de minutos antes de que el collar cayera también sobre la cama.

Con un gesto de desdén Leo tomó aquellos trozos de oro y los arrojó al bote de basura.

―Listo, ahora estás libre de esas malditas cosas. Dejaré la ropa aquí por si deseas cambiarte después. Una vez más lamento si te he importunado.

Antes de que pudiera agradecerle o preguntarle algo más Leo salió del lugar.

Impresionado, Ravi solo atinó a observarse los brazos, era la primera vez desde que había sido atrapado por YongGuk que veía sus propias extremidades sin aquellas limitaciones de oro, incluso se pasó la mano por las zonas recién liberadas para sentir el tacto y convencerse de que ya no estaban presentes aquellas muestras de esclavitud.

Esclavitud feérica (WonTaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora