C. 92.

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Observo mi teléfono celular una vez más, como si más de cien veces no hubiesen sido suficientes.

Bufo.
Ni un solo jodido mensaje de Ross.

Se supone que hablaríamos por WhatsApp, bueno, eso es lo que me dijo, pero no lo cumplió, no sé absolutamente nada de él desde la llamada que me dió ayer en la escuela.
Y para colmo, tampoco se ha conectado.

Lo único que quita mis nervios por ahora, es que podré ir a su casa en la tarde y preguntarle que demonios es lo que está sucediendo.

Guardo dos de los libros que llevo en mi mochila en mi casillero y luego lo cierro, notando la presencia de Harold a un metro lejos de mí.

-Ahí estabas- me dice, acercándose a mí con una media sonrisa algo temible- ¿Vamos por un batido a Shakes?

Frunzo el ceño.

-Estamos en hora de clases- respondo, cerrando mi casillero sin dejar de mirarlo.

-¿Y?- pregunta, sonriendo divertido- ¿Nunca haz escapado de clases?

-Sí, pero, es tu segundo día, no quiero ser la mala influencia que...

-¡Oh, vamos, anímate!- me interrumpe- Yo invito.

Su sonrisa me contagia.
Vuelvo a mirar mi teléfono celular.
Ni un mensaje de Ross.
Aprieto los puños, para luego guardo mi teléfono celular en mis jeans.

-De acuerdo- acepto.

Harold me toma de la mano y me indica que caminemos hacia la puerta de salida, y eso es lo que hacemos.

Las personas que pasan por nuestro lado nos miran con algo de asombro. Y obviamente, hay dos razones.

Porque sigo con Ross en una relación.
Y porque Harold está malditamente guapo.

-¿Están?- escucho a una chica susurrar a lo lejos.

Volteo rápidamente para poder mirarla y le saco el dedo medio.
Que se joda.
A la única persona que debo de darle explicaciones es a Ross.

-Ignorala- comenta Harold, casi riendo.

-Espero no llegar a tener problemas con Ross.

-Hablando de él- abre la puerta de la escuela y salimos sin preocupación alguna, teniendo perfectamente en cuenta de que hay cámaras que nos graban.

No estoy de buen humor.
Y al parecer Harold solo quiere un batido.

-¿Cómo es? No físicamente, sino, ya sabes, su personalidad.

-Es un tonto- me quejo- Se supone que hablaríamos por teléfono en todo el día y ni supiera se ha conectado.

-Típico- susurra él.

Caminamos por el estacionamiento de la escuela hasta llegar hacia un auto color blanco, un convertible bastante lindo.

-Dios- susurro, admirando el auto- ¿Es tuyo?

Harold ríe, y me abre la puerta para que pueda entrar en este, una vez que el también ya está dentro, enciende el auto y lo pone en marcha.

-No tonta- responde- Me acabo de mudar, es de mi padrastro, me lo presta solo porque quiere que me sienta agusto en esta ciudad, ya sabes.

Asiento.
Observando el precioso interior del auto.
Realmente debe de haber costado una millonada.

-¿Extrañas Reino Unido?- pregunto, sutil, intentando no sonar chismosa.

-Claro que sí, trabajaba en una panadería- ríe- Y tenía muchos buenos amigas y amigos.

Sonrío.

WhatsApp | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora