▪18▪

4.1K 474 67
                                    

Bajé al salón donde estaba Rosalía.

- ¿Deseaba hablar de algo conmigo, condesa Judith? -

- Lady Athanasia, al menos debería de ofrecerle una taza de té a su invitado -

Esta mujer apenas llegó y ya me está molestando...

- A pesar de que es un invitado que ni siquiera tuvo la educación de avisar antes de venir -sonreí- Hanna, por favor trae un poco de té para la condesa y para mí -pedí-

Rosalía se molestó mientras Hanna salió inmediatamente dejándonos solas. Con suerte será Lilly quien traiga el té.

Tal y como lo predije, en unos minutos llegó Lilly con el té, en lugar de Hanna. No sentamos y bebimos el té en silencio.

Solo espero que en cualquier momento comience a gritar.

- Lady Athanasia, llegué el día de ayer para quedarme unas semanas con mi sobrina, y justamente escuché que está maña fue a
tomar el té con su majestad, otra vez -

Yo seguí bebiendo mi té en silencio, sin alzar la mirada.

- No recuerdas lo que te pedí -continuó- claramente recuerdo que las dos últimas veces, le pedí amablemente que dejara de visitar a su majestad. Pero parece que la princesa no se a tomado enserio mis palabras -

Levanté la mirada por un momento, ví la molestia en el rostro de Rosalía y lentamente comenzó a levantarse, aún con la taza de té en mano.
Por un momento estuvo a punto de arrojarme el té, que obviamente estaba caliente. En ese momento Lilly tomó la mano de la condesa y el té se derramó sobre la mesita salpicando su vestido.

- ¡Cómo te atreves, una simple sirvienta como tú...! ¡Mira lo que le hiciste a mi vestido! -gritó-

Su mano aún sostenía la taza vacía cuando Lilly la soltó. Vi que nuevamente elevaba su mano, está vez hacia Lilly.

Rápidamente me puse frente a ella y sentí la porcelana rompiéndose contra mi piel.

Sentí el ardor en mi cabeza, aún así la mantuve en alto. No dejaré que esta mujer me vuelva a humillar.

- Condesa Judith, ¿Sabe la gravedad de lo que acaba de hacer? -pronuncié-

- ¿Gravedad? -sonrió- ¿Que puede hacer una mocosa sin poder alguno? ¿Unas pocas reuniones con Claude te subieron tanto el auto estima? -

- Condesa, tenga más respeto hacia su majestad el emperador, por mucho que sea el "padre" de su sobrina. Debe guardarle respeto como gobernante del imperio. Hablar tan descaradamente de su majestad es un crímen que podría ser castigado por ley. Sin mencionar que acaba de agredir a una princesa -

Su mirada cambió por una seria.

- No tienes poder, ¿Y te atreves a llamarte princesa? -

- Reconocida o no, llevo la sangre real y los ojos de la familia imperial. Una simple condesa no debería ser tan atrevida -

- Algún día pagarás, el trono será de Jenneth y haré que te arrepientas -

- ¿Se atreve a hablar del trono cuando su majestad aún se encuentra vivo y en plena salud? -

- Esto no se termina aquí -dijo antes de retirarse-

Se fue bastante furiosa, pronto podría tramar algo para deshacerse de mi.

Ah... ¿En qué me metí?

- ¡Princesa! ¿Donde se lastimó? -Lilly se acercó a mi- Esa maldita mujer...

Lo último lo dijo en un susurro casi inaudible. Tal vez no pretendía que yo lo escuchará, pero lo hice.

- Estoy bien, solo necesito descansar -

Subí a mi habitación mientras dejaba que Hanna y Seth se encargarán del resto, Lilly al principio se negaba a dejarme sola pero logré convencerla.

Subí a mi habitación y me recosté un rato sobre la cama. Antes de darme cuenta me quedé dormida.

____________________________________

Aquella reunión con la Athanasia le resultó interesante a Claude. Un mes después decidió reunirse con ella nuevamente, parecía nerviosa pero era buena controlando sus expresiones.

A pesar de no haber Sido educada para ello.

Su curiosidad aumentaba cada vez que la veía, la misma incógnita surgía cada vez ¿Cuál será su siguiente reacción?

En el momento en el que pidió que le sirvieran aquél té, jamás esperó que dijera esas palabras, exactamente las mismas palabras. Sintió una cálida sensación de melancolía, lejos de molestarse como lo haría si algún otro le mencionara a Diana.

Fue como revivir el recuerdo de la mujer que tanto amó.

Su reunión terminó poco después y nuevamente estaba solo en su habitación, más tarde ese día se encontraba recostado en el sofá pensando. Luego de verla siempre se aliviaba su dolor de cabeza.

Alguien tocó la puerta, era Félix.

- Majestad, la princesa Jenneth quiere reunirse con usted -

- Estoy cansado -fue todo lo que dijo-

No obstante, minutos después escuchó ruidos seguidos de una pequeña discusión antes de que la puerta se abriera de par en par de un solo golpe.

- ¡Padre! ¡Hace mucho que no estamos juntos! ¡¿Sabes lo sola que me eh sentido?!-comenzo a alterarse- ¡¿Por qué ya no pasas tiempo conmigo y en cambio traes a Athanasia?! -

La cabeza de Claude comenzó a palpitar, sentía como si pronto fuera a estallar.

- Félix, sácala de aquí -ordenó con voz fría-

Un escalofrío recorrió por la espalda de Jenneth, había visto antes ese tipo de mirada, eran los ojos con los que solía mirar a su hermana. Pero... ¿Por qué los usaba en ella? Ella era su amada hija ¿Por qué la miraba con enojo?

No permitirá que esa niña le arrebate a su padre.

- ¡No! ¡Padre y yo daremos un paseo! -se abrazó a Claude con todas sus fuerzas calmando su voz- ¿Verdad, papá?

Por un momento Claude forsejeó para alejarse de ella, su cabeza dolía cada vez más.

- De acuerdo -

Sin darse cuenta había aceptado y su dolor de cabeza cesó. ¿Por qué lo hizo?

Estaba ido.

Félix lo sabía, ese no era Claude, el Claude con el que creció jamás hubiera aceptado algo a base de gritos y caprichos. Si algo sabía bien, era que Claude no soportaría que lo trataran de esa manera. Aún así, cuando estaban solos parecía ser el mismo, incluso cuando se reunió con Athanasia no percibió cambio alguno en el.

¿Por qué es así solo con esa niña?

Una idea cruzó por la cabeza del pelirrojo, no era seguro que ella estuviera ahí, pero no perdería nada con intentarlo.

- Majestad, ¿No cree que sería bueno tomar un paseo por un lugar menos usual? -

- ¿A qué te refieres, caballero? -cuestionó Jenneth-

- Hay un camino en el jardín, está cerca y usualmente nadie lo usa -

La sonrisa amable de Félix hizo que Jenneth aceptarála, incluso aquél caballero que solía parecer un cachorro podía ocasionarle grandes problemas.

Otra Oportunidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora