Sus padres siempre la dejaban sola en casa, cada cumpleaños solo estaban los sirvientes y el cocinero, un pastel grande en la mesa sin ser repartido porque no había nadie que asistiera a su fiesta.Se supone que sus padres deberían estar en esas fechas importante pero no, su trabajo era más importante y a pesar de saber que era eso que los mantenía lo odiaba, odiaba no poder verlos tan seguido, estar en una casa sola y en las noches eran las peores.
Estaba completamente sola con la casa a oscuras lo único que estaba encendida era su lámpara y cargaba una linterna en su cajón, las noches de lluvia y tormenta no paraba de llorar, se escondió en su armario o bajo las sábanas aquellos ruidos horribles la hacían temblar y por más que cubriera sus orejas seguía escuchándolos.
Sus amigas solo la tenían como una sirvienta haciendo que hiciera todo lo que dijeran y si no hacia caso ya no eran sus amigas, ya no les hablaba hasta que se disculpara cuando no había hecho nada malo.
Esas tres niñas eran lo único que tenía hasta que el chico que una de ellas le gustaba le confesó su amor pero a pesar de haberlo rechazado dejaron de hablarle y le decían que sus padres no la querían haciéndola llorar, que algún día la dejaran botada y no regresaran nunca más.
Cada vez que los veía se ponía a llorar y los abrazaba tenía miedo de que eso sea verdad, no quería que se vayan, era una buena niña, se portaba bien entonces por qué la abandonaría.
Cuando cumplió los quince y cambió de instituto prefirió estar sola, pero habían chicos que le hablaban mucho pero no les hacía caso eso también le causaba problemas con chicas que estaban enamoradas de ellos, teniendo que soportar burlas o bromas como esconder sus libros y en el almuerzo hacerla tropezar.
Los profesores siempre la mandaban a traer las cosas que se les olvidada, le decían que era tonta cuando no resolvía algo bien y eso bajaba su autoestima.
Una chica de una estatura baja de cabello corto la defendió pero no la conocía, la había visto un par de veces y no sabia de que curso era tampoco iba ir de salón en salón buscandola para agradecerle.
Justo el día de su cumpleaños empezó a llover y no había llevado una sombrilla porque ni siquiera era temporada de lluvia, agacho su cabeza porque sus lágrimas cayeron por su mejilla.
Las seco con la manga del abrigo y se abrazo así misma mientras esperaba que la lluvia se detenga, no podía parar sus lágrimas y era como si no existirá para nadie, todos pasaban sin notarla, no existía.
Se cansó y estaba apunto de correr a casa pero alguien la agarro de la muñeca de su mano jalandola de nuevo bajo la parte que la cubría del agua.
- Esta lluvia no va a parar, incluso si vives cerca llegaras mojada y podrás enfermarte.- miro a su lado encontrándose con Zhou Tzuyu, una de las populares por tener buenas notas y ser buena en béisbol.