Fresas arruinadas

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Este fic está basado en eventos inventados por el autor pero también uso algunos canónicos. Si no has jugado el videojuego o visto los capítulos hay alerta de spoilers.

El niñito pelirrojo cerro sus ojos azules y se imagino a si mismo jugando con sus amigos, sus tímpanos se estremecieron al casi escuchar la risa gatuna del de cabello morado, también saboreo sus labios al imaginar el sabor de los pasteles que trae...

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El niñito pelirrojo cerro sus ojos azules y se imagino a si mismo jugando con sus amigos, sus tímpanos se estremecieron al casi escuchar la risa gatuna del de cabello morado, también saboreo sus labios al imaginar el sabor de los pasteles que traería el de de cabello verde, especialmente para él, podría haber seguido así por un rato pero la severa voz de su madre lo saco de sus ensueños -"¿Riddle me estás escuchando?"- no sé atrevió a verla a los ojos, conocía muy bien el tono de su voz, para cualquiera podría sonar amable pero su primogénito sabía distinguir a apenas octava más baja de su voz, un sutil tono que hacía sonar a esa bella mujer como una tirana dictadora. -"Pon atención cuando estudias, ¿cómo vas a llegar a la perfección sino puedes concéntrate mínimamente en esto? Cuando regrese en media hora, quiero todo listo y perfecto"-
-"si, mamá"-
Sacudió sus cabeza alejando sus pensamientos infantiles y se concentro en estudiar, sabía que su madre tenía razón, debía de esforzarse para ser perfecto, Parra ser prefecta como su madre, perfecto como su padre, ser un perfecto hijo y ser una perfecta familia. Su madre siempre tenía razón, nunca se equivocó, haría lo que ella le diga. Pero a veces solo preferiría salir a jugar. Suspiró al pensar cuando fue la última vez que salió a jugar, llevaba ya 2 semanas desde se fué de la mansión. Lo que significa estar lejos de sus dos preciados amigos.

Aburrido el pequeño niño volvió a mirar por la ventana, la vista era estupenda, desde ahí podía ver cómo las olas chocaban contra la costa. Era mediados de julio y por esa época del año, acostumbraban pasar el verano en su casa vacacional.

A él le gustaba ir allí, porque significaba, aunque mínimamente salirse un poco de la rutina, pero ahora no lo podía disfrutar como en los años pasados. Extrañaba salir a jugar con Trey y con Che'nya.

Aunque trató de concentrarse en el libro que tenía enfrente todos sus esfuerzos fueron en vano, miro cuidadosamente sus espaldas y cuando se aseguró que su madre ni los sirvientes estaban cerca, se levantó y apoyo sus brazos en el Alféizar de la ventana. Sus ojos azules se iluminaron con los últimos rayos del sol. Los tonos anaranjados y rojos pintaban el crepúsculo y también el agua cristalina, sintió un pulso que le llamaba, quería ir a la playa, quitarse los zapatos y dejar que las olas le majaron los pies, salpicar un poco de agua en un juego infantil y recoger conchitas. Pero sabía que su madre no lo iba a dejar ir. Tal vez si estuviera Trey o Che'nya, ambos le darían el coraje necesario para escaparse a jugar, pero ellos no estaban aquí y no tenía a nadie con quien jugar.
Suspiro y cerró la ventana. Decidió volver a sus estudios.

Que algo capte la atención de Floyd Leech es una proeza

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Que algo capte la atención de Floyd Leech es una proeza. Así que el peliaqua supuso que fue obra del destino ver aquellas fresas.
-"¿nee~ Azul esas fresas se van a ocupar?"- preguntó con la mano en la nuca en su característica postura despreocupada.
-"al parecer nos ha llegado una caja más de lo necesaria este mes. Nunca necesitamos muchas y ahora esas van a sobrar"- dijo ajustandose los lentes, se preguntó cómo podría haberse equivocado el proveedor. Mostro Lounger no se caracterizaba precisamente por sus postres (aunque la comida era demasiado buena en general)

-"Puedes usarlas si quieres, Floyd"- Jade se unió a la conversación, era su hermano gemelo, por lo que era natural para él comprenderlo completamente incluso antes de pronunciar una palabra.
Le dedicó a su hermano una sonrisa de complicidad que podría pasar desaparecido para cualquier.
-"¿en serio? Gracias~"- con esto el gemelo no-menor-ni-mayor se retiró a la cocina donde no salio hasta pasado un buen rato. Al salir dejo que el delicioso olor a pastel de fresa llenará el lugar. No era un secreto para nadie que el chico voluble era buen cocinero. Sin embargo Azul se preguntó por qué había preparado eso, ninguno de ellos era particularmente fan de las cosas dulces. Pero cuando salió directamente sin siquiera mirar a nadie lo comprendió todo. Miro al supuestamente gemelo más responsable quien solo se encogió en hombros y siguió sonriendo. Aunque Azul era amigo íntimo de los dos, nunca se podía comparar a la conexión que compartían ambos hermanos.

