Capítulo VII. La cálida guía de una mano

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Disclaimer: los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

*Narración de flashbacks y pensamientos en letra cursiva.

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Con el frío que azotaba a Tokio esa noche, casi nadie deseaba a dar un paseo por las calles. A esa hora las personas se encontraban descansando o cenando en sus acogedores hogares. Ni siquiera las estrellas se asomaron y adornaron el cielo durante esa noche oscura y silenciosa. Sólo había unas pocas que se mostraban con un brillo tímido.

Lo único que se escuchaba era el inconfundible sonido del bullicio nocturno, del que formaba parte el sonido que hacían un par de botas invernales sobre el frío asfalto de una de las callejuelas pertenecientes a una zona de mala fama en la ciudad, de diversiones adultas.

Hinata Hyūga, patosa, vestida con colores simples y sobrios, con extrañeza y una esforzada determinación en su mirada, además de un estado de alerta constante, definitivamente no combinaba con ese escenario. Su decisión apresurada de obtener información sobre su padre se iba quedando pegada en el asfalto con cada paso que daba. Por supuesto, mirar la escena nocturna de la ciudad, con mujeres extravagantes y hombres muy felices, o muy ebrios, no hizo más que disminuir su valor y aumentar su nerviosismo.

Sin embargo, volvió a revisar la dirección del mensaje de texto anónimo que había recibido y supo que ya se encontraba cerca, ya no se podía echar atrás. Conforme se acercaba sus latidos comenzaban a pesar y sentía que sus manos sudaban. Deseaba ser más valiente, pero, al menos, seguía ahí y llegaría a su meta no importaba qué. Al menos su voluntad se había impuesto ante su miedo y sus pies no se habían echado a correr de regreso a casa.

¿Casa? ¿Hogar? La palabra la invadió junto con la imagen instantánea de su primo Neji, lo que la confundió por unos instantes. ¿Ella ya pertenecía a ese lugar, junto a él? Sonaba muy bueno para ser cierto... Pero, sí, probablemente podía llamar hogar a ese espacio en el mundo al que podía regresar. Pero imaginar su posible regreso a ese lugar, donde estaba Neji, apacible, amable y refrescante, le formó un nudo en la garganta, pues el cariño se puede convertir en debilidad de un instante a otro y Hinata se arrepintió de pensar en él en esos momentos. Recordarlo la haría flaquear, estaba segura de ello. Porque para salir de la casa esa noche se había convencido a sí misma de que estaba sola, sin un lugar en el mundo, y no iba a dejar ahora, tan cerca del punto de encuentro, que Neji la siguiera confundiendo. Pensar en él era como dividir su fuerza de voluntad. Era mucho más fácil ser imprudente cuando se pensaba a sí misma sola contra el mundo.

Una vez que logró alejar a Neji Hyūga de sus pensamientos sus fuerzas se renovaron. Papá, Hanabi. Esas eran las dos personas que ella debía tener presentes. Si bien, también se encontraban lejos y solos, eran parte de ella.

Se encontró entonces frente a un edificio simple y blanco de dos pisos, que contrastaba con los edificios llamativos llenos de letreros con luces neón y demás anuncios coloridos que lo rodeaban. La puerta se encontraba abierta, y lo primero que vio al entrar fueron varias mesas de billar y una que otra mesa simple con juegos de cartas alrededor de las cuales había varios hombres reunidos, tan concentrados en lo suyo que, para alivio suyo, no notaron su presencia.

Pero el par de hombres que la esperaban sí que se habían fijado en ella. Cuando captaron la mirada de la chica, desde una mesa en una esquina del gran lugar, le hicieron señas para que se acercara a ellos. Hinata, sin dilación, caminó hacia allá. Una vez frente a ellos, no se inmutó, se esforzó por parecer fuerte, y esperó a que ellos hablaran.

-Por aquí -dijo uno de ellos.

Se levantaron de sus asientos y caminaron hacia una nueva habitación, justo al lado y separada sólo por una cortina donde debería haber una puerta. Eso relajó un poco a la pobre chica y -aún en constante estado alerta- los siguió hasta una mesa vacía.

Rehén de tu dulce voz [NEJIHINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora