Capítulo V. El té del crepúsculo

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Disclaimer: los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

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Todo había cambiado para ambos desde aquella noche en que Hinata fue encontrada por Neji en una calle solitaria del vecindario, y con la posterior mañana blanca en la se inauguró la paz entre ambos. Simplemente tenían que establecer una cómoda comunicación para relajar las cosas entre ambos.

Hinata caminaba sin precaución por la casa, y si se encontraba con Neji le sonreía dulcemente. Las formalidades también disminuyeron: ella dejó de disculparse y hacer mil reverencias al día y Neji, por su parte, dejó de hablarle tan respetuosamente, después de todo, él era mayor que ella. Hinata lo tomó como un nuevo signo de confianza.

La hacía inmensamente feliz notar que él se estaba acostumbrando a su presencia. Ahora se mostraba tranquilo, casi demasiado dócil, pues ya no le dedicaba sus duras miradas acompañadas de su ceño fruncido cada que la veía. El mismo Neji no se había dado cuenta de que su estado más relajado se reflejaba en su expresión, pero Hinata, por supuesto, sí lo notó.

Él no sonreía tanto como ella, casi siempre lucía tranquilo y serio, pero muy de vez en cuando se formaba una sonrisa apenas perceptible en sus labios cuando hablaba con Hinata antes o después de alguna comida, porque era durante las comidas el único momento del día en el que estaban juntos. Y Hinata lamentaba todas las veces en las que Neji comía con prisa o se llevaba los alimentos a su habitación, porque no le gustaba perder la oportunidad de verlo y hablar con él.

Quería conocerlo mejor, redescubrir al Neji de ahora. No al Neji duro y temperamental que ella creyó al inicio que era, sino al Neji que había salido a buscarla en medio de una helada y después la había cuidado el resto de la noche, al que se había quedado con ella a velar sus sueños... Y sobre todo, al Neji fuerte, pero también afable y considerado, que supo sostenerla y apretarla entre sus brazos justo cuando ella más lo necesitaba.

Hinata se preguntaba porqué ese suceso se seguía repitiendo en su cabeza, y porqué sentía un malestar... o un cosquilleo agradable en su estómago cuando pensaba en ello. Primero creyó que era porque se sentía avergonzada por cómo se mostró ante él, tan vulnerable y llorando como una niña pequeña, pero después descartó esa idea porque no le daba pena alguna verlo, al contrario, se descubrió a sí misma deseando verlo más y más.

Simplemente se sentía feliz cuando estaba con él. Le gustaba notar que sus pensamientos melancólicos eran reemplazados por la presencia fresca de Neji, por ese extraño sentimiento de ser consciente de sí misma cuando estaba bajo la mirada de su primo.

Es por eso que se desanimaba cuando no podían comer juntos, y esto último estaba sucediendo más en los últimos días, acompañado de llamadas cada vez más frecuentes en el celular de Neji que parecían irritarlo.

Hinata escuchaba desde la cocina a Neji que hablaba en el jardín:

¡Claro que entiendo cómo funcionan las mentes de mis propios personajes! ¡Yo los creé! Y me ayudaría bastante seguir mi propio ritmo y no el que ustedes me imponen. A todos nos beneficiaría, ¿por qué no lo entiendes? ... Está bien, está bien, lo haré, pero sólo a cambio de un nuevo plazo.

Lo escuchó entrar nuevamente a la casa y dirigirse a su habitación. Quizá no era buen momento para decirle que ya era necesario hacer la compra. Hinata suspiró, esperaría a que él se tranquilizara un poco e iría a decírselo. Mientras anotaría los alimentos que hacían falta.

Cuando estaba terminando de escribir patata dulce escuchó la puerta corrediza de Neji abrirse y escuchó unos pasos que se acercaban deprisa hacia ella. Su corazón brincó pesadamente una sola vez, y se tranquilizó cuando lo miró acomodarse frente a ella, al otro lado del kotatsu. La miraba seriamente, pero no pronunciaba palabra alguna.

Rehén de tu dulce voz [NEJIHINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora