25.- Esclavo

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TaekWoon despertó y como siempre lanzó su consciencia hacia todo el edificio

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TaekWoon despertó y como siempre lanzó su consciencia hacia todo el edificio. YongGuk junto a sus cinco esbirros despertaban en la zona subterránea del hotel abandonado mientras algunos humanos se acercaban al cuarto donde él y Ravi esperaban.

Estaba a punto de levantarse cuando los escuchó hablando, alegaban que él llegaría pronto y que ya le tenían una trampa esperando, tal y como YongGuk les había ordenado. Esos ineptos no creían que él sería capaz de arriesgarse por su Ravi y salir con el amanecer tan cerca. Entraron al cuarto y su Ravi comenzó a golpearlos, ninguno se percató de su presencia.

Con una sonrisa en su rostro TaekWoon se quedó completamente inmóvil y ocultó su propia esencia de manera que incluso cuando una de las criaturas acompañantes de YongGuk se hizo presente, no pudo distinguirlo.

"Espera sólo un poco, no te dejaré en sus garras por mucho tiempo" pensó mientras la criatura se alejaba con su Ravi entre sus manos.

En cuanto se alejaron TaekWoon salió de su escondite y se limpió el polvo que lo cubría. Dos de los humanos se retorcían en el suelo quejándose luego de recibir los golpes de su Ravi, los otros tres estaban inconscientes. Por lo que había alcanzado a notar no lo habían dañado, aún así no les iba a perdonar que lo hubieran intentado.

Además, su sangre podría darle la fuerza extra que podría necesitar para salir de allí con mayor rapidez, así que tomó al primero que ya estaba logrando ponerse en pie y lo abrazó para morder su cuello ferozmente. No fue sutil ni mucho menos amable, aquellos míseros cazafortunas no se lo merecían, mordió con fuerza y bebió con avidez hasta vaciarlos.

Ni siquiera temió que las otras criaturas se dieran cuenta, no tenían su misma percepción y probablemente estarían ebrios con el olor de su Ravi así que no podrían percibir mucho más.

Acabó también con los otros humanos inconscientes para que no fueran una molestia, una vez hecho eso comenzó a moverse hasta el gran salón donde las criaturas esperaban. Aunque toda su formación estaba dirigida hacia la entrada exterior, mientras que Leo los observaba desde atrás.

El maldito de YongGuk sujetaba a su Ravi doblando un brazo tras su espalda y con la otra mano en su cuello, probablemente para amenazarlo en cuanto entrara por aquella puerta, además algunos tenían pistolas probablemente con balas de plata, si es que eran para él, pero nada de eso les serviría.

Antes de que ninguno pudiera darse cuenta TaekWoon apareció detrás de YongGuk, alejando la mano del sensible cuello de su Ravi para después mandarlo lejos con un fuerte golpe. Le dedicó una rápida mirada a su humano para corroborar que estuviera indemne antes de empujarlo lejos de las otras criaturas.

Probablemente Ravi ni siquiera pudo alcanzar a ver lo que ocurrió, de un momento a otro ya estaba libre junto a una de las paredes.

—Ninguno de ustedes se meterá en mi pelea, —ordenó TaekWoon a los otros, para ese momento el odio y enojo alimentaban su poder al grado que logró ordenar a las criaturas más jóvenes.

Iracundo, YongGuk se lanzó contra él con una ferocidad desmedida, sin embargo no era problema para TaekWoon el ir desviando sus golpes para contra atacar con mayor potencia. Con cada golpe Leo iba haciendo más y más daño, en un punto YongGuk se alejó momentáneamente para buscar un mejor punto de apoyo mientras escupía algo de sangre.

Aquella imagen de su líder herido terminó por potenciar la voluntad de dos de las cinco criaturas restantes, logrando así que rompieran la orden del mayor y también acometieron en su contra.

Con esa nueva desventaja Leo tuvo un poco más complicado el contraatacar, apenas desviaba o esquivaba un golpe cuando ya estaba recibiendo otros dos. Su mejor defensa era atacar con golpes que los alejaran algunos metros, uno tras otros constantemente.

No tardó demasiado mientras lograba memorizar el ritmo de sus tres contrincantes, entre los que había uno menor por algunas décadas, lo que lo volvía más lento que a los otros. Comenzó entonces a jugar con ellos, llevándolos a su propio terreno, hasta que consiguió el punto que deseaba: en el cual el menor terminó junto a él mientras los otros dos estaban lejos.

No fue más que un segundo, pero a la velocidad de su pelea, aquello fue suficiente: utilizó su propia mano para perforar el pecho de la otra criatura y triturar así su corazón; para cuando sus compañeros quisieron reaccionar ya estaba convirtiéndose en cenizas.

La criatura más joven de todo aquel aquelarre, de nombre Zelo, se quedó mirando estupefacto cómo su compañero moría, y se maldijo mentalmente por su debilidad, no podía terminar de romper la orden que aquel maldito monstruo le había puesto.

Deseaba acabar con todo aquello, deseó que YongGuk jamás se hubiera fijado en aquel muchachito peliblanco que había terminado por complicar todo... ¡Eso era! él era la clave.

Al no ser una intervención directa, Zelo no tuvo impedimento para levantar su arma con balas de plata y apuntarla directamente contra el humano que miraba estupefacto la pelea que él mismo había ocasionado.

Los tres balazos resonaron dentro del pequeño lugar, seguidos por un gruñido y el grito del humano.

Esclavitud feérica (WonTaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora