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Valentín nunca me había hablado de su papá, solo de su mamá, pero por su reacción pude ver que algo no estaba muy bien.
-Amor, ¿Querés volver a casa? -pregunté mirándolo con preocupación-.
-No -habló entre dientes y empezó a caminar hacia su papá-. ¿Qué haces acá?
Su papá levantó la cabeza y lo miró con sorpresa y felicidad, pero Valentín lo miraba con tristeza y asco.
No entendía lo que pasaba.
-¿Te da la cara para volver? Sos increíble.
-H-Hijo -trató de tocarle el brazo pero Valentín lo corrió-.
-Yo no soy tu hijo.
Eso me dolió hasta a mi.
La mirada de su papá cambió por completo, ahora reflejaba furia, enojo.
-¿Quién te crees que sos para hablarme así? -se levantó del banquito, haciéndole frente a su hijo-.
Señor, qué violento.
-¿Quién me creo que soy? ¿Qué quién me creo? Soy uno de tus tantos hijos que abandonaste, hijo de una de tus tantas esposas que usaste, hij..
No pudo terminar que su padre ya le había golpeado la mejilla.
Rápido, me puse en medio de estos y miré a Valentín. No quería que retroceda todo lo que avanzó estos años.
-Amor, amor -le agarré las dos manos-.
Valentín bajó su cabeza y me miró, una sonrisita se dibujó en su rostro y su cuerpo se relajó.
-Encima sos puto -soltó su padre-.
Valen levantó su cabeza sin soltar mis manos.
-Sí, soy puto y estoy con el hombre que más amo, el hombre que me ayudó a reparar todo lo que vos arruinaste. No te atrevas a decir algo sobre él porque no te lo perdono.
