My King² [Changlix]

ESPECIAL|| YANG JEONGIN

Muchos años atrás

Dentro de la habitación del castillo, un omega pelirrosa sollozaba encogido sobre su cama. Su lobo interior estaba chillando, ambos compartiendo el mismo dolor.

El dolor de haber perdido a su cachorro.

"¡Todo es tú culpa Jeongin. Eres una desgracia para mi!" Fueron las palabras que su madre le grito cuando se entero que su hijo había fallecido al segundo día de haber nacido.

Un leve toque en la puerta hace que el pelirrosa levanta la vista y vea a sus hermanos entrar. Ambos tenían una mueca de tristeza en sus rostros. Estaban tristes de la perdida del bebé, pero también por lo deprimido que se veía el mayor.

-- Hyung... Se que es estupido preguntar, pero ¿Cómo te sientes?

-- Me quiero morir, Minghao. Mi bebé, mi pequeño cachorro...

-- Minho era un idiota, no le hagas caso a mamá.

Ante la mención de su antigua pareja el pelirrosa solo siente un furia provenir desde su interior. Culpaba al alfa por la perdida de su cachorro, el lo engañó y por ello escapo de Daejeon.

-- Ven, vamos a caminar por el jardín.

El mayor asiente y acompaña a sus dos hermanos. Llegaron hasta donde el alfa dijo; allí mismo los tres pasearon con tranquilidad. Jeongin hasta pudo olvidar todo lo malo que estaba pasando, hasta que frente a ellos aparece la reina.

-- Ustedes dos, vayan adentro.

-- ¿Por qué? Innie es mi hermano.

-- Es una deshonra para esta familia.

-- Pero, mamá... –- hablo el menor de los hermanos, el cachorro de once años

-- ¡Dije que adentro! –- sometió con su voz de mando.

Los menores obedecieron, pero estando tristes de dejar al pelirrosa solo con su madre.

Ya estando solos, la reina observa con asco a su hijo mayor, quien trata de mantenerse fuerte ante al obvio rechazo de su madre.

-- Sí sabes que la muerte de tú hijo fue culpa tuya ¿Verdad?

-- No lo fue...

-- Tú dejaste a tu alfa, eso ocasionó que muriera.

-- ¡El me engaño, no iba a permitir aquello!

-- Es un alfa, puede hacer lo que se le de la gana. Pero tú... tú eres un omega que debe estar siempre a su lado sin importar que.

El menor estaba furioso ante las palabras de su madre. La reina no se cansaba de hecharle la culpa al omega de lo que pasaba, que Minho tenía todo el derecho de engañarle si quería.

-- Debiste abrir mejor esas piernas si no querías que te engañara.

-- ¡¡Cállate!! ¡¡Ahora puedo ver la razón por la que mamá te dejo. Nos dejo!!