Floyd sabía a dónde dirigirse, eran las 4:47 de la tarde y si se daba prisa podría encontrar a su pez favorito.
Y ahí estaba esa cabecita roja que nunca podría confundir.
-"¡Goldfish~!"- se rió cuando el pelirojo casi salta del susto.
-"¡Floyd! No aparezcas así de repente y ya te he dicho mil veces que no me llames por ese estúpido apodo"-
De las cosas que más le gustaban del más pequeño es que era tan sencillo de irritar. Unas cuantas palabras y ya estaba todo rojito como un pez dorado.
-"No es estúpido. Eres igualito a un pecesito dorado"- con su mano libre agarro el libro que estaba en las manos enguantadas. -"eh? "Transmutación y otros principios alquímicos" que aburrido~ ¿Por qué no vamos a otro lado a jugar?"-
-"¿Qué tienes? ¿6 años? ¡Dame mi libro! Lo tengo que devolver"- entonces Riddle hizo algo que se arrepentirá por el resto de su vida.
Él pequeño de los Rosehearts, en su desesperación por recuperar su libro, saltó, saltó como un pequeño niño intentando alcanzar las galletas de una repisa alta, saltó y levanto las manos en un intento de alcanzarlo y fue su gran error. Y el de ojos azules platinados lo supo cuando Floyd se quedó en silencio por un segundo.
-"jajajajja en serio que el pecesito dorado es tan chiquito"- Floyd parecía más burlón que nunca, alzó el libro sobre la cabeza de Riddle y lo meneo como si fuera un cachorro -" vamos, vamos, alcanzalo, vuelve a saltar como un pecesito"-.

Riddle una vez pensó que nadie podría hacerlo enojar más que Ace, pero se equivocó profundamente. Ahora estaba no solo rojo por el coraje sino también por la vergüenza, nunca había tenido un gesto tan infantil en años. Ni siquiera se acuerda si alguna vez se portó así cuando era niño y ahora lo hizo y justo enfrente de su verdugo. Cansado de sus burlas saco su bolígrafo mágico y lanzo un hechizo para que se callará de una vez pero Floyd siguió riendo. «su estúpida magia única» pensó.

-"¡Suficiente, Floyd!"- pateó el suelo
-" jajaja estás tan rojo, ahora sí pareces un pez dorado jajaja"-
-"deja de actuar como un niño"-
-" ven, pecesito. Vamos a jugar"-
-"eres insufrible ¡Ni siquiera somos amigos y nunca lo seremos! Deja de molestarme"- de repente, como si accionara un botón, la actitud de Floyd cambió, sabía que chico era volátil pero nunca pensó que podía pasar de un estado de humor a otro tan fácilmente, pero no le molestó en absoluto este Floyd más calmado.

-"ahora, devuélveme mi lib-*cof* *cof*"- un ataque tos lo interrumpió.
-"¿...Goldfish estás bien?"- al pequeño pelirojo le habría sorprendió la falta de burla en la voz de Leech pero ahora solo podía pensar en la horrible sensación que últimamente se había vuelto tan espantosamente familiar. Sentía que podía saborear lo amargo de la tinta en su boca. Los estragos de su overblott lo hacían estremecerse. Sintió que sus rodillas cedían ante su propia debilidad y se odio más por ello. Pero unos fuertes brazos no lo dejaron caer. Levanto la vista y entre su visión empañada por las lágrimas sin derramar vió a Floyd sin su típica sonrisa despreocupada, casi no lo reconoce.

-"¡Te llevaré a la enfermería! Resiste pecesito!"- gritó el peliaqua, pero Riddle solo lo escucho como un murmullo.
Sostenido entre los brazos de un apurado Floyd y en contra de lo que le gritaba la razón, Riddle se sintió seguro, se permitió por fin descansar sabiendo que Floyd no iba a permitir que nada le pasará.

No fue hasta horas después de dejar a Riddle y acompañarlo en la enfermería, cuando iba de camino al salón de espejos que recordó el ahora arruinado pastel de fresas tirado en el suelo. Sintió como su pésimo humor se hundía aún más.

Strawberry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora