Capitulo 14

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Alfonso

Sentado en el sofá de la esquina, veo a mi Anahi imponer su opinión sobre todo lo que la vendedora intenta empujarla. Estoy seguro de que incluso si no corriera el riesgo de ser la Elegida, se habría escapado de esa comunidad, Anahi no nació para obedecer con la cabeza gacha, a pesar de toda su inocencia y dulzura, es fuerte y decisiva.
La veo caminando hacia mí, su mirada descontenta y un puchero enojado ya se formó en su boca.
-Alfonso, cuando dijiste que podía elegir mi propia ropa, ¿estabas diciendo la verdad?
La vendedora aparece detrás, tan infeliz como Anahi, pero lo que siente no me importa, solo quiero ver feliz a mi ángel.
-Por supuesto, puedes elegir lo que quieras.
-Entonces, ¿por qué esta mujer insiste en querer gobernarme como si fuera mi madre, empujando muchas cosas que no quiero?
Escucho a la vendedora jadear indignada y me refiero a mi impulso de reír, tomo las manos de Anahi y la jalo a mi regazo para explicarle el papel de la vendedora.
-Mi ángel, este es su trabajo. Como vendedora, ella le ofrece varias cosas que tiene en la tienda y usted decide si quiere o no.
-Intenté explicárselo, señor. - la vendedora tiene una mirada petulante y eso me irrita, probablemente se equivocó pensándolo que la estoy defendiendo y voy en contra de mi Anahi.
Antes de que pueda decir algo, Anahi ya está rodando los ojos y hablando.
-Ella no me ofrece nada, a menos que generalmente les diga a todos los clientes que no saben cómo elegir la lencería que agrada a los hombres. Miro a la vendedora que mira hacia otro lado y parece avergonzada, probablemente pensó que Anahi era demasiado tonta para repetirme las mismas palabras.
-No quise decir eso ... - trata de mostrar arrepentimiento cuando mira de Anahi a mí.
-Oh, quisiste decir exactamente eso. Dijo que no sé cómo complacer a los hombres y que debería aprender de ti, solo porque elegí ese sostén. Finalmente miro las manos de la vendedora y veo un sencillo sujetador de seda bordado con pequeñas rosas. Realmente se vería dulce y sexy en mi pequeña.
-No tienes que complacer a los hombres. - sé que mi voz sonó áspera y la mirada fría que le doy a la vendedora la hace dar un paso atrás.
-Eso es lo que le dije, no tengo que complacer a los hombres, tengo que complacer a un solo hombre. A ti! Anahi tiene una sonrisa tan hermosa cuando me mira, que por un instante olvido que estamos en un lugar lleno de gente.
-No mi angelito, primero tienes que complacerte. Si no estás cómoda y segura, lo sentiré. Olvida todo lo que has aprendido en el pasado y, mientras estamos de compras, elige lo que quieras.
-¡Oh Dios mío! Es tan hermoso, ¿no? - Anahi mira a la vendedora y me mira a mí - Tengo mucha suerte de haber logrado escapar de ese lugar directamente a tu vida.
Sus ojos vuelven a estar radiantes y sale de la tienda, seguida de una vendedora silenciosa.
La siguiente media hora veo a Anahi entrar y salir de la tienda, elegir y devolver accesorios, hasta que la veo pasar frente a una puerta que conduce a una habitación con paredes rojas. Me levanto, voy directo allí, ninguna mujer parece interesada en entrar y mi curiosidad aumenta.
Las paredes están llenas de esposas, látigos y muchos otros accesorios que no conozco. También hay un escaparate con collares y gargantillas y uno en particular me llama la atención, es de oro y tiene una cerradura en forma de corazón y dos llaves. Se vería tan hermoso en el cuello de mi Anahi. Siento una mano tocar mi espalda e instintivamente me alejo, pero me relajo nuevamente cuando veo que es ella.
-Es tan hermoso ... - dice mirando la misma gargantilla que admiré segundos antes.
-Es un collar BDSM, para que el dominador marque a su sumiso. - aclara la vendedora.
-No sé qué es eso, pero pensé que era hermoso.
Anahi se muerde el labio inferior y sé que estoy totalmente perdido.
-Eso sería para señalar que eres mía, Anahi.
-No me importa. - Anahi sonríe y besa mi cara antes de salir de la habitación. Mi angelito parece ser, de hecho, un pequeño demonio.
-Tomaré esta. - Le indico a otra vendedora que se acercó.
-Como desee, señor.
Es imposible no sonreír, pensaría en comprar anillos de boda, pero Anahi... bueno, Anahi da vuelta mis conceptos.

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Pasamos el día en el centro comercial y la euforia de Anahi es contagiosa, quiero que sea un día especial y es por eso que no hablo de la llamada de Phill la noche anterior. Él ya estaba con el equipo listo para ir a la comunidad y me pidió que vigilara mi teléfono celular para obtener actualizaciones. Temprano en la mañana, el mensaje que me envió no era bueno, mi choza había sido asaltada y no recuerdo si dejé algo que identifique dónde vivo. Ahora mantengo mi mano en mi bolsillo, apretando mi teléfono celular, esperando un mensaje o una llamada diciendo que arrestaron al hijo de puta. Personalmente lo prefiero muerto. -¿Qué tienes, Alfonso? - Anahi me mira con curiosidad.
-Nada. - Me encojo de hombros y sigo saliendo del centro comercial.
-¿Y que nada te hizo apretar mi mano tan fuerte?
Miro nuestras manos unidas y me doy cuenta de que tengo un agarre más fuerte, nada que la lastime, pero lo suficiente para que se dé cuenta.
-Solo confirmando que realmente estás aquí.
Ella sonríe y me tranquiliza, sé que ella creyó en mí y que no hará más preguntas, Anahi no tiene que preocuparse por nada más que involucre a esa comunidad, veré que siempre está a salvo.
-¿Qué piensas acerca de conocer a mi madre y mi hermana?
-¡Me encantaría! Pero primero tenemos que ir a tu casa, tengo que cambiarme. Necesito estar presentable y garantizar que sea una fuente de orgullo para ti. -Nuestra casa. Y ya eres una fuente de orgullo para mí, te escapaste de una comunidad abusiva y lo denunciaste. ¿Tienes idea de cuántas vidas salvaste? Anahi niega con la cabeza y veo su rostro sonrojarse, mi dulce niña es tan fuerte y tan frágil.
-Estoy seguro de que mi madre y mi hermana la amarán.
Solo espero que mi madre sea discreta y que Savanah no venga a un interrogatorio a nivel de la corte, por lo general es bastante exagerada, pero nunca se equivoca al juzgar el carácter de una persona. Golpeó a Eve y lo ignoré, ahora el chile no pierde la oportunidad de arrojármelo.
Bueno, esta vez no podrá criticarme.

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