Capítulo VIII. La felicidad es contagiosa

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Disclaimer: los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

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Neji dormía hasta tarde ese día, atrapado por el mundo onírico. En su sueño era un niño otra vez. Corría por los muchos pasillos de una gran mansión, detrás de una pequeña niña que le gritaba "rápido, nii-san, atrápame si puedes" pero él por más que corría no podía alcanzarla. Mil pasillos oscuros y en ninguno estaba ella, la voz se volvía cada vez más lejana. Atormentando por la misión imposible de encontrarla, el sueño tenía un tono de pesadilla. Después de un gran número de corredores oscuros, él fue creciendo como si cada uno representara un número de su edad. Cuando pudo ver a una mujer al final de un pasillo, él ya era un adulto también. Ella lo miraba de frente, con una dulce expresión, y extendía sus brazos para recibirlo entre ellos. Él caminaba con urgencia hacia ella, quería alcanzarla. Lo necesitaba. Pero antes de poder envolverse entre sus brazos, despertó.

Neji abrió los ojos lentamente, aturdido por el sueño súbitamente interrumpido. El timbre de su celular sonaba.

¿Sí? respondió cortante, casi molesto.

B-buenos días, Neji-niisan.

Se incorporó de golpe al escuchar la suave voz al otro lado de la línea. ¿Hinata? ¿Qué ocurre? ¿Regresas ya?

N-no. Sólo quería avisarle que no volveré hoy tampoco. Me invitaron a quedarme un día más y no pude negarme.

Neji creyó que la mañana no podía empeorar. —Lo entiendo.

Lo siento. Volveré pronto.

Sí.

Recuerde que dejé mucha comida en la nevera, sólo tiene que calentar-

Lo sé.

B-bien. Adiós.

Al finalizar la llamada Neji volvió a recostarse de panza y hundió el rostro en la suave almohada. Estaba de mal humor y su día ni siquiera comenzaba.

Cuando aquella agitada noche en la que Hinata se enfrentó a los cobradores hablaron nuevamente sobre el paradero de su padre, ella expresó su preocupación sobre su hermana Hanabi y él no pudo más que proponerle que la visitara un par de días, aprovechando las próximas vacaciones de invierno. Neji habló por teléfono con sus padres y estos aceptaron gustosos la visita de Hinata. Así, al día siguiente ella se había ido. Y al parecer habían congeniado más que bien, porque habían pasado cinco largos días desde aquello y ella no regresaba todavía.

El primer día que se marchó Neji se dijo a sí mismo que disfrutaría enormemente de la soledad a la que siempre había estado acostumbrado. La comida calentada fue simple. El ambiente de la casa era silencioso.

Por supuesto, algo faltaba... Aunque no se atreviese a admitirlo.

Pero entonces, por la noche, le llegó un mensaje de texto que escribía: "Estoy bien. Sus padres son muy buenos conmigo y Hanabi. Buenas noches." Y un sentimiento cálido invadió su ser. Ella lo pensaba y él la pensaba a ella. Aunque quisiera negarlo, Hinata transitaba en sus pensamientos más veces de las que se atrevía a admitir en voz alta. Y es que, además, recientemente había terminado su última novela y se encontraba desesperada y absurdamente desocupado. Tan solito en las brillantes navidades...

En el segundo día sin Hinata, algo extraño sucedió. Primero recurrentes mensajes de texto durante el día y, por la noche, una repentina llamada.

¿Q-qué hace ahora mismo? ¿Cenó bien? ¿Cómo se encuentra?

—Hinata, esas son demasiadas preguntas. Estoy bien.

Rehén de tu dulce voz [NEJIHINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora