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Saludé a Maia, quien era la única que estaba enterada de mi decisión, y me subí al Uber.
En todo el camino estuve mirando por la ventana, mirando la noche lluviosa y las calles solitarias.
Llegué a la terminal, le pagué al chófer y me senté a esperar que anuncien la llegada del micro que yo tomaba.
Me sentía mal, la cabeza me dolía, los ojos me picaban por lo secos que estaban y los labios me ardían de tanto morderlos.
El micro llegó, me acerqué a mostrar el pasaje, guarden las valijas y subí. Agradecí estar solo.
Conecté los auriculares y me puse a escuchar música.
"Me gusta todo lo que sos.."
La canción que me escribió Valentín empezó a sonar y yo la pasé rápidamente, enojándome cuando de mis ojos empezaron a caer lágrimas.
Traté de calmarme y cuando lo logré me dormí.
[...]
-Chicos -los saludó y los abrazó mientras lloraba-.
Manuel y Mateo lo abrazaban con fuerza, no les gustaba ver a su amigo así.
Porque Daniel se veía destruido, tenía ojeras, los ojos hinchados y estaba más pálido y delgado. Sin mencionar que Dani siempre estaba sonriendo y contagiando buena energía.
Por eso, cuando eran chicos y Dani estaba mal, Mateo y Manuel decían que era un día nublado ya que Dani era su sol, les iluminaba los días con sus ocurrencias, chistes o con solo sonreír.
-Hoy es un día nublado -murmuró Mateo sacándole una mini sonrisa a Daniel-.
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