Capitulo 26

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Alfonso

No puedo contener la risa cuando veo la mirada de decepción de mi Anahi y el puchero que surge al darme cuenta de que mi idea de relajarme no es la misma que la de ella.
Tan pronto como la recogí de la universidad, supe que había algo mal y, a pesar de todo lo que dijo, sé que me está ocultando algo y estoy bastante seguro de que es por la gargantilla, desde que llegamos a casa, no se ha quitado la mano de encima de esta bendita cosa, es cierto que alguien la reconoció e hizo una broma que no le gustó.
Me gustaría mucho que me contara lo que pasó, pero tengo miedo de acabar cazando al desgraciado incluso en el infierno para enseñarle a ser educado y discreto con una mujer.
Le preparé la bañera de hidromasaje a Anahi, esa era mi idea de relajarme, mientras ordenaba nuestra cena por teléfono, luego puedo darme cuenta de su idea de relajación.
Necesito que mi pequeña esté bien tranquila para hablar con ella sobre mi viaje, Phillip me informó hoy que tenemos un nuevo trabajo y deberíamos estar en Vancouver en dos días, realmente no quería ir, pero no puedo escapar de mis deberes.
Anahi baja las escaleras con una hermosa sonrisa y luciendo mucho más tranquila.
-Tenías razón, un baño de hidromasaje lavó toda mi tensión. - se acerca y me toca la cara - Ahora me parece que tú también necesitas uno. ¿Qué te aflige, amor mío?
No puedo acostumbrarme a esa facilidad que tiene para leerme, algo que nunca compartí con nadie más.
-Ven, ordené nuestra cena en ese bistró que vimos camino a casa, espero que el sabor sea tan bueno como el olor. - Espero hasta que terminemos el postre dulce, la comida estuvo riquísima y no quería molestarla con ese tema.
-Fue tan bueno, pero ahora puede hablar, Sr. Herrera.
-Phillip formó un equipo hoy, tendré que viajar pasado mañana a Vancouver y probablemente solo regrese en cuatro días.
-Oh, ahora entiendo por qué este pequeño se desanimó. - suspira y intenta sonreír, pero sé que está tan desilusionada como yo - Tu madre me advirtió que tendrías que hacer algunos viajes, pero creo que saber no disminuye el hecho de que te extrañaré. - se encoge de hombros y luego vuelve a sonreír - ¡Será mejor que te portes bien y me llames todos los días!
-Lo haré, no podría pasar tanto tiempo lejos de ti. - le pellizco ligeramente la nariz - Y le llamaré por videollamada sólo para ver su sonrisa.
-Esta vez me quedaré aquí en casa, me gusta mucho tu madre y tu hermana, pero tengo que acostumbrarme a quedarme aquí.
-Todo bien mi amor. Si necesita ir a algún lugar, llame a un taxi o a Savanah. - se me ocurre que Anahi no tiene licencia para conducir - Necesitamos tramitar su licencia, para ser más independiente.
-¿Podré?
-Claro, eres genial en todo.
La sostengo en mis brazos y la llevo a nuestra habitación, inclinándome lentamente sobre su cuerpo, su mirada fija en la mía, mientras mi mano se desliza desde su vientre hasta sus pechos. La beso tan tranquila y delicadamente como puedo, adorando su sabor y cada toque, saboreando sus suaves y dulces labios.
Mi amor toma el control del beso y lo profundiza, mordiendo ligeramente mi labio inferior y chupando la carne justo después, sus manos van a mi camisa, arrastrando sus uñas por mi espalda.
Mis manos la tocan con mimo y cariño, mientras ella tiene sed y incontrolable, entonces los dos estamos desnudos, piel contra piel, ella siempre es suave contra mi rigidez. Abandonando su boca, sigo un rastro de besos y mordiscos hasta su pecho, tomando sus pezones, uno a la vez, succionándolos y deleitándolos.
Anahi jadea y sostiene mi cabello, manteniendo mi boca atrapada en sus pechos, en total abandono.
Necesito más, mucho más de tu sabor, bajo a tu barriga y más bajo, y me preparo para oler ese olor, el olor a fresas y mi boca se curva en una sonrisa contra su húmeda rajadura y chupo tu carne mientras  mis dedos acarician y son envueltos por ella.  Anahi mueve su cuerpo hacia mi boca y mi mano, sus muslos se cierran, agarrando mi cabeza, asegurándose de que no me aleje de su dulzura.
Su cuerpo se estremece y grita su éxtasis mientras tomo todo lo que se me da.
Apenas desciende de su clímax y ya estoy dentro de ella, empujando hacia adentro y hacia afuera, fuerte y profundo, levantando sus caderas con mis manos y ajustando y profundizando tanto como puedo.
Anahi se aprieta contra mí, se acerca un nuevo clímax y esta vez estaré con ella. Aumento el ritmo, el sonido de nuestra cama golpeando la pared y los sollozos que se escapan por la boca de mi Anahi, invaden mis oídos, haciéndome gruñir y acelerar mis movimientos. Mis balbuceos que no puedo entender porque mi cabeza está nublada por el deseo.
Sus músculos se contraen y me aprietan aún más, tomando toda mi liberación para él, mi clímax es tan intenso que no puedo contener mi peso y mis brazos ceden, mi cuerpo cae sobre el de Anahi y escucho una risa débil, incluso sin aliento, el sonido es como música para mis oídos.
-Tu cuerpo es agradable y cálido, pero necesito respirar.
Habla todavía riendo y yo ruedo sobre la cama acercando su cuerpo al mío.
-Listo pequeño cristal, ahora puedes dormir tranquila.
Acaricio su cabello hasta que siento su respiración calmada y me aseguro de que está dormida, negándome a dejarme llevar por el sueño, disfrutando cada segundo que tengo con ella durante esos dos días antes de viajar.
Nunca había tenido tantas dificultades para ir a misiones, viajes de negocios, pero ahora que tengo mi Anahi, ni siquiera quiero salir de esta cama.

La ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora