Capítulo IX. Si los ojos hablaran

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Disclaimer: los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

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Neji casi había olvidado el sencillo sentimiento de estar bien, de encontrarse de buen humor; ahora que Hinata había vuelto, su perfume y su presencia le resultaban tan naturales que se atrevía a afirmar que la casa habría quedado casi vacía sin ella ahí.

Recibían los días, uno tras otro, en una feliz y aparentemente tranquila complicidad.

Aparentemente, porque los sentimientos que llevaban dentro no eran tranquilos en absoluto, sino que sufrían de alteraciones repentinas, ya sea por una sonrisa por allá, un roce de manos por acá, o un juego inocente de miradas que de pronto se pausaba y se prolongaba...

Pero esa clase se momentos sutiles parecen obviamente románticos únicamente para los que no son protagonistas de ellos.

Mientras, Neji y Hinata permanecían en el engaño de la modestia, donde terminaban por autoconvencerse de que eran imaginaciones propias sin fundamento, que esa electricidad entre ambos no existía, no era recíproca...

Hinata no sabía nada respecto a cómo se sentía él, pero sobre sí misma sí que conocía ya el sentimiento de cuando estás enamorándote poco a poco, cayendo poco a poco.

Los latidos del corazón no mienten nunca; el hechizo en los ojos tampoco, y cada día encontraba más agradable, por no decir terriblemente atractivo, al hombre con el que vivía.

Ahora que Neji podía permitirse un descanso de su trabajo, estaba más presente en la rutina diaria. Y Hinata tenía un nuevo momento favorito del día. Era una hora mágica cuando, por las apacibles tardes, después de comer, ella estudiaba abrigándose en el kotatsu y Neji se quedaba ahí también, pasando el rato en silencio.

Le gustaba con locura la manera en la que se sentaba en el tatami con un libro en las manos, con una expresión calma y a veces frunciendo el ceño, acomodándose el largo cabello castaño... Todos los ademanes, su respiración acompasada. La manera en que sus ojos amables enfocaban las letras y se perdían como en un sueño lleno de palabras. Sus grandes y varonilmente delicadas manos cambiando las páginas con lentitud.

Después, cuando ella acababa sus deberes, se levantaba y regresaba con una bandeja con un par de tés calientitos y algún dulce.

Entonces se sentaban juntos en el kotatsu, mirando desde adentro el jardín de enfrente, abrazando con sus manos la tibia taza para calentarse las frías manos. Y hablaban largo rato de cualquier cosa.

Hinata se holgaba cada vez que reafirmaba lo fácil que era expresarse ante Neji, lo cómoda que se sentía cuando hablaban y cómo él la escuchaba en un respetuoso silencio, a veces viéndola, y a veces con la vista en otro lado, pero concentrado en sus palabras.

Honestamente, ella sabía que podía contarle sus pecados, sus miedos e inseguridades, recordar la imagen bella pero dolorosa de su madre, y él seguiría ahí, sin juzgarla, escuchándola. Y otra vez la inundaba el sentimiento de que eso era tan profundo y estable que seguro se habían pertenecido en otra vida.

Se sentía segura con él, un sentimiento del que ella había carecido casi toda su vida.

Una suave brisa sacudió los cabellos de ambos. Neji levantó los ojos del libro que leía y miró hacia el jardín.

-¿Deberíamos cerrar las puertas? Comienza a hacer fío.

-Yo estoy bien, nii-san.

-...Y, ahora que recuerdo, aquella vez tuviste fiebre toda la noche por exponerte al frío.

Hinata se rindió ante el recuerdo. Él tenía razón. -L-las cerraré.

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⏰ Última actualización: Feb 15, 2021 ⏰

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